Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Se preveía que alguno de los dos podía llegar a ese juego con necesidad, porque Costa de Marfil daría la pelea en ese grupo. Pero no pasó ni lo uno ni lo otro.
Con los resultados de las dos jornadas iniciales de la serie, un empate bastaba para que los pentacampeones mundiales y los lusitanos avanzaran a la siguiente ronda, por lo que el anunciado clásico resultó siendo un partido bastante discreto, con un Portugal resignado a su condición de segundo del grupo y un Brasil sin intención de gastar más de lo necesario.
A casi 700 kilómetros de allí, en Nelspruit, Costa de Marfil se despidió con honor al golear 3-0 a Corea del Norte, que se fue del torneo con más pena que gloria, pues aunque arrancó bien al perder dignamente 2-1 ante Brasil, después recibió 10 goles en dos juegos, la peor marca del Mundial.
“Nosotros siempre tratamos de jugar, de proponer, pero está claro que hoy no teníamos la necesidad de arriesgar más de la cuenta. Tratamos de rotar un poco la nómina y darles descanso a algunos hombres importantes, eso sí, sin regalar absolutamente nada”, señaló Dunga, técnico brasileño, al final del compromiso.
Carlos Queiroz, entrenador de Portugal, dijo, por su parte, que “más allá de que tuviéramos la necesidad de ganar el partido para pasar primeros, lo que intentamos fue jugar bien y agradar, aunque en frente teníamos a Brasil, uno de los mejores equipos del mundo y tal vez el único que nunca te permite imponer condiciones”.
Didier Drogba, figura de Costa de Marfil, expresó su tristeza por la eliminación, pero justificó la actuación de su equipo diciendo que “luchó hasta el final, a pesar de que la opción matemática de clasificar era pequeña. Nos vamos con la frente muy en alto, pero tristes por lo que debe estar sintiendo la gente en nuestro país”.