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Es un héroe este uruguayo, Artigas para sus compatriotas. Un charrúa admirado porque aquí, en este rincón de África, logró lo que todos los extranjeros, jugadores, técnicos, turistas y periodistas deseaban: enmudeció a los Bafana Bafana y sus insoportables vuvuzelas. Diego Forlán lo hizo: gritó por duplicado en la noche de Pretoria y la Celeste quedó a un paso de la clasificación a los octavos de final. Sudáfrica sucumbió ante un equipo duro, preparado para ganar y así poder sorprender al planeta tras su ausencia en Alemania.
En la zona mixta, el minúsculo grupo de enviados uruguayos busca a la figura del partido. También El Espectador. Y cuenta sus sensaciones, esos dos goles que, acompañados por el cabezazo goleador de Álvaro Pereira en el desenlace del partido, le permitieron a Uruguay soñar con el gran torneo.
El primer gol ante la selección anfitriona tardó en llegar. ¿En ningún momento se desesperaron?
No, de ninguna manera. Sabíamos que si jugábamos con tranquilidad, más allá de hacerlo ante el seleccionado local y todo el público de ellos a su favor, podíamos ganar. Por suerte ese gol, el primero, abrió el partido y nos permitió jugar con menos apuro.
¿Por qué tenía tanta seguridad?
Todo el equipo estaba muy tranquilo, al margen de que era consciente de que se trataba de un partido muy duro. Creo que jugamos muy bien, fuimos de menor a mayor. Haber ganado, y con tres goles de diferencia, nos da paz para trabajar y pensar en México. Aunque antes tenemos que disfrutar este éxito, que es muy pero muy importante.
¿Cuándo se dieron cuenta de que el partido estaba definido?
Después de la expulsión del arquero y del segundo gol todo resultó más sencillo.
¿Se sintió cómodo jugando en esa posición, algo más retrasado?
Soy delantero y me siento feliz arriba, cerca del arco. Pero con tal de jugar, lo hago en cualquier lado. Trato de hacer lo mejor posible por el equipo. Cambio todos mis goles con tal de que gane la Celeste y se clasifique a octavos.
¿Esta vez primó la garra charrúa?
Uruguay no va a cambiar su estilo de juego. Aunque tenemos jugadores con mucha jerarquía y demostramos que podemos jugar bien. El partido que le ganamos a Sudáfrica es un claro ejemplo.
Tras un debut exitoso, ¿qué sensaciones le recorren el cuerpo?
Para mí es algo único. Recuerdo el Mundial 90, el del 86... Y hoy poder hacer dos goles, con la camiseta blanca, porque la Celeste la guardamos por un rato... Es realmente increíble.
Un delantero más completo
Está pasando un momento de esplendor, con 31 años recién cumplidos, el último 19 de mayo. Felizmente enamorado de la modelo argentina Zaira Nara, la hermana de Wanda, esposa de otro rubio atacante, Maxi López, empezó 2010 con pie derecho. En una espectacular dupla con el argentino Sergio Agüero conquistó la Europa League vistiendo los colores rojo y blanco del Atlético de Madrid. Y después de una angustiosa clasificación, ahora va por más en el Mundial.
Diego, ¿está en su mejor momento?
Hace muchos años que juego en el fútbol europeo y eso me dio experiencia para afrontar distintas situaciones. Me siento un delantero más completo. No sólo me preocupo por hacer goles; además, me meto más en lo que significa generar juego en ataque.
La referencia tenía que ver por los goles en la final ante Fulham, la clasificación al Mundial y este impacto ante Sudáfrica...
Estoy bien, no me puedo quejar. Y tampoco quedarme con lo que hice hasta ahora. Siempre apuesto a más. Ahora tenemos que esperar el partido con México, que será muy importante para nuestro futuro en esta competencia.
¿Cuánta importancia tiene Óscar Washington Tabárez en este momento?
Mucha. Tabárez tiene una gran experiencia. Condujo a la selección en el Mundial 90. Y eso es fundamental para avanzar. Lo vamos a necesitar en los momentos clave.