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Un colombiano se animó a ser voluntario en el Mundial de rugby

La historia de Édgar Sandoval, un agrónomo bogotano, que cambio el fútbol por el deporte oficial de Nueva Zelanda.

AFP
04 de octubre de 2011 - 07:53 a. m.

Edgar Sandoval es un colombiano de 37 años que vive en Nueva Zelanda desde hace siete y decidió ser voluntario en el Mundial de rugby en la ciudad de Palmerston North, donde el domingo la selección argentina alcanzó el pase a cuartos de final.

Edgar y su compañera, Giovanna Verástegui, una peruana de Lima que se encuentra en estado de buena esperanza desde hace dos meses, decidieron ayudar en el Mundial, sin cobrar un solo dólar neozelandés.

"Es una forma de darle las gracias a Nueva Zelanda por lo que me ha dado", afirmó Edgar, que colaboró en el centro de prensa durante los partidos en Palmerston North, mientras que su pareja, también con el traje oficial del Mundial, como él, ayudaba al público en las tribunas.

Este agrónomo bogotano reconoce que el rugby no era un deporte que conocía mucho antes de llegar a Nueva Zelanda.

"Lo mío es el fútbol, pero después de vivir siete años en un país como Nueva Zelanda en que el rugby es el deporte más importante, se te quedan las reglas. Estando aquí me interesé por la implantación del rugby en Colombia y sé que se está incrementando en Medellín", afirma este agrónomo bogotano.

Sandoval decidió un día dejar Colombia y emprender una nueva aventura, sin saber muy bien que sería de él.

"Aquí estoy trabajando en investigación animal. Yo era agrónomo en Bogotá y he conseguido un trabajo y al mismo tiempo estudio a distancia una maestría en medioambiente", explica.

"La situación es difícil en Colombia con los problemas que todos sabemos. El trabajo es difícil y hay mucho riesgo y me dije: voy a buscar un país para vivir. Pensé en Estados Unidos o Canadá, pero al final apliqué a Nueva Zelanda. Lavé platos y trabajé en lo que hace un emigrante, que todos sabemos, y después conseguí la residencia y con la residencia tienes educación gratis", señaló.

"Yo tenía unas características para este país que les interesaba. Era agrónomo y joven. Tras pasar seis meses en Auckland sobreviviendo y estudiando inglés, trabajé ordeñando 300 vacas dos años y medio en Hamilton. Nunca me había levantado más de tres veces seguidas a las 4 de la mañana y los hice durante dos años y medio", señaló.

Édgar ha conseguido que un hermano y su mejor amigo también vengan a Nueva Zelanda.  "En Palmerston North seremos unos 20 colombianos y en toda Nueva Zelanda no pasaremos de 200", explica Edgar.

Su compañera Giovanna, una limeña de 30 años, llegó a Nueva Zelanda hace cuatro años, siguiendo a su padre, que se había instalado mucho antes.

El sueño de Giovanna siempre fue llegar a Nueva Zelanda para vivir con su padre y también trabajó, igual que Edgar, en diversas labores como lavar platos y ordeñar vacas, y está acabando la carrera de contabilidad.

"Decidí ser voluntaria porque quería vivir una experiencia nueva, era la oportunidad interesante, era hora de ayudar a Nueva Zelanda", afirmó Giovanna.  "Usar mi español en el partido de Argentina contra Georgia, aunque los argentinos por lo general hablan bien inglés, hacía más fácil la labor de orientarlos en nuestro propio idioma", añadió la peruana.

Giovanna y Edgar, de dos países con escasa implantación del rugby, quedaron satisfechos con su labor y con la experiencia vivida.

Por AFP

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