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Ya los ‘Leones’ cameruneses eran historia, y su deseo de ser los reyes del Mundial había expirado en Pretoria. Ni hablar de ‘Las Águilas’ nigerianas, que no alzaron siquiera mediano vuelo y están cerca de regresar a casa con las alas, al igual que sus propias ilusiones, rotas.
El orgullo africano, que permanece vivo gracias a Ghana, le daba el domingo a los ‘Elefantes’ marfileños una oportunidad inmejorable: la de marcar territorio frente a una fiera que suele someter, y no ser dominada, llamada Brasil, la cual no había sido lo suficientemente amenazante en su primera exhibición en Sudáfrica.
Con uno por despertar y otro por mostrar las verdaderas garras, el duelo resultaba atrayente, y lo fue tanto que en el Soccer City de Johannesburgo no hubo suficiente espacio para albergar tanta emoción.
El respeto mutuo hizo que las vuvuzelas adquirieran protagonismo y el ruido se encargara de encender los ánimos en la gélida noche que parecía, una vez más, congelar las propuestas de ataque.
Pero cuando se tienen armas, y muchas de ellas contundentes, el peligro es latente y por eso la bestia mundialista encontró una que recuperó el veneno suficiente para ser letal: Luis Fabiano, quien luego en la rueda de prensa reconociera que en uno de los goles tocó el balón con la mano, pero que fue totalmente involuntario.
El mismo que había clavado nueve lanzas en la eliminatoria suramericana y sólo estuvo a una de ser el más certero de todos, puso dos en el corazón marfileño, para que ese gigante africano se viniera a menos y cayera doblegado.
Levantarse ya era imposible para los marfileños, pero igual había que rematarlos, y Elano, otro que se acostumbró a liquidar rivales, tal cual lo había hecho frente a los norcoreanos, encontró en el rectángulo verde el lugar ideal para irse de safari e invitar a otros a seguir de caza.
Sólo Didier Drogba intentó resistir la humillación y tiró un grito que no alcanzó a inquietar a los vencedores, pero sí a propiciar una lucha final en la que Kaká vino a cobrar protagonismo indebido con una agresión que le impedirá estar frente a frente con Cristiano Ronaldo el viernes, tras recibir una discutida tarjeta roja, que provocó la reacción de Dunga: “Todos los que gustamos del fútbol pedimos siempre espectáculo, pero las personas que lo controlan tienen que saber qué es y qué no es fútbol. Fue una expulsión injusta”. Tampoco estaría Elano, quien salió lesionado.
De cualquier modo, a ese próximo duelo la fiera auriverde llegará con la tranquilidad de saber que no necesita una tercera presa para acercarse más al objetivo, aunque su apetito voraz nunca será satisfecho, o si no que lo digan los ‘Elefantes’ africanos, que quedaron en vías de extinción.