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La FIFA anunció este miércoles las ocho ciudades y sus respectivos estadios que acogerán el Mundial femenino de 2027 en Brasil, el primero en América Latina y bajo el sueño del anfitrión de ganar su primer título pese a la ausencia anunciada de su ídola Marta.
São Paulo, Río de Janeiro, Brasilia, Belo Horizonte, Porto Alegre, Salvador, Fortaleza y Recife son las sedes elegidas para el torneo, a disputarse en un país que nunca salió campeón mundial de mujeres, aunque el fútbol femenino causa furor entre los hinchas locales.
La candidatura brasileña derrotó una propuesta conjunta de países europeos en el congreso de la FIFA de mayo de 2024.
“Del samba al frevo, de playas impresionantes a ciudades cosmopolitas, el mundo experimentará la energía, el color y el calor humano que solo Brasil puede ofrecer”, dijo el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, en un video de felicitación en portugués publicado en su cuenta de Instagram.
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Los estadios de las sedes elegidas entre 12 propuestos, entre ellos el emblemático Maracaná de Rio, ya fueron usados en el Mundial masculino de 2014, cuando el pentacampeón Brasil fue eliminado en semifinales por Alemania, que le propinó una histórica goleada 7-1.
Esta será la primera vez que se disputarán unas eliminatorias sudamericanas específicas para clasificar a un Mundial femenino, desde octubre. Hasta ahora los equipos de la región obtenían las plazas según su desempeño en la Copa América.
El Mundial se jugará por segunda vez con 32 selecciones, un formato inaugurado en la edición de 2023, celebrada en Australia y Nueva Zelanda, que previamente los disputaban 24 equipos.
Estados Unidos y Alemania son los mayores triunfadores de los nueve mundiales femeninos, disputados desde 1991, con cuatro y dos títulos, respectivamente.
Fútbol para todos y todas
Mientras la selección de Brasil masculina está en declive desde hace varios años, la femenina llega a la Copa del Mundo con el empuje popular que recibe el fútbol de ellas en el mayor país de América Latina.
Hasta fines de la década de 1970, las mujeres brasileñas tuvieron prohibido durante décadas jugar en clubes de fútbol, una práctica que la ley consideraba “incompatible con las condiciones de su naturaleza”.
Pero siguieron practicando el deporte en barrios y comunidades, hasta que cesó la prohibición cerca del fin de la dictadura militar (1964-1985).
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Hoy el fútbol femenino brasileño es el más poderoso de América Latina. No sólo convoca a niñas y adolescentes en las divisiones formativas de los clubes, sino que llena estadios durante los partidos destacados, convoca auspiciantes millonarios y tiene estatus profesional en la liga de primera.
Pero las inversiones de la Confederación Brasileña de Fútbol y de los clubes en el fútbol femenino, así como los sueldos de las jugadoras, siguen lejos de las cifras que se manejan en el masculino.
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