Stefanos Tsitsipas, el nuevo ‘matagigantes’ del tenis

Con apenas 20 años, el griego eliminó a Roger Federer en el Abierto de Australia y ahora es uno de los favoritos para llegar a la final. Esta es su historia.

Camilo Amaya
21 de enero de 2019 - 11:00 a. m.
AFP
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Nació en un país en el que el deporte colectivo siempre fue más importante que el individual (aún lo sigue siendo), y en una región turística de playas cristalinas y arenas blancas protegidas por el monte Himeto, de actividades acuáticas y voleibol playa, de la vida en función del mar. Sin embargo, Stefanos Tsitsipas, el griego de 20 años que eliminó a Roger Federer del Abierto de Australia, en la que enfrentó nada menos que al español Rafael Nadal, prefirió el tenis, por su padre, Apostle, un aventurero que en su juventud tomó el riesgo y se fue a los Estados Unidos para jugar tenis universitario, para estudiar y entrenar, y regresó a Grecia con la frustración de no ser profesional.

También por su madre, Julia Salnikova, ex jugadora rusa, hija de Sergei Salnikov, ex futbolista y entrenador, y uno de los hombres más queridos en la capital de ese país por su historia con el Spartak de Moscú, grandilocuente y emocional.

Por eso no es extraño que la primera foto a sus tres años sea con una raqueta del doble de su tamaño, con una gorra más grande que su cabeza y con una pelota marca Head. El tenis, un asunto familiar, no fue obligatorio para él, pero la influencia que tuvo lo hizo, de cierta manera, el principal camino por tomar. Los consejos de su papá y de su mamá lo hicieron madurar más rápido que los niños de su edad, entender que ese deporte es de porcentajes y regularidad, más que talento. Pura disciplina soviética con el toque del espíritu griego.

Como juvenil demostró más habilidad con la raqueta que los demás, aunque a veces perdiera el control de sí mismo y se recriminase más de la cuenta. Ante eso, Apostle cambió la estrategia con su hijo y se dedicó a entrenarle la mente, a hacerlo inmune a los malos momentos y a no dejar que las emociones lo controlaran en la cancha; en otras palabras lo convirtió en un jugador de póquer, de rostro sereno, impávido por instantes, hasta negligente a primera vista. “Traté de que primero fuera calmado para que después desfogara toda la energía con la raqueta”, cuenta.

Sumó su primer punto ATP en noviembre de 2014 (16 años), empezó a figurar en torneos Challenger después de una fugaz aparición en eventos Future y hasta el año pasado cumplió la primera meta que se trazó con sus padres: entrar al grupo de los mejores 100 del mundo.

“Me asombra su capacidad atlética y su forma de entender el tenis a pesar de su juventud. Sabe que todo se trata de pegar más bolas durante más tiempo y cada vez a mayor velocidad”, comenta Apostle, quien ahora viaja con él a cada torneo, sufre desde la tribuna y se ha convertido en la sombra de un jugador que ayer apenas cumplió 20 años, el mismo que lo salvó de ahogarse en Heraklion, capital de la isla de Creta, cuando por dárselas de temerario se metió al mar y las corrientes de a poco se lo fueron llevando bien adentro. “Sentí que el agua me pasaba por encima y que ya no tenía fuerzas para volver”, reconoció en una entrevista.

Hoy, tras convertirse en el tenista más joven en vencer a cuatro Top 10 en un Masters 1.000 (Dominic Thiem en segunda ronda, Novak Djokovic en tercera, Alexander Zverev en cuartos y Kevin Anderson en semifinales), Tsitsipas alterna su profesión con la actividad de youtuber. Y uno bien popular, pues su canal aumentó de seguidores de un momento a otro gracias a su perfecto revés, a su derecha consistente y a su potente saque. “Trato de hacer videos contando un poco lo que tiene cada ciudad que visito gracias al deporte. Y parece que a la gente le gusta”, explica.

Alto, de cabellera larga y rubia como un rockstar, de barba desordenada y contextura delgada, Stefanos es la sensación del circuito, un lugar al que llegó soñando, pensando y actuando, y en el cual todo parece indicar que estará durante mucho tiempo.

Por Camilo Amaya

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