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Por la consagración

Neymar es la principal arma del Santos, que enfrenta a Peñarol (7:50 p.m.), por el título continental.

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Manuel Pérez Bella / EFE
21 de junio de 2011 - 10:00 p. m.
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Neymar, el último niño prodigio del fútbol brasileño, es hoy una pieza imprescindible para el Santos y la selección verdeamarilla por su rapidez y fina técnica, habilidades que sólo se ven opacadas por los pecados propios de su inmadurez.

Este delantero de 19 años tiene un pique explosivo y es preciso en el remate, pero son sus regates endiablados los que lo convierten en un jugador desequilibrante, extremadamente peligroso y capaz de desajustar cualquier defensa.

Su gusto un tanto exagerado  por las filigranas es su mayor enemigo en el campo, puesto que a veces intenta lucirse en exceso y pierde la oportunidad de acortar el camino al gol.

Pero los aficionados del Santos no tienen queja, ya que a la vez que el equipo ha recuperado el “juego bonito” que evoca a las generaciones de Pelé y Robinho, Neymar ha vuelto a llevarlo a una final de la Copa Libertadores, que se define este miércoles (7: 50 p.m., transmisión por Fox Sports) ante el Peñarol de Uruguay, con el que empató sin goles hace ocho días en Montevideo.

Desde muy chico, las habilidades de Neymar llamaron la atención a los cazatalentos del Santos, que lo ficharon con 12 años y lo han cuidado con cariño desde entonces para evitar que precipite su salto al fútbol europeo.

Comenzó a destacarse el año pasado, cuando anotó 42 goles en la temporada e hizo a su equipo campeón de la Copa de Brasil y del Campeonato Paulista, una victoria que se repitió en 2011.

Este año fue el máximo goleador del Campeonato Sudamericano Sub-20, con nueve anotaciones, y, en los últimos meses, se ha afianzado como una de las estrellas de la selección absoluta, con la que jugará la Copa América desde el 1 de julio.

En lo futbolístico Neymar está evolucionando. Ahora juega más en equipo y a veces prefiere dar una asistencia antes que decantarse por una jugada individual, aunque todavía le queda por recorrer un largo camino de maduración.

La mayor amenaza al despegue de este talento prometedor es la insolencia de su juventud y sus problemas para asimilar la fama repentina, que el año pasado se plasmaron en airadas riñas con sus compañeros y técnicos en actos de indisciplina que escandalizaron al fútbol brasileño y le ocasionaron una sanción por parte de su club.

En los últimos tiempos parece que Neymar ha entrado en razón y ha desterrado los ademanes displicentes y las respuestas insolentes, aunque sigue generando polémicas fuera del campo.

El mes pasado se vio obligado a reconocer que había embarazado a una joven de 17 años, que le dará su primer hijo, un varón.

Al margen de polémicas, en Brasil se ha convertido en todo un ídolo de la afición y una referencia para los niños, que imitan hasta su corte de pelo, una vistosa cresta que, según él, sigue el estilo de los indios mohicanos.

Esta noche en el estadio de Pacaembú, Neymar tendrá una dura prueba, tal vez la más importante de su corta carrera. Ganar la Libertadores significaría la tercera consagración de su equipo como el mejor de América y su graduación como estrella.

No será, sin embargo, una tarea fácil. Peñarol le apuesta a su tradición en el torneo, que ha ganado cinco veces, y a la buena campaña que ha realizado fuera de casa.

Dos clubes con historia pelean el título de la Libertadores, pero el galardón de mejor jugador del torneo parece no tener discusión, debe ser para Neymar.

Por Manuel Pérez Bella / EFE

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