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Simplemente fútbol

Los comentaristas de ESPN revelaron secretos sobre sus carreras. Hablaron de los volantes 10 y de Diego Maradona. Ambos vivieron el problema de drogadicción de 'El Pelusa'.

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Juan Diego Ramírez Carvajal
19 de noviembre de 2011 - 09:02 p. m.
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Sus carreras fueron similares. Los corazones de ambos, uno nacido hace 62 años en Buenos Aires y el otro en Armenia hace 40, latieron al ritmo de los superclásicos entre River y Boca. Enrique Ernesto Wolff Dos Santos y Jorge Hernán Bermúdez Morales, que debutaron en los equipos de sus amores (Racing Club y Deportes Quindío), oficiaron como defensores en un Mundial. Quique en el de 1974 y El Patrón en el de 1998. Y ambos hablan con tanta propiedad de los volantes 10, que parece como si hubiesen ocupado esa posición. O tal vez porque los dos jugaron al lado de Diego Armando Maradona, quien hizo de la cocaína su cómplice y enemiga y ellos fueron testigos.

Fueron casi pioneros en sus países al emigrar al fútbol europeo, donde el argentino actuó con el Real Madrid y el colombiano en el Benfica portugués. Dos viejos zorros del fútbol, que después del retiro se convirtieron en comentaristas deportivos, conversaron con El Espectador.

¿Se imaginaron algún día que iban a ejercer el periodismo?

Jorge Bermúdez: Yo llegué como panelista a un programa de ESPN, cuando yo dirigía Defensa y Justicia, en Argentina. Me siguieron invitando y le agarré el gusto. Como entrenador me tocó darles plata para los pasajes a los jugadores de América y a la cuarta fecha me tenía que ir dizque porque había parado al plantel para que cobrara sueldos. Quise ser dirigente, pero todos sabemos que para serlo hay que tener plata para comprar un club. Y quién sabe de dónde proviene la plata de algunos. Entonces me di cuenta de que no era lo que quería. En ESPN estoy tranquilo.

Quique Wolff: Para nada. Cuando jugás, pensás siempre en fútbol. Crees que vas a jugar hasta los 80 años. Yo estaba en el Madrid y había un periodista argentino en España que me animaba, me daba libros. Me invitaba a un programa radial, incluso. Al pasar los años me di cuenta de que no quería ser técnico. En mi regreso al país con Argentinos Júniors, veía esa desorganización, los hinchas entraban al camerino, los técnicos vendían y compraban futbolistas. No lo hubiera soportado. Yo volví a la Argentina para que me convocaran al Mundial del 82. Y fui pero a cubrirlo con el Canal 9. ¡Yo quería jugarlo!

Así como el del 78. ¿Por qué no lo llamaron?

Q.W.: Tenés que llamar a Menotti y preguntarle. Nunca supe nada, ni tampoco pedí explicaciones a El Flaco. Alfio El Coco Basile me dijo hace poco con su voz cavernosa: “Quique, si nos encontramos a El Flaco, ¿y si le preguntamos por qué no te trajo?”.

Dicen que James Rodríguez es el nuevo diez de Colombia. ¿Lo es?

J.B.: Hay que dejarlo jugar. No se le puede pedir que haga todo. Acaba de jugar un Mundial Sub-20 y ya le piden que sea el equipo. Nunca había jugado en el Metropolitano ni enfrentado unas eliminatorias. Esto es un equipo, no una persona.

Q.W.: Hace mucho, a Arrigo Sacchi, el técnico del Milan famoso de Marco Van Basten y Ruud Gullit, le pregunté: “¿Cuál es el mejor de tu equipo?”. Me dijo: “Van Basten es el mejor. Pero el más importante es Gullit”. Eso me quedó grabado. Me decía Arrigo Sacchi: “Antes del juego, Gullit se salía del camerino a ver a los rivales. Volvía y me decía: ‘profe, hoy ganamos, uno sólo me mantuvo la vista’”.

¿Falta en Colombia un tipo así, líder, que apriete a los jóvenes?

J.B.: Ahí está Yepes. Leonel lo aguanta porque lo necesita, no porque esté en el Milan.

¿Qué tipo de jugador es Giovanni Moreno, el mejor o el más importante?

Q.W.: No está en un gran nivel. Pero es fantástico. Yo soy hincha de Racing y me enojo porque Simeone lo saca. Yo creo que él es de los mejores, que debe estar bien rodeado. Yo digo que estos grandes siempre deben ser llamados a la selección, así no jueguen. De esa forma, recuperan su nivel.

J.B.: Él aún no disfruta lo que hace y en Racing no lo ayudan a jugar como él sabe. Yo hablo mucho con Leonel, él quería llamarlo, sabe que es un gran jugador. Pero en este momento no está bien. Siempre es bueno tener un 10 como él en un equipo, es un plus. Aunque aún debe demostrar en la selección que es el mejor.

¿Hay que apretarlo como Jorge a Juan Román Riquelme en Boca?

J.B.: Tiene que llegar ese momento. Román tenía 17 años, la pisaba y nadie se la podía sacar. Era su estreno como titular en la Bombonera y en la primera que recibió voló por el aire. Tenía al frente a Raúl Cassini, un picapiedra. Después de eso decidió esconderse, tenía pánico escénico. Terminó el primer tiempo y bajando al camerino lo esperé y lo agarré contra la pared. Le dije: “Aquí el 10 es usted. Necesitamos al jugador que va a ser grande, millonario y va a sacar de pobres a sus 10 hermanos. Para el segundo tiempo rebobine y haga lo que sabe hacer”. Ahora él me ve y me saluda muy cariñosamente. Eso denota que uno hizo algo bueno.

Q.W.: Ya que lo menciona, a mí me pasó algo similar con Maradona. Yo regresé al país a jugar con Argentinos Júniors, junto con Diego. Él me decía Maestro y yo a él, genio. Me respetaba porque había jugado en el Real. Un día fuimos a jugar un amistoso a San Juan. Termina el primer tiempo y perdíamos 3-0. Entra Maradona al vestuario, se saca la camiseta, la tira y dice: “Somos una mierda, la gente viene a verme y mire lo que hacen”. Me paro y le digo: “Agarrá la camiseta. ¿Qué te importa lo que hagamos nosotros? Vos mostrá que sos Maradona. ¿Qué mierda hiciste en el partido?”. Se puso la camiseta y ganamos 4-3. Diego hizo de todo. En una jugada él arranca como contra los ingleses en el Mundial del 86, y le salgo yo solo por el medio. Le sale el arquero, yo se la pido. Él sale para afuera y el portero se cae, llega hasta el fondo, pasa a todos los defensas y otra vez al arquero. Y cuando pensamos que iba a rematar me la pasa a mí, que estaba mirándolo. Me rebota y el defensor la tira afuera. Yo lo miro. Y me dice: “¿No me la pediste, Quique?”.

¿Hay o habrá otro Maradona?

Q.W.: Diego es muy particular. Lo conozco mucho, lo regañé bastante. No venía a entrenar y yo le recriminaba. Tuvo sus problemas feos con la droga. Siempre me ha dolido que Carlos Bilardo lo tuvo ocho años drogándose y lo dejó porque lo hacía ganar. A mí eso me pone mal. Si lo hubiésemos rescatado, habría sido mejor. Arrigo Sacchi me decía: existen jugadores y existe Maradona.

¿Por qué decía eso?

Q.W.: Sacchi me dijo: “Nosotros jugamos un día contra Nápoles en Milan, cuando habíamos ganado todo ya. Entonces nos reunimos en el camerino y les dije: ‘Hoy es el mejor momento para demostrar que somos un gran equipo, somos once para ganarle a uno: Maradona’. El primer tiempo terminó 0-0 y les dije: ‘Maradona nos dio 45 minutos de gracia. Él hace un gol y perdemos’. Sale un pelotazo largo y sale el arquero nuestro y también Maradona. Todos pensamos que era balón del portero, menos Maradona. Se tiró, le pegó en la nuca y el balón pasó por arriba del arquero. Existen los jugadores y existe Maradona”. Ese es Diego, el que miraba a sus rivales con desparpajo y se volteaba y les decía a sus compañeros: “A estos de la Juventus les ganamos hoy”.

‘El Patrón’ también compartió camerino con Maradona…

J.B.: Llego a Boca en el 97, a mi primer día de entrenamiento. Y Diego fue el primero que se paró. Me abrazó, me dio un beso en la mejilla y me dijo: “Bienvenido, Bermúdez. Lo que necesites me dices. Y mira, este estúpido (su representante Guillermo Coppola) te hace vueltas de banco, te consigna la plata”. Ese es Diego. Teníamos que sentarnos a esperarlo para entrenar a las nueve. A veces llegaba a las once en su Ferrari, en un Porsche o en un camión y se metía a la cancha a darle vueltas. Era loco, estaba mal de la droga. Pero cuando no se drogaba, nunca vi un jugador igual.

Q.W.: No hace mucho tenía un evento en Brasil junto con Antonio Careca, que jugó con Diego. Le preguntaron: “¿Pelé o Maradona?”. Y él dijo: “Pelé saltaba como nadie, le pegaba con ambas, era rápido, guapo, hizo 1.200 goles, ganó tres mundiales. Maradona hacía todo con una sola pierna, así que el mejor es Maradona”. Cómo sale eso de un brasileño. Roberto Carlos me decía: “Quique, mi ídolo es Pelé, yo soy brasileño. Pero el mejor de todos es Maradona”.

Ustedes podrán decir que jugaron con Maradona…

Q.W.: Claro, y ese tipo de jugadores te obliga a jugar bien. El talento genera talento. Si vos se la devolvés mal, te sentís como un estúpido. Eso hacen los 10, que para mí no se han extinguido. Hay que jugar para ellos.

J.B.: Precisamente, El Pibe te madreaba en los vestuarios cuando no se la dabas. Podía tener a un león como Simeone por detrás y había que dársela. Un día, Osman El Fosforito López fue a salir con la pelota y vio que El Pibe estaba marcado y prefirió enganchar y dársela a otro. ¡Ay, Dios mío! Yo lo miraba y le decía: “Ay, Osman. Lo que te espera”. Osman no entendía. Pues en el camerino Carlos le dijo de todo. “Me la tenés que pasar a mí”. Sólo se escuchaba “eche, eche, eche”. Osman lloró.

¿Por qué Messi no rinde igual en la selección que en el Barcelona?

Q.W.: ¿Tú creés que no funciona Messi en la selección? Argentina no ha ganado, pero si ves, Messi fue el mejor. El problema es que la selección no sabe aprovechar a Messi. En Barcelona no les importa que sea la figura del equipo. En la albiceleste, todavía sí. Pero manejar esos egos lleva su tiempo. Pasó con Maradona, que prácticamente no jugó el Mundial del 82. Luego pensaron que debía ser Maradona y 10 más, y mirá. Cuando se den cuenta de que Argentina son Messi y 10 más, las cosas cambiarán.

J.B.: Nosotros jugábamos en función de nuestro diez. A mí no me ofende que El Pibe a los 50 años sea el máximo ídolo en Colombia. Tampoco me ofendía que Román saliera todos los fines de semana en Olé. No hubo Valderrama sin un Rincón y un Asprilla, que corrieran metros para alcanzar sus pases. Todos jugábamos para él. Por eso no estoy de acuerdo con que ataquen a Messi. Les cuesta asimilar su rol, el de 10.

Aunque usted tuvo que frenar a más de uno, Jorge. Como a ‘Pipo’ Gorosito.

J.B.: Estaban de moda las bombas de estruendo y ¡pummm! Le cayó una cerca a Óscar Córdoba. Miré y le salía una gota de sangre por su oído. Veo que se acerca Gorosito y le dice: “Párate de ahí. Allá en Colombia caen 10 mil en las calles. Te viniste a robar la plata, coquero”. Yo escucho y lo miro más chiquito de lo que era. “Chicho, vení”, grito. “Vamos a matar a este, primero yo y después vos”. Saque de puerta del portero de San Lorenzo. Gorosito estaba de espalda, le grité a El Chicho que se quitara y lo medí, salí corriendo y se la conecté en la nuca con la rodilla. Se desmayó Gorosito, le daban agua, oxígeno. “¿Quién fue, quién fue?”, preguntaba Gorosito. El Loco Abreu le dijo: “Esta belleza”, mientras me señalaba a mí. “Y espérate, ya viene la otra”, le dije. En la jugada siguiente, le tiran la pelota y lo agarra Chicho con las dos piernas, y otra vez para afuera, sin aire. En un tiro de esquina nos dice: “Muchachos, basta. No me vayan a matar a mí”.

Si ustedes fueran contemporáneos se habrían enfrentado en un superclásico River-Boca. ¿Qué significa ese juego para ustedes?

J.B.: Qué lindo era que me madrearan en un superclásico. Es un juego aparte. La gente lo hace especial. En uno de tantos, en el entretiempo, perdíamos 1-0 y la gente nos tiraba todas las sillas, casi destruyen el estadio. Se vive con mucha pasión. Recogían a mi hijo para ir al colegio y el chofer, hincha de Boca, me decía una semana antes: “Hay que ganar”. En la tienda, el dueño hincha de River, me advertía: “Si ganás, no te vuelvo a vender”. Es impresionante.

Q.W.: Yo debuté en River en un superclásico, en el Monumental, y ganamos. Yo no entendía nada, era algo nuevo para mí. Era toda una semana previa y una después hablando del juego. A mí me tocaron Racing-Independiente, Atl. de Madrid-Real Madrid, Las Palmas-Tenerife, Real Madrid-Barcelona. Pero no hay como River-Boca. Es muy especial.

¿Colombia está muy lejos de vivir un clásico así?

J.B.: En Colombia el equipo va perdiendo y el hincha ya se va quitando la camiseta. En los clásicos América-Nacional, en Medellín, recuerdo que nos cuidaba en el hotel el ejército, armado. Ni eso lo hacía tan especial.

Q.W.: No pasa en Colombia que si ganas el clásico salvás el semestre. River-Boca es una cultura. El fútbol en Argentina es una cultura. Se llora, se sufre. Mucho más que en otros países.

Aún hay margen para el error

Jorge Bermúdez y Quique Wolff analizaron a la selección de Colombia, luego de empatar con Venezuela y caer ante Argentina.

“Se vivió más el juego de Argentina que el de Venezuela. Era más importante el primero porque es un rival directo. Pero esto es largo, en este sistema de eliminatorias hay margen para el error. Lo cierto es que al final Leonel transpirará más que sus jugadores”, aseguró Wolff.

“Esta generación es prometedora, porque son importantes en sus clubes. A nosotros nos tocó abrir muchas puertas. Pero teníamos un equipo, ellos tienen más individualidades. Falta que se unan. La idea es que la actual pueda borrar a la camada de nosotros”, dice Bermúdez, quien apoya la continuidad de Leonel Álvarez.

Por Juan Diego Ramírez Carvajal

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