El duro panorama laboral de los peluqueros

Inexistencia del vínculo laboral, gastos operativos y remuneración a través de comisiones son algunos de sus principales problemas.

Camilo Vega Barbosa/camilovega0092
18 de febrero de 2017 - 04:30 a. m.
El duro panorama laboral de los peluqueros

Los visitamos cada mes, les pedimos consejos, incluso algunos se desahogan con ellos, así son los peluqueros, miembros de la comunidad que mantienen un bajo perfil, pero cuyo servicio es de uso masivo. Sin embargo, pocas veces nos detenemos a pensar cómo son su trabajo y su industria. Por ejemplo, no todos saben que no son empleados de la peluquería en la que trabajan, que son en realidad independientes, pero que deben partir sus ganancias con el dueño del local. Y si ha notado un acento extranjero en la persona que lo atiende, tal vez sea porque su estilista es uno de los expertos en estética capilar que decidieron salir de Venezuela en busca de mejores oportunidades.

En efecto, su modelo de trabajo no es tan estable como cualquier otro, de hecho, lo tildan como informal, incluso en las mejores peluquerías del país. Un peluquero no tiene ningún vínculo laboral donde trabaja, y lo que gana depende del lugar y de lo que logre negociar con el propietario. En varios sitios tienen que pagar un arriendo por el puesto en el que brindan sus servicios, en otros se reparten las ganancias con la peluquería y el porcentaje también varía en cada sitio. Y existen establecimientos en donde hay una combinación de todas estas opciones.

El Espectador habló con una peluquera de más 20 años de experiencia, quien pidió no ser citada, pues ha trabajado en algunas de las peluquerías más grandes del país. “Siempre ha sido igual, no tenemos ningún vínculo laboral con la peluquería, pero debemos pagar los materiales y utensilios que usemos con los clientes, nos exigen pagar por los uniformes y cumplir horarios. Además, no nos dan certificados laborales, ya que nuestro contrato es por lo general de administración de recursos. Es decir, ellos manejan la plata que generamos, y al final nos la reparten con base en el porcentaje acordado: en la mayoría de los casos es el 50 %, pero es un engaño porque nos descuentan el costo de las transacciones con tarjetas de crédito y otros gastos asociados con la operación. De manera que ese 50 % es en realidad 42 %”.

La peluquera también cuenta que “el tema de cómo se reparten las ganancias es muy variado en esta industria, en los lugares pequeños es manejable, pero en los grandes nos tenemos que atener a lo que diga el establecimiento. Por ejemplo, actualmente estoy trabajando en un lugar en donde nos quieren reducir nuestra comisión por el aumento del IVA al 19 %, sin embargo, de todas formas, le cobran ese IVA al cliente, entonces no sé qué tan legal sea. También hay otros lugares en donde los peluqueros deben pagar un arriendo, por ejemplo, de $1 millón, pero lo bueno es que nosotros manejamos nuestra plata (no hay repartición de comisión). Sin embargo, sé que en varias de las grandes peluquerías les cobran arriendo a los peluqueros y comisión. La verdad es una suma de factores con la que nos sentimos muy maltratados”.

No es una denuncia cualquiera, pues se trata de una industria en la que tan solo en Bogotá hay cerca de 8.000 peluquerías y que mueve más de $293.716 millones al año, según un estudio de 2013 de Servinformación.

Por su parte, Antonio Lozano, administrador de la peluquería D’Norberto, explicó que “lo que nos hemos dado cuenta es de que los peluqueros prefieren ser independientes, ellos quieren tener sus propios horarios y la libertad de trabajar a domicilio, si pueden, pues ganan más. En nuestro local ellos producen una cierta cantidad de dinero y se le renta un puesto por cerca de la mitad de lo que ganan, asimismo les cobramos el IVA por el arriendo. El porcentaje es de cerca de entre 40 y 50 %, dependiendo del peluquero. De nuestro lado estamos al día con los impuestos, no obstante, reconocemos que muchos peluqueros no son juiciosos a la hora de pagar impuestos. Al ser independientes muchos descuidan sus compromisos fiscales”.

Lozano también advierte de un fenómeno migratorio en la industria: “Hay un importante flujo de peluqueros provenientes de Venezuela ofreciendo sus servicios en Colombia. Y no se queda ahí, también hemos notado que los buenos peluqueros colombianos se están yendo del país, especialmente a Estados Unidos, España y Australia. Actualmente tenemos como 10 venezolanos trabajando con nosotros, pero les damos prioridad a los colombianos”.

Javier Murillo, comúnmente conocido como el “peluquero de las reinas”, reconoce que “hay mucho peluquero venezolano en Colombia. Hemos recibido a varios, pero no se quedan. Además, existen inconvenientes con ellos porque se deben adaptar al estilo que manejamos acá. Es cierto que los peluqueros colombianos se están yendo del país, principalmente porque se gana mejor en otros países y los estilistas locales tienen muy buena reputación afuera”.

Frente a la industria, Antonio Lozano dice “que el negocio de las peluquerías no es como antes y las ganancias bajaron aún más por la pasada reforma tributaria. Descontando todos los impuestos costo y gastos, nuestras ganancias no superan el 20 %, y notamos que cada vez hay más peluquero buscando trabajos a domicilio”. Por su parte, Javier Murillo indica que “la industria sigue creciendo porque nosotros la hacemos crecer, con nuestro asesoramiento de imagen y demás servicios”.

Este diario habló con varios peluqueros y ninguno sabe de un sindicato que defienda sus derechos, sin embargo, se sabe de varias demandas por los contratos que maneja la industria. Por el momento, ellos ven una oportunidad en las nuevas aplicaciones móviles para dar más servicios a domicilio. A nivel general no hay certeza de si habrá un cambio en las condiciones laborales de los peluqueros.

 

 

Por Camilo Vega Barbosa/camilovega0092

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