Diego Moreno Panesso, un bromista ganador

El atleta colombiano empezó a correr para hacerle chanzas a sus compañeros del colegio. Es vecino de Caterine Ibargüen en Puerto Rico y recientemente se impuso en una de las carreras atléticas más tradicionales del mundo: la Media Maratón de San Blas, en Coamo.

Sebastián Arenas @SebasArenas10
12 de febrero de 2018 - 10:35 p. m.
Cortesía
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En el colegio la Presentación del Centro, en Bogotá, cuando se aproximaban las 2:45 de la tarde, Diego Moreno Panesso aguardaba por el timbre que anunciaba el fin de la jornada escolar. Ya pensaba en la broma que estaba por hacer. Esa que le demandaba un enorme desgaste físico, pero al mismo tiempo una felicidad impalpable. Llegaba el momento y, de nuevo, agarraba la maleta de algún compañero y emprendía su huida. Sus zancadas atravesaban la puerta de la institución educativa y alcanzaba a recorrer varias cuadras antes de tomar un respiro, esperar que el perseguidor se acercara y continuar corriendo. Hoy en día, ya no lo hace por chiste.

“Todavía me escriben amigos del colegio recordando eso que les hacía. Yo era de los que molestaba mucho, pero cuando había que estudiar con juicio, lo hacía. A mis hermanas también las molestaba, les quitaba las cosas y salía corriendo. Soy serio dentro de todo”, manifiesta el menor de tres hermanas, quien reconoce haber sido “el consentido de la casa”. Practicaba fútbol, voleibol y baloncesto por diversión, pero nada lo llenaba tanto como correr. En lo que empezó como chanza, encontró su vocación.

Mientras cursaba su último año de bachillero y tenía 16 años, en 2006, Moreno fue inscrito por un padre de un compañero del colegio a la Media Maratón de Bogotá. Ahí nació su pasión por el atletismo. “Antes de eso, corría solo en educación física y lo normal. Después, le dije a mi mamá: ‘Yo quiero meterme a la Liga’. A mis padres también les gustaba mucho el deporte, mi papá iba a competencias y me apoyaron”, recuerda en diálogo con El Espectador. Efectivamente comenzó compitiendo para la Liga de Atletismo de la capital. Posteriormente lo seguiría haciendo con la del Valle del Cauca.

Después de graduarse del colegio en el que era un buen estudiante, no paró de correr. En 2010 la universidad Metropolitana de San Juan, Puerto Rico, le ofreció una beca. Corría competencias entre universidades de ese país y, aunque le iba bien, no se sentía conforme. Deseaba un triunfo que le colmara sus ansías de victoria, así como él llenaba de pasos agigantados las calles de la isla. Cuando se visualizó cruzando de primeras una meta, pensaba que le quedaba poco allí antes de regresar a Colombia.

“Este año era la oportunidad de ganarla. Pensaba en que me iba a ir y quizás no regresaría. Quería irme por la puerta grande. El año pasado no la corrí porque no estaba en plena forma. Este año lo hice sabiendo de la buena condición en la que estaba. Me decidí. Pensaba en Álvaro Mejía, que ganó la primera edición hace más de 50 años”, explica emocionado el reciente campeón del Medio Maratón de San Blas, una de las competencias con mayor reconocimiento en el atletismo, y quien desde 2016 es ingeniero industrial.

El deportista bogotano, de 27 años, contó con seis meses plenos de preparación para la prestigiosa carrera. Previo a agosto del 2017 entrenaba de manera moderada porque estuvo a punto de romperse el tendón de Aquiles. “Este es un deporte de mucho sacrificio, dedicación y responsabilidad, algo que me inculcó la educación y mi familia”, dice. Ahora, tras su imponente triunfo, su objetivo es clasificarse a los Juegos Centro Americanos y del Caribe, que se celebrarán en Barranquilla del 19 de julio al 3 de agosto de este año. Lea También: (Diego Moreno, campeón en media maratón de Puerto Rico)

El anhelo máximo de Panesso, disputar unos Juegos Olímpicos. Se visualiza en Tokio 2020. Piensa en su ídolo, el etíope Kenenisa Bekele, campeón olímpico en Atenas 2004 (10.000 metros) y Pekín 2008 (5.000 y 10.000 metros) y cinco veces oro en los mundiales de atletismo. También en otra persona que se colgó la medalla dorada en unas justas: Caterine Ibargüen, su vecina. Vive a dos casas de ella. De vez en cuando se la encuentra en una panadería a la que acude frecuentemente a desayunar. Allí ha observado la humildad de la mujer que ha dominado el salto triple a nivel global.

“Mucha gente aquí no sabe que ella es campeona olímpica. No le dice a nadie. Su humildad y sencillez son admirables, es como si fuera una más y su alegría contagia. Antes de San Blas, me dijo: ‘Dale que tú puedes’”, cuenta el aún bromista y sonriente Diego. Él y sus piernas se impusieron en los 21 kilómetros en Coamo, donde sus compatriotas Álvaro Mejía, Víctor Mora y Silvio Marino Salazar triunfaron en el pasado.  Con el propósito de regresar a Colombia tras culminar la maestría en administración deportiva, aspira a seguir forjando su propia historia. A que ya no lo persiga solo uno en busca de una maleta, sino que sean cientos y él siempre los mire desde adelante.

Por Sebastián Arenas @SebasArenas10

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