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Pistorius: "Pensé que estaba dormida"

El atleta paralímpico, acusado de asesinato, negó haber tenido la intención de matar a su novia, en audiencia ante un tribunal de Pretoria que se pronunciará este miércoles sobre su libertad bajo fianza.

Marta Rodríguez / Especial ‘El País’ /
19 de febrero de 2013 - 09:21 p. m.
Pistorius: "Pensé que estaba dormida"

Óscar Pistorius explicó por primera vez su versión de los hechos. De boca de su abogado se le ha oído decir que disparó a su novia porque creía que era un ladrón. A través de una declaración que leyó su defensa, el atleta paralímpico comentó que estaba muy “asustado” por los ruidos que la madrugada del pasado 14 de febrero escuchó mientras dormía junto a su novia Reeva Steemkamp, en su casa de Pretoria. El campeón postolímpico se confesó “absolutamente mortificado” por los hechos y por el “sufrimiento” que ha causado a la modelo y a su familia, sabiendo que la “quería mucho”. El juez aplazó hasta hoy la decisión sobre la concesión de la libertad condicional. Mientras tanto, dormirá en los mismos calabozos, bajo custodia policial.

La escena que describió Pistorius sitúa a la pareja durmiendo en la habitación principal. Un ruido proveniente del cuarto de baño despertó al atleta que, según dijo, no se atrevió a encender la luz. Siempre, según su versión, convencido de que algún intruso había entrado por una ventana o escalando por alguna escalera que los empleados de la finca utilizan.

Pistorius, que no tenía en ese momento puestas sus prótesis, recogió su pistola 9 milímetros de debajo de la cama y se dirigió al baño, instando al supuesto intruso a abandonar la casa y pidiendo a su novia que alertara a la policía. En todo momento, asegura, pensó que Reeva estaba en la cama.

Pistorius disparó contra la puerta del lavabo. Al darse cuenta de que su novia no atendía a sus reclamos, volvió a la habitación y se percató de que no estaba en la cama. Fue entonces cuando regreso al baño, llamándola sin obtener respuesta. Como la puerta estaba cerrada por dentro, decidió ir a la habitación, colocarse las prótesis y coger un bate de cricket para derribar la puerta. “Reeva estaba tendida pero con vida”, relató el campeón paralímpico. A pesar de que tanto él como un médico vecino trataron de reanimarla, nada se pudo hacer. “Ella murió en mis brazos”, dijo.

Pistorius siguió la lectura de su testimonio llorando y cabizbajo, con el consuelo de su hermano, que, sentado en un banco, no dudó en varias ocasiones en arrodillarse para posar el brazo en su espalda. Pero el deportista estaba desconsolado, hasta el punto que el juez se apiadó de él y ordenó un receso de unos minutos para que se serenara o pudiera hablar con sus familiares. “Lo siento, lo siento”, se pudo oír al atleta decir entre sollozos cuando el magistrado le preguntaba si podía seguir en la sala. El padre, el hermano, una hermana, tíos y amigos siguieron toda la sesión con rostros compungidos e incluso musitaban plegarias, como el mismo Pistorius.

Pistorius se mostró obsesionado con su seguridad personal, justificándose que con anterioridad había sido víctima de un robo, por lo que dormía con un arma debajo de la cama.

El abogado también hizo eco de la declaración de los mejores amigos de la pareja, que coincidieron en decir lo mucho que se querían, que “juntos disfrutaban inmensamente” y que nunca, en su corto noviazgo, los habían visto discutir o quejarse uno del otro. Es más, Pistorius “nunca había sido más feliz con sus otras novias que con Reeva”, hasta el punto de que la había invitado a acompañarlo a las competiciones internacionales, un gesto que nunca tuvo en sus anteriores relaciones. Además, uno de los mejores amigos de Pistorius recuerda que el atleta le habría comentado recientemente que Reeva podría ser “la que un día se convirtiera en su esposa”, algo que, según la amiga más cercana de la víctima, a esta le hubiera encantado y a lo que habría respondido que sí.

Por Marta Rodríguez / Especial ‘El País’ /

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