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Palermo, el titán del gol y la vida

El argentino, fuera del fútbol. Acaba de escribir su biografía.

Daniel Avellaneda
14 de agosto de 2011 - 08:57 p. m.

La Bombonera ruge al ritmo de Boca Juniors, como cada fin de semana. Surge por el túnel el equipo vestido de azul y oro y ratifica el eslogan de ese templo histórico en el fútbol nacional: el estadio no tiembla, late. Ahí está uno de los clubes más poderosos del fútbol argentino, incluso a pesar de las últimas campañas, envuelto en ovaciones. Pero falta algo, no está completo el cuadro. La camiseta número 9, ahora, se luce en la espalda de Lucas Viatri, un delantero joven, con futuro, pero lejos de la leyenda del máximo goleador de la historia xeneize. Sí, ya no está Martín Palermo, ese hombre que conmovió a propios y extraños, el que se ganó el respeto hasta del hincha de River, el máximo adversario, hoy caído en desgracia por el descenso a la B.

No está dentro del campo de juego, claro, pero su recuerdo permanece intacto y será eterno en el corazón de los aficionados que disfrutaron cada uno de sus 227 goles vestido de azul y oro. Y después de unas merecidas vacaciones tras su retiro ante Gimnasia y Esgrima La Plata, en la última fecha del torneo Clausura, justamente en su ciudad natal, vive otra etapa este viejo artillero que en noviembre cumplirá 38 años. Hace una semana, presentó su libro autobiográfico, Titán del gol y la vida, que contó con la colaboración del periodista de Clarín, Miguel Bossio, y su futuro, por ahora, no está al borde de la raya de cal. Los próximos pasos de Palermo estarían vinculados al automovilismo. De goleador, entonces, pasará a intentar ser un as del volante. ¿Ganará tantas carreras como títulos obtuvo en Boca?

“Me encantan los fierros. Con seguridad, voy a correr”, asegura el Titán, ya despojado de su ropa de futbolista y metido a pleno en otra faceta, más allá de que no descarte ser técnico.

¿Por qué escribir un libro?

La idea empezó a darme vueltas en la cabeza desde el año pasado. Pero, realmente, me puse a trabajar en ella en Tandil, durante mi última pretemporada. Ahí me decidí a revivir lo que había sentido dentro y fuera de la cancha. Cuando tenía algún rato libre lo hacía venir al periodista Miguel Bossio para que me ayudara. Yo iba escribiendo y recordando, y él me ayudaba con el estilo, me ordenaba con la estadística. Estuvimos cuatro meses repasando mi vida, mi carrera y, la verdad, estuvo lindo. Volví al pasado, a mi infancia, cuando quería ser arquero. Y lo mejor es que en un libro uno puede contar cosas que no se animaría a hacer frente a una cámara.

Un angelito en el cielo

La obra tiene momentos que despiertan una sonrisa, como su amor por los monos, las locuras que hacía para ver a Soda Stereo, su grupo de música favorito, las riñas de su juventud, el día que se vistió de mujer para la producción de una revista y su récord a bordo de un vehículo, a 320 kilómetros por hora, lo que explica su deseo de ser corredor de automóviles. Aunque hay otros instantes tristes, íntimos, como el que se presenta en el capítulo 12, “Stéfano, un angelito en el cielo”, en referencia al hijo que perdió al nacer. Quedó satisfecho el Titán con su biografía. “El gran desafío era hacer entrar toda una vida de película, como la mía, en un solo libro. Creo que no me olvidé de contar nada”, asegura, con el libro ya agotado y a punto de volver a ser impreso por Editorial Planeta.

¿Ya se siente un exjugador de fútbol o todavía le cuesta adaptarse a esta nueva vida?

Trato de no ponerme a pensar en lo que pasó, en la decisión que tomé de colgar los botines o en lo que voy a hacer mañana. Por el momento, me siento bien, tranquilo. No estoy analizando si hice bien en dejar el fútbol. Seguro que voy a extrañar todo. Los entrenamientos, las concentraciones, las horas previas a los partidos. Pero no me vuelvo loco.

Apenas se retiró, habló de un duro problema en la rodilla. ¿Fue imposible disimular el dolor en el último tiempo?

Es que sentía dolor. Yo me operé dos veces la rodilla. Traté de mantener en reserva mi problema. Sólo lo sabían el médico, el quinesiólogo de Boca y Julio César Falcioni. El técnico me respaldó. Me dijo que iba a seguir sosteniéndome, que si estaba en buenas condiciones, no me iba a sacar. Eso me dio tranquilidad para no volverme loco con el dolor. Casi que no puedo terminar el campeonato porque cada partido acababa con la rodilla hinchada.

A medida que pasaban los partidos y se le terminaba la carrera, ¿ya empezaba a pensar como entrenador?

A veces, sí, claro. Pero no es lo mismo estar dentro de la cancha y resolver por uno mismo que transmitir lo que uno piensa a los jugadores. Es distinto. Me va a llevar un tiempo cambiar el chip. Por eso creo que, primero, tengo que apartarme del fútbol. Y después, sí, meterme de lleno en mi nueva función. Sería riesgoso empezar ya mismo.

¿Lo dice porque es difícil dirigir a excompañeros? Matías Almeyda, sin ir más lejos, se retiró y ya es el técnico de River Plate.

Y ojalá le vaya bien. Pero, sí, claro. No es fácil dirigir a esos compañeros con los que uno hasta hace unos días se cambiaba en el mismo vestuario o compartía un entrenamiento.

¿Se ve dirigiendo a Boca?

Estoy seguro de que algún día voy a poder sentarme en ese banco. Es mi máximo deseo. Pero voy de a poco. No creo que se produzca de manera inmediata. Voy a ver qué opciones tengo por delante. Eso sí, hoy no se me pasa por la cabeza ser pretencioso.

¿Dirigiría el equipo si se lo ofrecen en diciembre, después de las elecciones?

Ahora está Julio en el banco y sería irrespetuoso hablar de eso. Además, no creo que pueda convivir con Riquelme. Todo terminó sin problemas, pero difícilmente pueda ser técnico mientras él siga en el equipo.

¿Y cuándo se va a ver al Palermo entrenador?

La idea no es arrancar el año que viene con algo fijo, sino estar a la expectativa de lo que se pueda dar. Lo que sí puedo asegurar es que será en un club de Argentina. Seguro que sí.

Como técnico, ¿va a tener la misma constancia que como jugador?

Voy a transmitir un mensaje ganador. Pero no puedo pretender que mis futuros jugadores sean como yo fui, un obsesivo. Obviamente, voy a tratar de inculcar mi pensamiento, pero todos somos diferentes.

¿Le faltó algo en el fútbol?

Hice de todo en mi carrera. Sinceramente, más no le puedo pedir al fútbol. Dejé de jugar con la certeza de que muchos hinchas me tuvieron como su principal ídolo. Aunque, al margen de eso, lo que más me gusta es haber dejado la imagen de una buena persona. Pude haber jugado mejor o peor, pero creo que nunca dejé de ser un buen hombre.

¿Y por qué cree que lo quieren todos, incluso lo respetan los de River?

Será por mi forma de ser. Siempre busqué ser la misma persona dentro y fuera del campo. No me la creí. La gente respeta eso. Sin distinción de colores. Y eso es lo que más vale en esta vida, más allá del aspecto estrictamente deportivo.

davellaneda@fibertel.com.ar

Por Daniel Avellaneda

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