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Hay maneras de irse de un Mundial y Paraguay lo hizo por la puerta grande. Murió en su ley, corriendo, luchando y metiendo, ante una selección española con más argumentos futbolísticos, pero tal vez menos corazón.
España dejó muchas dudas, pues apenas a 10 minutos del final logró superar la bien parada defensa guaraní y aunque tuvo durante mucho tiempo la pelota, no generó acciones claras de gol. De hecho, fue Paraguay el que pudo irse en ventaja, cuando en un cobro de costado Gerard Piqué le hizo una falta en el área a Óscar Cardozo, quien desperdició el cobro desde los 12 metros.
Un minuto después, el árbitro guatemalteco Carlos Batres sancionó un penalti inexistente sobre David Villa. Cobró Xabi Alonso y anotó, pero el juez decretó invasión de área. En el segundo intento el arquero Justo Villar detuvo el remate, pero luego le hizo una falta a Cesc Fábregas, que el central no pitó.
Y cuando parecía que habría necesidad de alargue, apareció una genialidad de Andrés Iniesta, quien eludió a cuatro paraguayos y le entregó la pelota a Pedro, cuyo remate pegó en el palo. El rebote le quedó a David Villa, quien marcó su quinto gol del torneo y puso a la selección de España por primera vez en la historia en semifinales.
En 1950 los ibéricos terminaron cuartos, pero con otro sistema de juego. Al final, los españoles celebraron la angustiosa clasificación a la semifinal como un título, mientras los paraguayos, que lloraron la derrota, tuvieron que consolarse con las ovaciones de los aficionados, incluso los del equipo rival, quienes reconocieron la calidad y la entrega de la plantilla guaraní.