El boxeo llora la muerte de Billy Chams

El empresario barranquillero fue, en los últimos 30 años, el principal impulsor en Colombia del deporte de las narices chatas. Jonathan Romero e Irene Pacheco lo recuerdan como a un padre.

Luis Guillermo Ordóñez
01 de abril de 2013 - 10:00 p. m.
Billy Chams con el campeón Irene ‘Mambaco’ Pacheco, en 1999. /Cortesía El Heraldo
Billy Chams con el campeón Irene ‘Mambaco’ Pacheco, en 1999. /Cortesía El Heraldo

No hay muerto malo, pero Billy Chams era un hombre bueno de verdad. A esa conclusión se llega después de hablar con varios de los boxeadores a los que ayudó a convertirse en campeones mundiales y a otros a los que simplemente ‘adoptó’, así no tuvieran la misma casta ganadora.

“Lo más difícil en esta carrera es que alguien confíe y se la juegue por ti. Él lo hizo conmigo y con muchos otros”, admite Irene Mambaco Pacheco, uno de sus pupilos más queridos.

Chams, un empresario barranquillero de origen libanés, fallecido el domingo como consecuencia de una afección pulmonar, fue el mejor promotor boxístico de la historia de Colombia. Su empresa Cuadrilátero representó a 15 monarcas criollos, acordó 107 peleas mundialistas y logró 17 títulos.

Se casó con Tully Leyva, pero no tuvo hijos. “Con tantos boxeadores que llegaron a mi cuerda, me he sentido más que realizado como padre”, decía argulloso, porque “era mi jefe, pero también mi amigo, mi consejero”, señala Jonathan Momo Romero, el último pugilista a quien Billy consagró, el pasado 16 de febrero.

Lo que nadie sabe es que así Chams sea uno de los personajes históricos del boxeo, su gran pasión es el béisbol. Su afición exagerada por los Yanquis de Nueva York lo llevó a seguirlos por la mayoría de los estadios de las Grandes Ligas.

“Sólo hay una razón por la que no veo una pelea o un partido del Júnior: los Yanquis”, les advertía a sus amigos cuando la novena de la Gran Manzana iba a jugar.

Orlando Pineda, uno de los entrenadores de Cuadrilátero, explicó que “era un visionario, tenía buen ojo para detectar talentos, pero también un gran corazón. A veces decidía apoyar a jóvenes que no tenían tantas condiciones, pero que realmente necesitaban ayuda”.

Chams contaba que se metió en el boxeo por culpa de Fidel Bassa, su primer campeón mundial. “Él trabajaba en nuestra empresa, Telas William Chams, y un día me reclamó porque nosotros patrocinábamos a un chico al que le decíamos Vilarete. ‘Ese man es muy malo, ayúdeme a mí’. Y entonces decidí seguirlo. Al año ganó el cinturón mosca de la AMB”.

Vinieron después 14 campeones más, aunque también muchas decepciones, porque no todos sus pupilos triunfaron. De hecho, fueron más los que no alcanzaron la gloria. Champs siempre recordaba a Víctor Polo, quien peleó cinco veces por título mundial y nunca se pudo coronar.

“El mejor de los que tuve fue Tomás Molinares. El que pudo hacer más, Rafael Pineda. El que más me emocionó, Fidel Bassa. Y los que vienen: Darley Pérez, Luis De la Rosa, William Urina, Álvaro Montes y Daulis Precott”, admitió en su última entrevista, en el gimnasio de su propiedad, en la barrio La Concepción, en donde además les daba hospedaje y alimentación a sus muchachos.

Por Luis Guillermo Ordóñez

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