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Un análisis personal sobre la Copa América y la selección Colombia

Un escritor y colaborador de El Espectador y sus opiniones sobre el fútbol nacional como fenómeno social.

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Petrit Baquero* / Especial para El Espectador
18 de julio de 2024 - 03:00 p. m.
La selección colombiana de fútbol que quedó subcampeona de la Copa América 2024.
La selección colombiana de fútbol que quedó subcampeona de la Copa América 2024.
Foto: FCF
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Como todo el mundo opina de política, música, el escándalo de turno, farándula y, por supuesto, fútbol, entre otras cosas más, me permito compartir mi opinión sobre la selección Colombia y la Copa América que acaba de terminar.

1. Creo que la selección Colombia ha dado un gran salto de calidad, no porque sea el equipo que mejor ha jugado en la historia de las selecciones nacionales (que no creo), pero sí porque lo hizo con jerarquía, personalidad y mentalidad ganadora sintiendo que podía triunfar y yendo a jugar en consecuencia, sin importar el rival, lo cual a veces en el pasado no ocurría. Antes, tal vez, se necesitaba de generaciones brillantes, que surgían de manera espontánea, y que lograban ilusionar a todo un país y ganarse la admiración de gente de otros lugares del mundo, pero esta vez, creo yo, la cosa es diferente, pues se trata, más bien, de jugadores buenos y fogueados en ligas de todo el mundo que no se achican ante los rivales, pues están convencidos de que pueden ganarle a cualquiera. Con esto quiero decir que Colombia, de ahora en adelante, va a ser siempre favorita para ganar cualquier torneo que juegue, pues, a la tradicional calidad y “buen pie” del futbolista colombiano, que siempre ha existido, se sumó la jerarquía, el roce internacional y la mentalidad ganadora que hace que, a pesar de no tener ahora un juego lujoso y exuberante (ni grandes estrellas), sea competente para cualquier reto que se venga. De hecho, a mí me parece que este equipo de Colombia no tiene súper cracks, así Luis Díaz sea excelente y James tenga una zurda prodigiosa, pero sí observo que en los otros puestos hay jugadores buenos, sólidos, rápidos, solidarios, técnicos y que desempeñan su papel de buena manera. Mejor dicho, hoy no veo a un Freddy Rincón, un Tino Asprilla, un Tren Valencia o un Leonel Álvarez en el campo de juego, pero sí a jugadores fogueados que generalmente van a jugar bien, porque en Colombia siempre habrá calidad futbolística, pero no había antes ese roce internacional que ahora sí se tiene.

2. Para mí, el fútbol a nivel de selecciones nacionales se ha nivelado en gran medida en un nivel medio y no por lo alto, pues ya no veo súper equipos a nivel de selección (tipo Holanda del 74, Brasil del 82, Brasil del 2002, Francia del 2006, España del 2010, Alemania del 90, Holanda del 88, Hungría del 54, y deliberadamente menciono a varios de los que no ganaron el Mundial), sino equipos buenos, correctos, técnicos y que tienen muchos duelos en igualdad de condiciones con sus rivales (por eso, tantas definiciones por penaltis). Es decir, el fútbol a nivel de selecciones tiene ahora un nivel medio-alto en general (tal vez el equipo que hoy en día podría ser espectacular sería Francia, al menos por los jugadores que tiene, pero no juega bien) y pienso que, en este contexto, Colombia está para jugarle de igual a igual a los mejores equipos del mundo.

3. Ya, refiriéndome al partido final contra Argentina, es evidente que Colombia llegó mucho más cansada que su rival, pues su camino hasta la final fue duro, teniendo que enfrentar en primera ronda a Brasil (que no es el súper Brasil de antes, pero no deja de ser peligroso) y en cuartos de final a Uruguay, en un partido que fue muy desgastante, sobre todo por hacerlo con 10 jugadores, por una infantil expulsión. Argentina, por el contrario, tuvo un grupo plácido, y pese al susto contra Ecuador que jugó mejor y pudo ganar (le faltó jerarquía), al final tuvo un camino de rosas, con un día más de descanso y menos encuentros físicos. Ahí los que dicen que había favoritismo previo para Argentina siguen diciendo muchas cosas.

4. Pero, independientemente de eso, Colombia hizo un buen partido, siendo superior en el primer tiempo, superado en el segundo y con cierta paridad en los tiempos suplementarios, aunque con más opciones a favor de Argentina que Camilo Vargas pudo atajar. De hecho, Colombia solo tuvo una jugada clarísima, que fue el tiro cruzado de Arias que pasó pegadito al poste.

5. Sorpresivamente para algunos, aunque entendiendo las situaciones que marca el padre tiempo, a Argentina le benefició la lesión de Messi (que, al parecer ya venía lesionado desde hacía varios minutos y tocado antes del partido), pues, con la entrada de Nico González, logró más ritmo de juego y mayor marca, además de mejor presencia ofensiva para fortalecer el juego de Di María por la banda izquierda. Con Messi, que sigue teniendo calidad, aunque ya no es el súper Messi que conocimos, Argentina tenía a un jugador que no marcaba, pero con Nico González, hubo marca, pelea, velocidad y más juego ofensivo, incluso atacando por el lado de Santiago Arias que, al menos hasta cierta parte del partido, fue un jugador con importante presencia adelante.

6. No hay que olvidar que Colombia le jugó de igual a igual al campeón del mundo, empatando durante los 90 minutos y jugando duro en los dos tiempos suplementarios. Y en esto, Argentina tiene experiencia, cancha y títulos que la avalan. Tal vez, se pudo haber llegado a penaltis y ahí habría que ver qué pasaría, aunque es claro que el arquero de Argentina, Dibu Martínez, intimida a sus rivales por una expresividad verbal y gestual que a algunos no les gusta, pero que le ha traído réditos positivos.

7. Ese cuento de que a Colombia le robaron dos penaltis es el mismo de cuando dijeron que “era gol de Yepes”. Y no, ni fue gol de Yepes ni esas jugadas fueron penaltis, pues fueron, cuanto más, discutibles (de hecho, Argentina también pudo reclamar por una mano de Colombia en el área que no se pitó, aunque era, claramente, involuntaria).

8. El excelente nivel mostrado por Colombia ilusionó a gran parte del país, uno, por cierto, ávido de noticias positivas que, en un clima de polarización, violencia y dificultades, sintió como un bálsamo la esperanza de conseguir el ansiado título de la Copa América. Y sí, para algunos sonará absurdo que gente que anda bien llevada se sienta contenta porque la selección triunfó y afirme orgullosa que “ganamos”, pero, sin duda, el país está necesitado de alegrías que no sean solo un escape al diario vivir, sino un motivo de inspiración para seguir luchando por salir adelante (y en la buena).

9. La euforia desatada en este 2024 por la selección Colombia, me recordó a la que había para la Copa América del 93. En esa Copa, Colombia fue, de lejos, el mejor equipo (como en esta), pero fue eliminada por penaltis por Argentina que, a la postre, fue campeona del torneo. Maturana no quiso meter en ese partido al Tren Valencia, en ese entonces goleador del Bayern Múnich, y dejó a Aristizábal, lo cual fue un gran favor que se le hizo a los entonces dirigidos por Basile. Colombia jugó con 10 jugadores casi todo el partido por la temprana expulsión de Luis Carlos Perea, pero, a pesar de eso, arrinconó a Argentina, que sufría cada vez que Asprilla agarraba el balón, pero que no sentía la misma presión cuando Aristizábal lo tenía. Con el Tren otro gallo habría cantado, lo cual se demostró en las eliminatorias, cuando Colombia derrotó dos veces a Argentina, además de manera brillante, y con el Tren Valencia anotando goles en ambos partidos. Eso sí, fue en ese partido de semifinal, que Colombia se dio cuenta de que era superior a Argentina, lo cual todavía no pasa con la Colombia de la actualidad.

10. Me fui 31 años atrás, porque eso pone en evidencia que en el pasado Colombia ha tenido equipos buenísimos, pero que a la vez ningún técnico es infalible y Lorenzo, que ha demostrado que tiene gran calidad y astucia para hacer los cambios, como en el partido con Uruguay, cometió errores con los cambios en el encuentro con Argentina o, al menos, no le salieron como habría querido. Para mí, Quintero jugó bien cuando entró y dejó un par de jugadas de fantasía que siempre aplaudiré, pero el resto de jugadores no entró tan enchufado, dándole también cierta ventaja a Argentina cuyos cambios sí funcionaron y que, finalmente, consiguió anotar con uno de los jugadores que entraron como revulsivo en el partido.

11. Por cierto, se me había olvidado hablar de Karol G y su interpretación del himno nacional. A mí me parece que lo hizo bien. El sonido, al menos en televisión, no era bueno e hizo que su voz se oyera por debajo de la pista orquestal, sin embargo, ella tiene una voz dulce, que no es exuberante, pero se adecúa perfectamente al género que canta, por lo que le salió bien el himno, a pesar de los nervios que tenía y que se le notaban. Es que en otras ocasiones sí hubo chascos con el himno, como el de “la libertad de ublime” de Shakira o la colgada que, antes de una pelea del “Happy” Lora, se pegó Claudia de Colombia porque, en el acapelazo que hizo, arrancó el himno en un tono muy alto y no llegó bien al final (pero ustedes están muy jóvenes para recordarlo). Dicho esto, lo que me parece que ocurre con Karol G y otras figuras del mal llamado “género urbano” (en el que efectivamente hay algunos personajes muy malos para cantar) es que la gente los critica, no por su desempeño sino por los prejuicios que tienen sobre la música que hacen; por ende, asumen que alguien que cante reggaetón no puede ser un buen cantante, y eso no es tan así. Además, me imagino que varios de los que critican a Karol G no cantan ni en la ducha ni tocan ni el timbre de la casa, pero sí están listos para darle palo cuando tienen el chance de hacerlo. Para mí, Karol G lo hizo a su manera, con una voz dulce, no muy potente, con poco rango vocal, pero cumpliendo con lo que tenía que hacer (total, los que la criticaron por el himno y por la pinta que se puso, siempre la criticarán por cualquier otra cosa que haga).

12. No me pareció gran cosa el show de Shakira, pues fue muy convencional y, además, haciendo “playback”. Obviamente, sus fans dirán que fue una presentación maravillosa, pero a mí no me gustó, pues, si bien todo lo que haga tiene buena producción y profesionalismo, no hubo un momento memorable ni algo preparado para quedarse en el recuerdo de los espectadores. Seguramente, como la Copa América fue organizada en Estados Unidos, sus organizadores buscaron hacer algo similar a lo que ocurre en el Súper Bowl cuando hay una presentación musical (con varias que han sido realmente espectaculares), pero creo que no fue una buena idea y además la hubieran hecho antes de empezar el partido (como en la final de la Champions League), no en el intermedio.

13. Por cierto, dijeron que el show de Shakira duraría 25 minutos, pero duró solamente 8, lo cual deja ver que esos minutos extra fueron aprovechados para la publicidad, es decir, el negocio, razón por lo cual ninguno de los organizadores chistó.

14. Esa extensión de 10 minutos en el intermedio generó molestias por la incoherencia de los organizadores, pues durante el torneo varios técnicos fueron sancionados porque sus equipos no salieron a la hora exacta para el segundo tiempo, pero en cambio para la final extendieron el tiempo de manera arbitraria. Néstor Lorenzo se quejó con razón y adujo razones deportivas, como el enfriamiento que podían tener los jugadores.

15. Ya que menciono la queja de un técnico, me acordé de lo que dijo Marcelo Bielsa, técnico de Uruguay, quien se quejó de la organización, la baja calidad de algunos campos y, sobre todo, el papel asumido por algunos periodistas que son funcionales al poder establecido y, sobre todo, al gran capital que es muchas veces dueño de los medios en los que trabajan, por lo cual las críticas de estos estarán dirigidas siempre, salvo honrosas excepciones, a quienes cuestionen ese poder establecido, condicionando a su vez las opiniones de mucha gente, tan manipulable tantas veces. Vale decir algo obvio y es que eso que dijo Bielsa no aplica solamente para los periodistas deportivos, sino para muchos en general.

16. Como en todo, hay buenos, regulares y malos periodistas, pero hay unos muy malos y además malintencionados que generan mucho ruido y que, a pesar de que los hechos les callan la boca, siguen campantes opinando como si siempre hubieran tenido la razón. Uno podría pensar que a esos periodistas los siguen enviando a esos eventos porque generan rating, pero no es así, pues un canal cuadruplicó en audiencia al otro en todas las transmisiones. Y ya saben de qué personaje estoy hablando.

17. Colombia es un país desigual y violento que tiene serios problemas de autoestima, por lo que les otorga a sus deportistas más reconocidos (o a sus artistas renombrados) obligaciones que no tienen y que deberían ser de sus dirigentes políticos y funcionarios públicos. Por eso, si los objetivos no se logran, los que estaban en un pedestal son bajados inmediatamente de manera rotunda y, a veces, violenta. Al respecto, veo que algunos andan criticando a los jugadores y al técnico por ilusionarnos y después fracasar en el intento, sin observar que llegaron a la final de un torneo muy importante, perdieron con las botas puestas al final del tiempo extra y se enfrentaron al campeón del mundo, al que hicieron sufrir bastante.

18. Colombia es un país violento y desigual, lo repito, en el que la línea divisoria entre lo legal y lo ilegal es difusa y poco clara. Por eso, hace 30 años, un par de hermanos ligados al narcotráfico y el paramilitarismo (y amigos de cierto expresidente), asesinaron a uno de sus jugadores insignia (y, al parecer, una gran persona) por cuenta de una jugada desafortunada en el Mundial de Fútbol. 30 años después, en esta Copa América, sobre todo en los dos últimos partidos, salieron a relucir los muchos problemas sociales y educativos que tiene parte de la población colombiana, pues un montón de colombianos no se supo comportar al actuar como verdaderos trogloditas. Algunos dirán que fue un sector minoritario de la hinchada colombiana, pero no fue tan así, pues hubo muchísima gente con la camiseta de Colombia que intentó colarse por todas partes, incluso metiéndose por los ductos de aire; armó peleas con hinchas contrarios, se agarró también entre sí, botó cosas (recuerdo al “maíz pira que botaron para “bañarse” en este) y destruyó varias de las instalaciones del estadio, lo cual es un completo desastre. Y sí, ha habido casos en que las barras de muchos lugares del mundo son violentas, peligrosas y casi que incontrolables, pero lo de los colombianos, que además no formaban parte de barras organizadas, sino que eran hinchas que iban individualmente o en pequeños grupos, fue tremendo, como si todo un país les hubiera enseñado que esa es la manera de actuar, ya sea en Colombia o en otro lugar, pues es la idea del colombiano “vivo”, henchido de patrioterismo y violencia, que aprovecha al “papayazo” (y va uno a ver…). Supongo que algunas de estas personas serán identificadas, judicializadas y, si es el caso, deportadas, y me imagino que varias de las que cometieron esos desmanes entraron a Estados Unidos por “el hueco”. Empero, resulta vergonzoso que la imagen que quedó de los colombianos no sea la del su excelente equipo de futbol, sino la de un montón de pendejos que no se saben comportar.

19. Eso sí, no se trató solamente de los hinchas de Colombia, sino también del presidente de la Federación Colombiana de Futbol, Ramón Jesurún, quien se vio involucrado en tremendo escándalo por intentar golpear, en compañía de su hijo, a miembros de la seguridad del torneo, por lo que fue arrestado por un día, obligado a comparecer ante una jueza con el vestido naranja de preso y esposado, e instado a pagar US$ 2.000 de multa. Eso es una vergüenza histórica, y a pesar de que uno sabe, o al menos intuye, la calidad humana de algunos de los dirigentes que ha tenido la Federación Colombiana de Fútbol, este hecho debe obligar a Jesurún a renunciar. ¿Será que lo hará? Esperemos que sí. Y, de verdad, que vengan dirigentes que hayan jugado fútbol alguna vez en su vida.

20. Observando todo esto, vuelvo a decir algo que sentía hace 30 años y es que el fútbol que juega la selección Colombia es superior a la mentalidad de al menos un sector significativo del país, que, en un contexto de tejido social roto, violencia, individualismo rampante y egoísmo, solo busca una excusa para enrumbarse, bravear a los demás y, por supuesto, aprovechar el papayazo que otros le puedan dar.

21. Por cierto, la organización del torneo fue pésima, y si bien quedó en evidencia que no estaba preparada para recibir a la horda de colombianos anómicos que se metieron por todas partes, hubo muchos otros detalles que sorprendieron en un país que está acostumbrado a hacer espectáculos de todo tipo, pero que, al parecer, tiene poco interés por el fútbol que allá denominan “soccer”, pese a que será una de las sedes de un Mundial con 48 equipos (una pachanga que le cambiará el estilo al torneo).

22. Colombia, como dije, es violenta, por lo que habría que pensar cuántos muertos se evitaron por haber perdido la final, pues, como ocurrió con el recordado 5-0 contra Argentina, en el que hubo como 100 muertos, aquí habría habido unos cuantos más de los registrados en la noche del domingo. Por eso, no faltó el que dijera que la derrota de Colombia fue realmente una buena noticia.

23. Creo, de todas formas, que, a pesar de la ilusión que se generó con esta Copa América, esta estuvo muy lejos que la efervescencia que hubo para el Mundial 94. Es que, para ese Mundial, Colombia jugó como 30 partidos de preparación (algo absurdo) y el equipo fue manipulado por todo el mundo: empresarios, dirigentes, hinchas, patrocinadores, mafiosos…; todo el mundo se metía a las habitaciones de los jugadores, se soltaban chismes de todo tipo y la sede de la concentración fue una pachanga en la que no hubo tranquilidad para asimilar los resultados, al punto que el equipo, antes de su segundo partido, fue amenazado (¿y quién sale a jugar amenazado y sabiendo que esas amenazas en Colombia no son un chiste?). Por el contrario, creo que, así pueda haber críticas válidas, desde Pekerman y ahora con Lorenzo, hay una profesionalización de las cosas marcada en la distancia con los periodistas, la firme convicción de que no se gana antes de jugar, la calidad de los lugares para alojarse y las pocas intromisiones externas. Por eso, por ejemplo, a Pekerman lo odia con el alma cierto comentarista, pues le quitó “exclusividad” e injerencia sobre ciertos temas, y lo seguirá odiando, pese a que los hechos le callan siempre la boca (aunque él y muchos otros comentaristas, profetas de lo que ya pasó, nunca pierden).

24. Hay quienes dicen que “a los segundos no los recuerda nadie” y que solo sirve ganar, pero con eso estoy en desacuerdo. Claro, chévere ser el primero y bacano si Colombia hubiera ganado, pero entender que hay procesos, que el camino que se recorre es a veces más importante que el lugar al que se llega y que, en muchos casos, las historias de los “perdedores” pueden ser muy valiosas y a veces mucho más interesantes que las que tienen algunos de esos “ganadores”, es algo que se debería tener, incluso, como premisa en la vida. Últimamente, no sé si por el sistema en el que estamos que promueve el individualismo y el “ganar” como sea, veo a muchos “ganadores” de las redes sociales que juzgan a todo el mundo, y más si son deportistas, “porque no ganaron nada” sin comprender momentos, lugares de partida, procesos y, sobre todo, que cada camino es particular, cada proceso puede ser poderoso, que de ahí pueden generarse historias maravillosas y que no sólo los títulos significan todo. Mejor dicho, yo sí entendí desde el principio la frase “perder es ganar un poco”.

25. Con todo esto, entiendo perfectamente por qué Lorenzo y su cuerpo técnico rechazaron la posibilidad de que se le hiciera un recibiendo masivo al equipo, pues, luego de lo ocurrido con la hinchada y el presidente de la Federación, que le generó a Colombia una sanción en la eliminatoria al Mundial (acabo de leer), no había un escenario favorable para hacerlo.

26. Finalmente, me queda expresar mi admiración por ese equipo que mostró Colombia con juego colectivo y jugadores buenos, solidarios, luchadores, trabajadores y de gran calidad, además de un excelente cuerpo técnico, profesional, actualizado y serio en su desempeño (por cierto, decir que Lorenzo se dejó ganar porque es argentino es una bobada de esas sin sustento) que demuestra que está listo para los retos que se vengan, tal vez mucho más que aquellos que dicen apoyar al equipo. Seguro que, de ahora en adelante, salvo algún bache, Colombia será candidata a mucho de lo que juegue, y así los resultados a veces no se den, hay calidad, fogueo internacional y experiencia para obtener buenos resultados. Ojalá que la hinchada, los dirigentes, los periodistas y el resto del país podamos estar a la altura de los momentos que vengan, pues, a pesar de todo, que ¡Viva Colombia!

*Petrit Baquero es historiador y politólogo. Autor de los libros El ABC de la Mafia. Radiografía del Cartel de Medellín (Planeta, 2012) y La Nueva Guerra Verde (Planeta, 2017).

Por Petrit Baquero* / Especial para El Espectador

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Sergio(27010)18 de julio de 2024 - 10:58 p. m.
Excelente análisis muy acertado en cada punto
Miguel(97962)18 de julio de 2024 - 04:55 p. m.
Magnifico análisis. No creo que Ramón Jesurum renuncie, porque hace parte de un clan economico-pólitico-deportivo que no abandona facilmente sus conquistas y que tiene asiento en la ciudad sede de la eliminatorias y que sabe usar la mante...Quilla.
German(20426)18 de julio de 2024 - 04:43 p. m.
El problema de Colombia está en los dirigentes. Ese Jesurum es un absurdo. La corrupción, reventa de boletas, eetc, es patética. Por fortuna le pegaron con Lorenzo y su cuerpo técnico.
John(88407)18 de julio de 2024 - 04:41 p. m.
Caramba, hace tiempo no leía un artículo tan largo, coyuntural, ameno, sesudo y crítico!!! Bienvenido para asimilar todo lo que generó esta imborrable copa América. Muchas gracias, Petrit Baquero.
German(20426)18 de julio de 2024 - 04:40 p. m.
A mi me parece un buen análisis. Puede uno estar de acuerdo con unas cosas y no en otras, pero bueno. El equipo que fracasó en las eliminatorias a Catar también era bueno y con jugadores fogueados en el fútbol internacional de alto nivel. A Queiroz le hicieron el cajón, y Rueda no resultó el apropiado. Ahora, ojo, la sub 23 hizo un ridículo absurdo, ese H Cárdenas no es el hombre, hay que preparar muy bien a las divisiones inferiores. Lo que ha adquirido Colombia es fortaleza, pundonor,
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