Judy Murray, la clave del éxito de su hijo Andy, leyenda del tenis británico

A propósito del Día Internacional de la Mujer, el dos veces campeón olímpico y ganador de tres torneos de Grand Slam, comparte su punto de vista sobre el rol que las mujeres han jugado durante su carrera, incluidas su madre y su entrenadora, Amélie Mauresmo. Se refiere también a los progresos en términos de igualdad de género de cara a los Juegos de Tokio 2020 y las barreras que aún debemos derribar. “El género de un técnico no debería tener importancia”, dice.

Sir Andy Murray - Especial para El Espectador
08 de marzo de 2020 - 02:00 a. m.
Andy Murray, en compañía de su madre y primera entrenadora, Judy, luego de ganar el Abierto de Estados Unidos, uno de sus tres títulos de Grand Slam. / Getty Images
Andy Murray, en compañía de su madre y primera entrenadora, Judy, luego de ganar el Abierto de Estados Unidos, uno de sus tres títulos de Grand Slam. / Getty Images

Cuando éramos pequeños, mi hermano Jamie y yo vivíamos muy cerca de las canchas de tenis locales de Dunblane, Escocia.

Como mi madre, Judy, jugaba bastante bien al tenis y era entrenadora, nuestro destino era terminar jugando nosotros también.

Mi madre tiene mucha energía y ha sido adicta al trabajo desde que éramos pequeños. A menudo se levantaba a las 4:00 a.m. para comenzar su día. Su determinación, su ética del trabajo y su impulso para hacer lo que realmente desea, la han convertido en mi modelo a seguir. Incluso ahora sigue viajando a todas partes y enseñando en la cancha, tratando de hacer que el tenis sea accesible para todos y dando una oportunidad a las niñas, jóvenes y demás entrenadoras.

Mi madre me entrenó desde pequeño y he tenido grandes experiencias con entrenadoras a lo largo de mi carrera como tenista. Sin embargo, cuando me convertí en profesional, me di cuenta de que, básicamente, cada jugador masculino tenía un técnico masculino y, en la mayoría de los casos, un equipo de apoyo masculino.

En 2014, cuando tuve que elegir un nuevo entrenador, quise trabajar con un exjugador, porque creo que pueden ayudar mucho en la vertiente psicológica y entender las presiones de jugar y ganar grandes competiciones. Al igual que yo, Amélie Mauresmo había luchado por manejar los nervios y había superado el vértigo de ganar grandes eventos, y pensé que ella me entendería en ese sentido.

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La reacción a la designación de Amélie como mi entrenadora, incluso de las personas cercanas a mí, hizo que me diera cuenta de que había un problema. La razón por la que la cuestionaban se basaba puramente en su género; no era por su habilidad ni por lo que había hecho en su carrera.

Lo hice bien con Amélie y llegué a finales de Grand Slam, pero mucha gente vio el período en el que trabajamos juntos como un fracaso, porque no gané ninguno de los títulos del circuito. La gente la culpaba de mi rendimiento, pero no lo habían hecho con mis otros entrenadores. Con ellos, con los hombres, siempre era yo el que tenía el problema y a mí a quien se criticaba cuando perdía. Con Amélie, las preguntas que me hacían muchas veces después de perder los partidos eran sobre nuestra relación. No me ha vuelto a pasar nada parecido ni antes ni después en mi carrera.

Los mejores entrenadores deben ser las personas más aptas y en los Juegos Olímpicos es realmente increíble que las mujeres representen solo el 11 % de los entrenadores; es evidente que hay que trabajar más sobre este tema.

Cuando se trata de mentalidad, habilidades e inteligencia, no hay razón por la que una mujer no pueda ser tan buena como un hombre, y esperemos que las cosas cambien cuando las mujeres tengan más oportunidades.

Curiosamente, he leído que en Tokio se alcanzará el mayor número de mujeres compitiendo en una edición de los Juegos Olímpicos (serán el 48,8 % de los deportistas), por lo que es evidente que estamos avanzando.

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De todos los deportes a nivel mundial, el tenis es el mejor en términos de igualdad de premios y jugadores masculinos y femeninos compitiendo en los mismos eventos. Sin embargo, lo que me interesa es que, en lugar de celebrarlo, a menudo es uno de los aspectos que se cuestiona dentro del mundillo de este deporte.

Es atractivo para las personas que lo ven, para los espectadores, para las televisiones, para todo el mundo, así que no deberíamos perder tiempo discutiendo sobre ello; celebrémoslo y usémoslo a nuestro favor para hacer crecer el deporte en todo el mundo.

Los Juegos Olímpicos también desempeñan un papel importante en el fomento de la igualdad de género. A la gente le encantan porque pueden ver a los mejores atletas, hombres y mujeres compitiendo. Les divierte la mezcla de deportistas de ambos sexos, y esa es una de las razones por las que son el evento deportivo con más éxito del mundo.

Cuando competí por primera vez en los Juegos de Pekín, en 2008, fui a ver los partidos de dobles mixtos de bádminton y me encantaron. Del mismo modo, a la gente le gusta ver partidos de dobles mixtos de tenis; más deportes deberían observar con detenimiento estos formatos y pensar en lo que pueden hacer para incluirlos y en lo que los aficionados podrían querer ver.

El partido de dobles mixtos que jugué con Serena Williams, en Wimbledon el año pasado, fue un buen ejemplo de cómo el formato atrae a un tipo ligeramente distinto de espectadores. Normalmente, cuando gano o pierdo en Wimbledon, la gente se me acerca y me dice: “Bien jugado” o “mala suerte”. Sin embargo, con Serena, mucha gente decía: “Nos ha encantado verte jugar con Serena. Ha sido fantástico”.

A la gente le gusta ver el deporte mixto y debemos fomentarlo. ¿Cómo alguien puede dudar de que esto es bueno para todos?

Por Sir Andy Murray - Especial para El Espectador

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