Juntos hasta el final

Hablamos con cuatro parejas de abuelitos que llevan más de seis décadas de matrimonio. Explican las claves para que el amor sobreviva a los retos cotidianos y al rigor del tiempo.

Por Gabriela Castro Rico

07 de noviembre de 2018

"En todo matrimonio hay problemas, por cualquier cosa, pero ya no hay necesidad de disgustarse", José Gómez. / Fotos: David Schwarz, Daniel Álvarez y archivo particular.

"En todo matrimonio hay problemas, por cualquier cosa, pero ya no hay necesidad de disgustarse", José Gómez. / Fotos: David Schwarz, Daniel Álvarez y archivo particular.

La carta que debía llegar esa semana no apareció y la de la siguiente, tampoco. Eso hizo a Dora Ramírez pensar que su novio había encontrado a otra persona y ya no la quería más. Silvio Núñez pensó exactamente lo mismo al no recibir la correspondencia de ella durante semanas. Desde su compromiso de matrimonio en esas vacaciones de 1957, acordaron continuar con su amor por correspondencia y tomaron por costumbre contarse juiciosamente todo lo que les sucedía día a día, en una carta semanal. Lo hacían así porque era la única manera de comunicarse a la distancia; Silvio trabajaba en la capital y solo podía viajar al Valle una vez al año. 

Cuando los sobres con sus nombres se esfumaron, sintieron que ya no era la felicidad y la esperanza las que los abrazaban a diario, sino la tristeza y la incertidumbre. Con ese panorama desolador, los papás de Dora, quienes estaban muy entusiasmados con su relación, intervinieron. “Un día mi mamá me dijo: ‘envíele una carta a Silvio, pero cámbiese el nombre’. Yo le hice caso”, cuenta Dora. Entonces, de acuerdo con el plan, le escribió nuevamente, pero esta vez bajo el nombre de Mariela Castaño. A los ocho días la carta de respuesta de Silvio le devolvió el alma al cuerpo. La comunicación se retomó y les permitió cumplir la promesa más importante que se habían hecho: casarse y vivir juntos por el resto de sus vidas.

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“Alguien nos quería separar y sacaba las cartas para que no llegaran a nuestras manos, pero no pudo. Cumplimos lo que hablamos, y creo que lo vamos a seguir haciendo porque ya con 60 años solo la muerte nos separa”, confiesa Silvio. 

Al estilo de esta historia de amor, tres parejas más recordaron con emoción la fuerza del amor que se vive en los buenos y malos momentos que marcaron ese camino que decidieron emprender juntos, pero sobre todo para dejarle una reflexión a la gente joven que vive hoy en día el amor a otro ritmo con miedos, irresponsabilidades y ligereza. 
 

Josefina Navarrete & José Gómez, 63 años de casados 

"Elijo a Josefina para que sea tu esposa", fue lo último que le dijo su padre. Lleno de timidez le envió una carta, escrita por su hermano, en la que le pedía matrimonio. Ella, inocente frente al tema, siguió las indicaciones de sus padres y aceptó la propuesta que le estaban haciendo. Sin ser novios, se casaron en Villapinzón, municipio donde han vivido toda la vida.
 

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Sus nietos les dicen "Los chepitos". Viven con dos de sus hijas en una casa donde tienen gallinas y una vaca. 

Los primeros años fueron de conocerse, entenderse y enamorarse de su nueva vida juntos, sin saber que luego vendrían seis hijas. La oración constante de Josefina ayudó a sobrellevar los buenos y malos ratos por los que pasaron como pareja, y eso es lo que a él siempre le ha gustado de su esposa. “Al ser tan religiosa no permite que uno diga una mala palabra, ni que se trate mal a los demás, todo lo contrario, la amabilidad y la caridad han sido lo que ha inculcado para que hagamos todos”, confiesa José. En la actualidad, él se ha unido a su rezo diario en las mañanas. En las noches se esperan se esperan para agradecerle a Dios las más de seis décadas que llevan juntos.

María Ramírez & Álvaro Torres, 66 años de casados 

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"Hoy el amor lo toman por obligación, y de eso no se trata; es un compromiso que se debe conservar con uno mismo y con la otra persona", Álvaro Torres.

La violencia de los años 50 lo hizo huir de San Gil, Santander, hacia la capital en busca de la tranquilidad de no sentirse perseguido por ser liberal. Aquí encontró un lugar dónde vivir y conoció, sin pensarlo, al amor de su vida: María Ramírez. Aunque no recuerda muy bien cómo la conoció, siente que fue una obra generosa de la naturaleza que quiso mantenerlos unidos hasta el día de la muerte de su esposa. Para él, el amor nunca cambió, con el pasar de los años fueron más amorosos, más afectuosos y más considerados, sobre todo él con ella, al darse cuenta que ya estaban envejeciendo, “fue bellísimo llegar a viejos, no tuve ningún momento difícil con ella, sin su amor este matrimonio habría estado en el limbo – confiesa, Álvaro - todo me gustaba de ella”.
 

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Los unió la generosidad para rescatar a niños habitantes de las calles, a través de la fundación Ponte En Mi Lugar. “El compromiso, la conversación y la sabiduría nos ayudó a mantenernos firmes. A la adversidad hay que vencerla con cariño y afecto”, concluye Álvaro. 

Dora Gutiérrez & Silvio Núñez, 60 años de casados 

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"Fuimos consiguiendo todo lentamente, hombro a hombro y aquí estamos, salimos adelante", Dora Gutiérrez.

En Ginebra, Valle del Cauca, empezó todo y terminaron viviendo en Bogotá. Lejos de su tierra conformaron una familia con cuatro hijos. La clave de su relación ha sido la paciencia y la resignación en varios momentos. Son sinceros al expresar que una relación no es solo gloria, belleza y perfección, sino también confusión y problemas en la que es necesario que ambas partes tengan los pies sobre la tierra para manejar los momentos difíciles. El diálogo y la conciliación han sido su mejor solución y todas las decisiones, desde las más pequeña hasta la más grandes, las han tomado en común acuerdo. No tener secretos y apoyarse también ha sido vital. 
 

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“Yo siempre le ayudé en lo bueno y en lo malo, estuve ahí a su lado, y creo que eso también hizo que nuestro matrimonio durara, porque la mayoría de parejas actuales se casan y en los primeros disgustos que tienen se separan. Le dice el uno al otro que no tiene por qué aguantarle nada y qué dónde está lo que le prometió, son chistosos (risas), nosotros nos resignamos y nos cumplimos, fuimos consiguiendo todo lentamente, hombro a hombro y aquí estamos, salimos adelante - confiesa Dora – nuestro amor no ha cambiado, para mí es igual al de antes, nos ha hecho vivir los mejores momentos de nuestras vidas y no queremos separarnos, Dios quiera nos muramos al mismo tiempo”. 

Nelly Bernal & Gustavo Castaño, 63 años de casados 

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"Ahora se conocen, medio se enamoran, pasa algo y terminan. Me aterran las dinámicas de hoy".

Se conocieron desde niños y fueron tan amigos en la adolescencia que Nelly le consiguió varias novias, sin imaginar lo que Gustavo sentía por ella. Él no se atrevía a coquetearle, ni a enviarle señales, hasta que un día se llenó de valor y decidió declararle su amor. Su noviazgo duró medio año, el sí en el altar fue cuestión de meses.

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"Cuando nos casamos, su abuelita me dio un consejo importante: 'nunca le pida permiso, solo cuéntele que se va a ir, porque usted no es hija de él'", Nelly Bernal.

La violencia del país los trasladó de Buga a Bogotá con una pequeña de once meses y dos hijas más. Se acostumbraron al clima y al corre corre de esta ciudad. Gustavo no puede vivir separado unos segundos de su esposa y sí se le pierde de vista, desesperadamente pregunta por ella. La tolerancia y el diálogo mutuo han sido la clave para compartir tantos años juntos. “Más me tolera él a mí que yo a él. Estoy en deuda por ser el esposo, padre y abuelo que es. Nunca me molestó por nada, no hizo sino darme gusto en la vida, aunque ahora por los años sí es necio”, confiesa Nelly.

Por Gabriela Castro Rico

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