Los papás vamos de copilotos

Para Martín Franco, padre de Emilio, la crianza es un esfuerzo de dos que se realiza con gusto.

Por Martín Franco

15 de noviembre de 2018

Martín Franco, su esposa y su hijo. / Daniel Álvarez.

Martín Franco, su esposa y su hijo. / Daniel Álvarez.

Actualmente hay una estigmatización a ser papá; no es solo porque la gente dice ‘no quiero tener hijos, porque quiero vivir mi vida’. Existe el factor económico, para nadie es un secreto que la vida es cada vez más cara y tener un hijo es una responsabilidad que implica gastos, tiempo y renuncias.

Las mujeres se sacrifican el doble. Si están teniendo una carrera, implica hacer una pausa que puede ser indefinida. No obstante, un hijo es lo mejor que a uno le puede pasar. Es un sacrificio porque renuncian a ciertos hábitos, pero los papás y las mamás comprometidas lo hacemos con gusto.

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Siempre le he dicho a mi esposa Ángela que los hombres, en el podio del amor, ocupamos el segundo escalón. Vamos de copilotos, la conexión biológica de las mujeres es fuerte, sobre todo con los niños de la edad de Emilio. No sé si con el pasar de los años la situación será distinta, hoy diría que hay un nivel de apego de 70% a la madre y el resto es para mí.

La maternidad es instintiva, llevarlo nueve meses en la barriga establece un vínculo indiscutible. Ese proceso crea una conexión más fuerte, independientemente del tamaño del amor que uno como papá tenga para dar. Nosotros los hombres nos tenemos que esforzar el triple: yo a la mamá la abrazo, le voy a dar un beso y Emilio dice ‘quítate que es mía’, y se tira para expresarle su amor. Si mi esposa me abraza a mí, él la abraza a ella.

No me dan celos, los papás en los primeros años somos una figura autoritaria, de fijar límites, mientras que la mamá es una figura de cariño. No es igual cuando ella se pone brava con él que cuando lo hago yo.

Todo adquiere un sentido distinto. Ser papá me da respuestas de mi propia niñez. Si miro la relación con mis padres, me doy cuenta de que, con los años, sigo siendo más apegado a mi mamá. Hay comportamientos de mi papá que no me gustan, pero que yo mismo me veo repitiéndolos. En ocasiones soy impaciente, bravo; cuando mi esposa me dice que me estoy pareciendo, procuro cambiar.

Cuando nace un hijo también nace un miedo que no se te quita nunca. Es un miedo a que algo pase, por eso minimizamos los riesgos. Ser papá te llena de dudas y retos. Hay mucha teoría, para cualquier tema hay estudios que dan respuestas. En nuestro caso, vamos resolviendo las preguntas sobre la marcha y, seguramente, algunas cosas, el día de mañana, serán vistas como errores de buena fe, como lo hicieron con nosotros.

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