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El voleibol, su amor. Desde que tenía 15 años, Daniela Ospina empezó su trayectoria profesional en el voleibol. Jugó con los equipos de Itagüí y Sabaneta y rápidamente empezó a abrir los ojos. Su estatura fue clave. Siempre se distinguió entre las otras niñas porque su cuerpo se alzaba más que las del promedio. Eso la hizo llegar a la Liga de Antioquia y después a brillar en todos los equipos en los que jugó. (Daniela Ospina habla de su separación de James Rodríguez)
Nunca se separó de este deporte. A la ciudad a la que iba por los contratos que firmó James Rodríguez, ella siempre encontró la manera de practicarlo. El voleibol para ella es lo que es el fútbol para James. Su vida. El Leça de Portugal y el VP Madrid fueron sus equipos. Únicamente no jugó en Mónaco. Su embarazo de Salomé la obligó a interrumpir sus prácticas. Pero tras la para que tuvo que hacer, volvió por lo alto y fue figura en Madrid.
Trabajó duro para retomar el nivel tras el embarazo. Recuperó la forma y brilló. Firmó en 2014 con el VP Madrid y fue una de las jugadoras clave. Logró el ascenso a la primera división de la Liga en España. Se destacó siempre dentro del campo de juego. Era la rematadora y siempre se vio imparable. Mientras su esposo luchaba por ganarse un puesto en la titular del Real Madrid, Daniela Ospina era pieza fundamental dentro del equipo madrileño. Era la jugadora más valiosa.
Es una deportista en el más amplio sentido de la palabra. “Llevo media vida dejándome la piel en las canchas. Sólo estuve parada un año, debido a mi embarazo, pero no dejé de hacer deporte ni un sólo día. Es básico para tener una buena calidad de vida”, dijo al diario Sport de Barcelona. Pero a pesar de que se desvive por el voleibol el fútbol siempre ha sido muy cercano a su vida por lo que vivió con James Rodríguez y por su hermano, David. “¡No hay comparación! El fútbol mueve el mundo y mi casa, también. La niña se hace un lío: ¡gol de papá! ¡gol de mamá!”, explicó. “Veo todo el fútbol que puedo. Y todas las competiciones. Me gusta por lo que significa en mi familia, porque soy una deportista nata y porque entiendo el esfuerzo que se esconde detrás de cada jugada, de cada acción”
Daniela considera que “el deporte femenino tiene un potencial tremendo, pero nos falta más apoyo y más visibilidad. Sabemos que no vende tanto como el masculino, sin embargo, hay que darle su espacio real”.