¿Es posible morir de amor?

Una enfermedad descubierta por médicos japoneses en los años 90 parece darle vida al mito que se inventó Shakespeare en el siglo XVI.

Por Nátaly Londoño Laura

18 de noviembre de 2018

Éder Leandro Rodríguez

Éder Leandro Rodríguez

Todavía recuerdo a Carla llorando sobre mi hombro, con la cara llena de lágrimas y de mocos, diciéndome: "La cagué, parce, y me está doliendo tanto". Y yo, que nunca he sido buena para pronunciar palabras en momentos difíciles, me quedaba silenciosa. Después Carla, que siempre había sido medio dramática, seguía su discurso entusado: “Me voy a morir”. Entonces yo, ahí sí, muy inquieta y confundida, le preguntaba: "¿De amor o de desamor?". Y ella me respondía: "¡Cállate, idiota!", se reía y seguía llorando.

Y se lo preguntaba inquieta y confundida porque nunca había entendido esa expresión: "Me voy a morir de amor", pues para mí uno se podía morir de muchas cosas, pero ¿de amor? ¿En serio? ¿Y a los 20? Otra cosa era, según lo veía, morir por amor, como lo hizo Virginia Woolf, que escribió una carta, la dejó sobre el escritorio y luego caminó hasta el río más cercano a su casa, en el trayecto recogió y echó en su vestido piedras, y se sumergió: no quería que su matrimonio se consumiera por la esquizofrenia que padecía.

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Sin embargo, hoy que escribo este artículo me doy cuenta que sí hay una enfermedad que está asociada a este tipo de eventualidades: se llama Miocardiopatía de Tako-tsubo o Síndrome del corazón roto —estudiada en los últimos 11 años por el cardiólogo inglés Alexande Lyon—, que se produce cuando las secciones musculares del corazón se debilitan temporalmente por distintos eventos traumáticos como la pérdida de alguien a quien amas o la ruptura de una relación amorosa, y también por emociones híper alegres. Sí, como acabas de deducir, las causas no están asociadas todas al sentimiento amoroso.

Lo cierto es que cuando esa afección toma vida en un cuerpo, es efímera y grave en su fase inmediata, y en casos muy remotos, fatal, porque, como lo explica el doctor Lyon: "con el síndrome de corazón roto, no hay bloqueos en las arterias coronarias, pero cuando un área del corazón se agranda, la sangre no es capaz de circular correctamente alrededor del cuerpo, por lo que requiere atención inmediata". 

Es decir, este trastorno es un acercamiento científico que intenta resolver la metáfora y que todavía no lo logra, y llamo a la expresión metáfora porque sigo pensando que uno no se muere de o por amor, que uno toma la decisión de hacerlo, igual que toma la decisión de amar o no amar, o eso aprendí hace rato en Closer, una película de Mike Nichols, con un diálogo que guardo intacto en la memoria:

—He dejado de quererte.

—¿Desde cuándo?

—Desde ahora, desde hace un rato, no puedo mentir ni decir la verdad. Ahora ya no te quiero… Te habría querido para siempre. Adiós, adiós.

Por Nátaly Londoño Laura

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