Desregulación financiera en la era Trump: ¿la antesala de una crisis económica?

El Congreso de EE. UU. comenzó a desmontar partes de la llamada Ley Dodd-Frank, creada después de la debacle de 2008 para evitar una nueva debacle económica.

Diego Guevara*
21 de marzo de 2018 - 09:00 p. m.
Getty Images
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Han pasado 10 años de la crisis económica de 2008, la segunda debacle de su tipo en la historia de Estados Unidos (después de la de 1929), y el Gobierno y los legisladores de ese país abren de nuevo para que los visite el atroz fantasma de las navidades pasadas.

Primero, algo de contexto. Durante la administración Obama, para limitar los riesgos de los actores del sistema financiero, se aprobó la llamada Ley Dodd-Frank (en honor a los congresistas que la propusieron en 2010). La ley buscaba brindar mayor estabilidad al sistema bancario, protección al consumidor ante créditos desregulados y un control más estricto de las operaciones desreguladas con derivados, conocidas como OTC (over the counter).

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Las mayores debacles financieras suelen traer una discusión mediática y legislativa que impulsa el desarrollo de nuevas regulaciones y recuerda la importancia de la mano visible del Estado cuando el mercado no hace bien la tarea.

Después de la Gran Depresión de finales de los años veinte, el gobierno estadounidense, bajo el mando del presidente Roosevelt, introdujo en 1933 la Ley Glass-Steagall: una legislación cuyos mayores objetivos fueron introducir la separación entre la banca comercial o de depósitos y la banca de inversión, crear una ley antimonopolio para el sistema bancario y, adicionalmente, proporcionar mecanismos para controlar la especulación desmedida que se dio en los llamados “felices años veinte”.

La Ley Glass-Steagall estuvo en pie durante más de 60 años y, en las primeras décadas de su vigencia, Estados Unidos alcanzó uno de sus mayores períodos de bonanza y distribución del ingreso. Esta ley fue abolida en 1999, bajo el gobierno Clinton, y en tan sólo una década se presenciaron dos importantes crisis: la burbuja de las empresas .com a comienzos de siglo y la gran recesión de 2008.

La advertencia no puede ser más clara: usualmente, en los períodos de mayor desregulación se generan mayores vulnerabilidades. En una investigación reciente, publicada en Review of Keynesian Economics, hemos mostrado (junto con mis colegas Apostolos Fasianos y Christos Pierros, de la Universidad de Atenas) cómo coinciden las mayores frecuencias de crisis financieras con períodos de desmonte de la regulación y financiarización de la economía en Estados Unidos.

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Bajo este escenario, entonces, y en medio de un crecimiento económico importante, la propuesta de desmantelar parcialmente la ley de regulación Dodd-Frank de 2010 abre las puertas para una mayor desregulación, lo que a su vez pavimenta el terreno hacia la inestabilidad financiera y los mayores riesgos sistémicos. Todo esto se da en los albores de uno de los mayores períodos de crecimiento sostenido para Estados Unidos en tiempos recientes. Ya lo dijo el gran economista estadounidense Hyman Minsky: la estabilidad genera inestabilidad.

Hoy, al igual que se hizo con la Ley Glass-Steagall a finales del siglo XX, la Ley Dodd-Frank empieza a ser desmantelada parcialmente y en una primera ronda el Senado aprobó algunas modificaciones claves, como aumentar el umbral bajo el que se considera a los bancos demasiados grandes para quebrar (too big to fail).

El efecto directo de esta acción es que abre la puerta para que muchos prestamistas e instituciones de pequeño y mediano tamaño queden exentos de las reglamentaciones y supervisiones permanentes a las que estaban obligadas bajo el marco Dodd-Frank.

Para los defensores del cambio y la flexibilización financiera, las modificaciones permitirán a pequeños bancos y cooperativas de ahorro y crédito enfocarse en el servicio a las comunidades y pequeños empresarios.

Sin embargo, esto abre la posibilidad para que, nuevamente, aparezcan en escena los créditos de alto riesgo y presenciemos la aparición de una burbuja subprime 2.0 en la década venidera. En este punto no se puede olvidar que con de la desregulación viene el lobby de los actores financieros, que buscan rentas en todas las capas de la población, incluso en donde hay mayor riesgo, como ya sucedió hace una década con las hipotecas de alto riesgo.

Así entonces, el gobierno Trump se ratifica en su senda de mayor desregulación del sistema financiero, el sector del top 0, 1 % en donde realmente está la gran concentración del ingreso y la riqueza de EE. UU.

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Y, al mismo tiempo que las finanzas se privilegian de la falta de cuestionamientos, por otro lado Trump trata de mantenerse coherente en su discurso de fortalecer la clase trabajadora con medidas parciales de proteccionismo por sectores, que al final tienen más fuerza mediática que los posibles impactos de la desregulación financiera sobre la población.

* Profesor Escuela de Economía, Universidad Nacional de Colombia.

Por Diego Guevara*

 

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