Frank Carreño, el escalador de rascacielos

Ha sido cuatro veces campeón del ascenso a la Torre Colpatria y se impuso la semana pasada en el Empire State Run en Nueva York. Su próximo reto es la torre Eiffel.

Juliana Gil Gutiérrez
14 de febrero de 2018 - 03:00 a. m.
Frank Carreño, primer latino en ganar el ascenso al Empire State de Nueva York. / AFP
Frank Carreño, primer latino en ganar el ascenso al Empire State de Nueva York. / AFP
Foto: Anadolu Agency - Mohammed Elshamy

Exactamente 1.576 escalones lo separaban en la Quinta Avenida de Nueva York de la cima del Empire State, el rascacielos de 443 metros, una de las siete maravillas del mundo moderno. Son 102 pisos de distancia del suelo al cielo, allá donde estaba el sueño en el que había trabajado por tres años. Frank Carreño quería conquistarlo. Mirar los cronómetros, pensar en su hija, Juliana Carreño, y su esposa, quien esperaba noticias de él en casa, volver a mirar el tiempo. Era hora. ¡A escalar! Esa fue la primera vez que pisó ese edificio de Nueva York y bastaron diez minutos y cinco segundos para conseguirlo. Ese es su más reciente logro.

En Colombia, la familia se alegraba, especialmente sus padres y hermanos, quienes han seguido toda su carrera deportiva, que empezó en la adolescencia sobre una bicicleta de ruta, corriendo los campeonatos nacionales en representación de Bogotá. Sus piernas de acero no se templaron sólo subiendo peldaños, sino escalando las montañas del país. La segunda etapa de competencias de su vida comenzó cuando Colpatria empezó a hacer la carrera de ascenso de la torre de 196 metros de altura. Alternaba el ciclismo de ruta con las escaladas ocasionales en la categoría juvenil, pero le aconsejaron dedicarse de lleno al ascenso vertical.

Durante cuatro ediciones de la carrera a la Torre Colpatria, la primera para este deporte en el país, Carreño estuvo en los primeros lugares, pero no lograba obtener el triunfo, quizá, como dice él, porque pasó de la categoría juvenil a la élite demasiado pronto, cuando su cuerpo “no estaba preparado”. Pero llegó el quinto año, 2014, corriendo en la categoría de mayores. Quería brillar en una de las torres más altas de Bogotá y ser el mejor escalador del país. Lo logró. Sus pies, talla 36, una dimensión pequeña para lo que se esperaría de otro deportista de su disciplina, lo llevaron a tener el mejor tiempo en el ascenso y ganar por primera vez la carrera para subir los 50 pisos del edificio del centro de la capital de la República.

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Ese lunes, 8 de diciembre, su carrera deportiva cambió. Al obtener el primer lugar tenía la posibilidad de representar a Colombia en el Mundial de Ascenso Vertical. Viajó a Catar e ingresó oficialmente a las carreras de este tipo. Después llegaron sus triunfos en 2015, 2016 y 2017 en Colpatria, con los que ratificó que sus piernas son expertas domando el primer rascacielos que hubo en Bogotá. Y ese edificio es uno de los lugares predilectos para sus entrenamientos: 980 escalones que han fortalecido su cuerpo para representar al país.

Tiene 27 años y durante más de 10 ha estado acompañado de Sandra Reina, su esposa, testigo de su transformación de ciclista a escalador. Con ella tuvo a Juliana, una niña de tres años a quien extraña intensamente cada vez que viaja para competir. Ellas, sus dos mujeres, están en su cabeza cuando escala contra el tiempo, como una de las principales motivaciones para llegar a la cima y ganarles a las manecillas de los relojes. También sus padres y hermanos, uno de los cuales también decidió empezar a competir en ascenso vertical, en categoría juvenil. Todos ellos han sido los mayores seguidores del palmarés del bogotano que conquista rascacielos con sus pies.

El título internacional más grande que ha obtenido hasta ahora es el de la Empire State Building Run Up, el 8 de febrero pasado. “Estoy orgulloso. Es un monumento que significa mucho para la ciudad de Nueva York y soy el primer latino en ganar allí”. Pero su deseo de escalar no se detiene. En marzo viajará a París para participar en la carrera de ascenso a la torre Eiffel, un escenario que conoció en la edición de 2017, cuando obtuvo el quinto lugar. Serán 1.675 escalones a orillas del río Sena y con los Campos Elíseos a sus espaldas.

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Para Carreño, haber ganado en el Empire State hace parte de su preparación para la competencia en París, porque lo llena de motivación y buena energía. Allá se encontrará con corredores europeos que están adaptados al clima y la zona horaria de la región y con los corredores que están en los mejores puestos del escalafón mundial de la disciplina. Para vencerlos, planea seguir con la misma preparación que tuvo para el rascacielos de acero de Nueva York, una estrategia que dio sus primeros frutos en esa ciudad. Los trabajos de resistencia, las carreras de calle, el gimnasio y escalar los escenarios que se encuentre en su camino, especialmente la Torre Colpatria y Monserrate, son su apuesta para volver a ser campeón en un escenario de ascenso mundial.

Por Juliana Gil Gutiérrez

 

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