Enfrentar a Rafael Nadal tiene una particularidad, pues a diferencia de otros jugadores, el español corre más con el paso del tiempo, tiene más energía cuando el partido se alarga y siempre obliga a que le devuelvan una pelota más, es decir, pasa el problema del otro lado, también la presión. Es como si succionara el ímpetu de su oponente para sumarlo al propio, quebrantando la mente y el espíritu y todo.
Este viernes, sucedió lo que casi siempre sucede cuando el número uno del mundo está jugando su mejor tenis: un primer set parejo, que termina ganando Nadal, y después un paseo. Juan Martín del Potro fue su última víctima en semifinales de Roland Garros. El argentino aguantó lo que duró el capítulo inicial y después se desmoronó para caer una vez más con el de Manacor en París.
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Y aunque Nadal no tuvo un mejor porcentaje de puntos ganados con su primer saque (61 contra 75%), el uno del mundo si cometió menos errores no forzados (19 contra 32), tuvo más tiros ganadores (35-20) y quebró en cuatro ocasiones el servicio de su rival.
Ahora, Rafael irá por su décimo primer título en Roland Garros, una marca impresionante para un jugador de 32 años que parece no tener tope sobre polvo de ladrillo, que con cada año que pasa se hace más invencible en París, su segundo hogar. Su próximo reto: el vehemenge Dominc Thiem, quien buscará una hazaña que parece imposible de lograr.