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La palabra de Dios se ha cumplido en Falcao

Carmenza Zárate, mamá del máximo goleador colombiano en el fútbol internacional, comenta detalles inéditos de la crianza de ‘El Tigre’.

Luis Guillermo Montenegro
16 de diciembre de 2012 - 11:44 p. m.
La palabra de Dios se ha cumplido en Falcao

El niño de Carmenza y Radamel jugaba bien al fútbol por la herencia sanguínea de su padre, pero su interés se centró en la prueba atlética de un torneo interjardines en Santa Marta. Siempre dispuesto, el pequeño repetía una y otra vez los movimientos que le enseñaba su madre: “Hijo, debes poner un pie detrás del otro, inclinarte un poco para impulsarte y apenas te den la orden de partir debes hacerlo lo más rápido posible”. Cuando llegó el momento de la prueba Falcao tardó en salir por mirarse los pies: había confundido las órdenes de su mamá y cuando levantó la cabeza ya todos habían salido, por lo que tuvo que remontar a lo largo de la prueba y logró llegar en la segunda casilla. “¿Mami, gané?, le preguntó con inocencia y ahogo tras la prueba. “Sí, mi amor, todos los que compiten son ganadores”. Su felicidad la interrumpió una frase inoportuna, pero contundente, de Arvey Carabalí, quien en esa época, de 12 años, vivía con la familia García Zárate: “No, tú no ganaste, sólo gana quien llega primero”. Y sí, desde ese día Radamel Falcao García lo entendió y asumió. “A partir de entonces él siempre luchó para alcanzar el éxito. Lucha honestamente, sin trampa ni suciedad, pero no le gusta perder”.

Arvey Carabalí llegó a la familia García Zárate cuando vivían en Santa Marta, era un joven de tez morena nacido en Cali, hincha de Radamel García (papá) y de Santa Fe. Vivía con ellos y era alguien fundamental en el cuidado de ‘Falcaíto’. Era la mano derecha de Carmenza en el cuidado de su hijo, ya que su padre debía estar en entrenamientos y concentraciones con su equipo. Lo recogía en el colegio, lo llevaba al parque a jugar y lo cuidaba. “Falcao era un niño de unos dos años y cuando pasaban por el parque le decía a Arvey que lo alzara para encestar la pelota, él le hacía caso en todo y por eso Falcao lo quería tanto”.

La niñez de Falcao fue feliz, su madre comenta que siempre hizo lo que quiso, disfrutaba mucho de la profesión de su padre y por eso prácticamente nació con guayos puestos. Por el calor de la ciudad costeña los niños jugaban cuando el sol se iba, de seis a nueve de la noche. ‘Maradonita’, como le decían los amigos del barrio porque siempre llevaba el uniforme de la selección de Argentina o del Unión, salía de su casa con las medias de futbolista de su papá y guayos, golpeando las puertas de sus vecinos para invitarlos a jugar. Aunque era el más pequeño, era el líder, el dueño del balón y el que decidía cuándo comenzaba y terminaba el partido. Al final invitaba a todos los que habían jugado a su casa a tomar agua, se metía a la cocina, cogía la bolsa del pan y les regalaba a todos.

Cuando Carmenza estaba embarazada de Falcao, Mabel y Roslaba, unas samarias serviciales, llegaron a ayudarle a su casa. Ellas le compartieron de Dios, comenzó a leer la Biblia y a tener una relación personal con Jesús. Así que cuando nació Falcao, ya lo hizo en una familia con principios cristianos. Cuando tenía siete años y vivían en Venezuela, él estaba en una iglesia cristiana con sus padres y tomó la decisión de entregarle su corazón a Jesús, desde ahí entendió que el cristianismo era una relación con Dios y no una religión.

La gran persona que es hoy, es el mismo niño y joven que fue. Siempre muy correcto y humilde. Aunque fue de los mejores en todos los equipos en lo que jugó, siempre guardó mesura y no se creyó más que los demás.

Falcao nunca le tuvo miedo a nada, siempre fue muy seguro de sí mismo. Su madre recuerda que en el colegio se metió a clases de taekwondo y eso le enseñó a defenderse. “Una vez me llamó una profesora del colegio a darme quejas porque mi hijo cogía a sus compañeritos de sparrings, ahí tomamos la decisión de sacarlo de las clases de taekwondo”.

Así como Arvey, su hermana Melanie también le marcó la vida, ella fue esa compañía que él siempre había querido. “Me ayudaba a cuidarla y a estar pendiente de ella, Falcao fue muy pegado a sus hermanitas, cuando nació Michelle fue igual”.

En el colegio las notas de él fueron normales, pero cuando nacieron sus hermanas se sintió más responsable y le comenzó a ir mejor, “eso le cambió su vida”. Por esa buena relación, el desprendimiento de él con ellas no fue nada fácil. “Estábamos en el aeropuerto Eldorado y Melanie y Michelle, de 4 y 6 años en ese entonces, se tiraron a llorar. A Falcao lo veían como a un protector, vivir lejos de él es algo que todavía les cuesta”.

Aunque Falcao aún no ha tenido hijos con su esposa Lorelei Tarón, cuando vivió en Argentina con su mamá y sus hermanas Melanie y Michelle asumió la cabeza de la familia. “Fue una época muy linda, vivíamos los cuatro solos, y él nos protegió y cuidó mucho a las tres, nos conectó con sus amistades y con la gente de River”, recuerda Carmenza, quien menciona también lo que fue estar en el estadio Monumental de Buenos Aires, cuando Falcao debutó haciendo dos goles frente a Independiente. “Ha sido una de las emociones más grandes, porque ahí comenzamos a ver que se cumplía la palabra de Dios en Falcao, él siempre ha tenido esa convicción y lo que le sigue pasando es por eso. Yo me arrodillé ahí en el estadio a dar gracias y a orar, la gente me miraba, pero yo sabía lo que hacía. Las tres estábamos justo arriba del lugar donde Falcao se subió a la baranda a celebrar su primer gol, fue algo hermoso”.

Cuando ya era El Tigre y partió a Europa fue nuevamente duro para su familia, pero a la vez emocionante, porque sabían que el sueño de él se comenzaría a cumplir.

Quiso ser superhéroe desde pequeño, cuando se disfrazaba de Batman y el Hombre Araña en los meses de octubre. Carmenza recuerda que toda la vida Falcao disfrutó mucho de eso y siempre fue muy bondadoso con las demás personas. Ahora es el superhéroe de todos los atléticos, con sus goles le devolvió la gloria al equipo. No es Batman, no es Flash ni Spiderman, es El Tigre Falcao.

A la hora de hablar de defectos, para su madre el único que le ve a su hijo es algo que ella misma le inculcó: ser una persona confiada. “Yo cometí el error de enseñarle eso, que no viera lo malo de las demás personas, que confiara en todos. En eso el papá era más seco y fuerte, pero yo se lo enseñé y hoy puedo decir que me equivoqué, hay intereses y no se puede confiar en todo el mundo”. Cuando se trata de virtudes, a Carmenza le sobran palabras, sin embargo, lo que más destaca de su hijo es la humildad y el respeto hacia los demás.

Este año se hizo famoso un video de Falcao a los siete u ocho años en la Liga de Bogotá concediendo una entrevista en la que decía, palabras más, palabras menos: “Sueño con ser famoso y poder ayudar a los niños cuando esté grande”. Su madre ve en eso un reflejo de la convicción de Radamel, un niño que siempre supo lo que quería y tenía claro a dónde debía llegar. “Él tenía los genes futbolísticos de su padre y conocía la palabra de Dios, una mezcla que lo ayudó. Toda la vida ha tenido convicción. Siempre se ha visto más allá. Recuerdo que siempre quiso que sus amiguitos tuvieran lo mismo que él, ha tenido un corazón muy bonito”.

La búsqueda de la perfección muchas veces trae frustraciones, porque no siempre es posible lograr los objetivos. Falcao se formó con mentalidad de ganador y eso mismo le trae volverse fuerte con las derrotas. Por esa razón su madre comenta que las frustraciones más fuertes de su hijo han sido por culpa de las lesiones. “El no vivir una infancia como la de cualquier niño es algo que lo ha frustrado, siempre tenía que viajar o entrenar, y se perdió de muchos momentos lindos, claro que eso es parte de su sueño y ahora por eso lo está viviendo”.

Los momentos que más extraña Carmenza son precisamente esos pocos que vivió Falcao con la familia completa. Recuerda que la comida criolla es una debilidad de su hijo y por eso los platos que le hacían sus tías Patricia y Martica eran sus favoritos. “El ajiaco de Marta era su preferido y el pollo con champiñones de Patricia lo enloquecía”. Hoy, aunque no puede vivir momentos así, dice con certeza:

“La gloria es para Dios, porque su palabra se ha cumplido en Falcao”.

Por Luis Guillermo Montenegro

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