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Vamos por la cima

Este fin de semana, si las condiciones climáticas lo permiten, el escalador colombiano conquistaría su octavo ochomil, dentro de su proyecto de escalar 14.

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Fernando González-Rubio / Exclusivo para El Espectador
01 de mayo de 2008 - 11:35 a. m.
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Después del arduo trabajo que realizamos en la montaña, obtuvimos la gran recompensa: el descanso y la buena alimentación. Una vez recuperadas las fuerzas, empezamos a pensar en la escogencia del mejor día para partir hacia la cumbre.

Recibimos varios reportes climáticos, los cuales advertían vientos de 100 kilómetros por hora, por encima de los 7.000 metros. Avanzar bajo estas condiciones es demasiado extremo, el frío llegaría a niveles insoportables y correríamos un gran riesgo de sufrir congelaciones.

A medida que pasan los días, la paciencia empieza a jugar un papel importante. Debido a la incertidumbre, miembros del equipo experimentan cambios fuertes en su estado de ánimo y se hace necesaria la sutileza en las relaciones interpersonales.

No somos los únicos aquí. Cada expedición tiene su estrategia y se hace necesario llegar a acuerdos. Hay que conservar la calma, sortear las tensiones y ansiedades, y generar una estrategia colectiva para avanzar hasta los 7.000 metros de manera organizada y efectiva.

Cuando llegue un pronóstico favorable, habrá un ataque masivo hacia la cumbre. Todos sabemos que al entrar el mes de mayo, las precipitaciones aumentan y esta montaña no se debe escalar cuando está llena de nieve. Día tras día llegan reportes meteorológicos y cuando no coinciden unos con otros, la tensión y la incertidumbre se apoderan de todos. Los que estamos aquí, esperamos ese momento. Cuando éste llegue y podamos avanzar, el cruce de los 7.000 metros será decisivo. A esta altura la llaman la línea de la muerte, pues al cruzarla, la falta de oxígeno empieza a deteriorar el cuerpo poco a poco.

Se hace necesario ser rápido, estar muy enfocado y tener autonomía. Algunas personas escalan los ochomiles con la ayuda de oxígeno suplementario. Mi propósito es conquistar estas cimas sin utilizarlo.

Me siento bien aclimatado y fuerte. Mirar el reloj se me convierte en un hábito que no me agrada. La actitud de espera por las comidas y los nuevos reportes climáticos, estira el tiempo. Necesitamos cuatro días para ir desde la base hasta la cumbre y volver.

Para lograrlo, debemos actuar ya, organizar todo y arrancar.En mi próximo informe les relataré los momentos de camino a la cima y el resultado de nuestra perseverancia. Me siento acompañado por la fuerza de mi familia, amigos y seguidores. No me canso de agradecer a mis patrocinadores Cafam, El Espectador y DHL Express por hacer real este sueño.

Por Fernando González-Rubio / Exclusivo para El Espectador

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