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¿Es este el presupuesto necesario para superar la crisis?

Tres expertos reflexionan sobre las luces y sombras del proyecto de presupuesto general de la nación para 2021 que hace su curso en el Congreso. Señalan problemas como el incremento del servicio de la deuda y la falta de audacia para enfrentar el mundo pospandemia.

08 de septiembre de 2020 - 03:00 a. m.
Que se atienda la deuda, mas no a sectores estretégicos como el agro, es una de las preocupaciones.
Que se atienda la deuda, mas no a sectores estretégicos como el agro, es una de las preocupaciones.
Foto: Getty Images/iStockphoto - SIRIPHEN MALASITTHIWONG/T:0819183839

Hacer presupuestos públicos es, de cierta forma, un ejercicio de balancear descontentos. El proyecto de presupuesto general de la nación para 2021 es, desde una óptica, un poco más de lo mismo: un pulso de negociación política (y de política económica) que arroja luces sobre la estrategia del Gobierno para enfrentar la siguiente vigencia fiscal.

Aquí hay un punto que resalta, y es que 2021 no será, de todas las cosas que puede ser, un año cualquiera. Con algo de suerte, debe ser el momento de la recuperación económica después de la debacle introducida por la pandemia que, según los pronósticos más optimistas, llevará el PIB a más del 5 % de contracción anual para 2020, y en los peores escenarios la cifra superará el 8 %.

Entonces, bajo la luz del presupuesto, ¿cómo se ve la recuperación económica que se espera para 2021?

María Fernanda Valdés, coordinadora de proyectos en Fescol

Colombia enfrenta la crisis más dramática de su historia, con posiblemente la tasa de desempleo más alta registrada en el mundo y una tasa de pobreza que podría llegar, según algunos, al 30 %. Bajo estos lentes se debe analizar su proyecto de presupuesto. Lo que uno esperaría es uno que esté a la altura del desafío que se viene.

El Gobierno acierta en incrementar el presupuesto, que aumentará un 16 %, lo que -al menos- nos aleja de la vía de la austeridad declarada que están proponiendo algunos países, como México y varios sectores en Brasil para 2021. Sin embargo, cuando uno mira con más detalle, y quita el peso del servicio de la deuda, el incremento es mucho más modesto, lo que nos lleva a un presupuesto del 21 % del PIB, lo mismo que hemos tenido en la prepandemia. Esto nos muestra que la apuesta del Gobierno para la pospandemia sigue siendo un Estado igual de pequeño que siempre y que este presupuesto es bastante insuficiente para enfrentar lo que se nos viene.

Creo que el Gobierno se equivoca rotundamente en dos temas fundamentales: primero, en reducir un 10 % el rubro de agricultura; este sector no solo es estratégico para la recuperación, ya que al ser intensivo en mano de obra (en este renglón se encuentra el 17 % de los empleados del país) es perfecto para estimular y generar crecimiento incluyente, sino que es una pieza fundamental para la paz.

Cuando se rebaja el presupuesto a este sector se recortan, al mismo tiempo, recursos de la Agencia Nacional de Tierras, la Agencia de Desarrollo Rural y toda la institucionalidad ligada al punto 1 del Acuerdo, indispensable para lograr la paz en los territorios.

El segundo es la pretensión de financiar 2021 con unos $12 billones procedentes de ventas de empresas del Estado, lo que no solo es un pésimo negocio, pues implica, en términos coloquiales, vender la nevera para comprar comida, sino que además, un proceso de venta de activos toma bastante tiempo y es poco probable que esos recursos entren al país en 2021.

Efectivamente el rubro del servicio de la deuda fue el rubro que más aumentó en el presupuesto (41,6 %) y es el rubro más importante en el mismo (24,1 % de los recursos) y un valor importante que representa el 6,7 % del PIB del 2021. Este aumento se debe principalmente a un aumento de la deuda externa que no para de crecer en el 2020, deudas que ha adquirido el gobierno para enfrentar la pandemia. En comparación con lo estimado por el gobierno a principio de año, en el 2020 la deuda externa aumentará a tal punto que hará que en el 2020 la deuda colombiana llegue a un valor histórico de 65,7 %. Hay otro efecto que aumenta el valor de la deuda y del servicio de deuda y es la devaluación que, aunque se espera que en el 2021 se frene, representó un gran cambio en el 2020.

Luis Carlos Reyes, director del Observatorio Fiscal de la Universidad Javeriana

Es un presupuesto más grande, pero la mayor parte de ese crecimiento se explica porque el Gobierno está diciendo que va a pagar más deudas de lo usual: es una refinanciación de deuda, más que otras cosas. Lo que vemos es un presupuesto muy parecido al que teníamos para este año.

El monto total es una cifra con la que se pueden hacer muchas cosas, pero nos lleva a una queja que hemos manifestado una y otra vez: el presupuesto no es lo suficientemente detallado como para poder decir que un programa de atención a familias que perdieron a su principal proveedor de ingresos es buenísimo, por ejemplo. No está especificado en ese nivel de detalle. Es un cheque en blanco para el Ministerio de Hacienda. Esto no es nuevo, la verdad.

Para mí lo interesante de querer pagar con deuda barata la deuda cara que teníamos antes es que pareciera indicar que el Gobierno tomó la decisión deliberada de no endeudarse mucho más de lo que era absolutamente necesario para salvar las empresas, por ejemplo, incluso cuando los mercados les prestaban a buenas tasas. Esto no es ortodoxia económica. Como no somos marxistas, entonces somos ortodoxos. No, eso no funciona así. ¿Qué es? Fetichismo del ahorro, tacañería. No lo sé.

He escuchado a economistas que estaban en la jugada de la crisis del 99 y cuentan que en el momento en el que tocaba actuar, la respuesta de la tecnocracia es que les daba mucho susto hacer cosas radicales. Y, en últimas, ser prudente no es lo mismo que ser tímido. Ser prudente es tomar las decisiones correctas, incluso cuando son difíciles. No descifro lo que está pasando en el Ministerio de Hacienda.

Un Gobierno que estuviera apostándole a la recuperación haría cosas distintas, como subsidiar las nóminas y los gastos operacionales de las empresas que fueron golpeadas por la pandemia. Pero me queda muy difícil decir que tenga un plan ahora para hacer, con mayores costos, todo lo que no hizo en el corto plazo, cuando era más barato.

Mario Valencia, director de Cedetrabajo

No creo que este sea el presupuesto que necesitamos para enfrentar el mundo pospandemia y entrar en la recuperación económica. En términos generales, es un presupuesto muy conservador. Se entiende que no puede ser infinito porque el Gobierno tiene unas restricciones. Los recursos tienen límites, claramente. Pero si se pensara con menos ortodoxia, mucho más audazmente, uno ve que se necesitan entre $50 y $60 billones para compensar las pérdidas que va a tener la economía este año. Y, sin embargo, lo que de verdad crece en el presupuesto es el servicio de la deuda: en el año de la recuperación económica vamos a honrar más los compromisos que hemos asumido, entre otras para que no nos rebajen el grado de inversión las calificadoras de riesgo, y esto la verdad es una preocupación estúpida en este momento. No veo a ningún país desarrollado preocupado por esto o por la deuda. Lo que ha pasado es que los gobiernos han aumentado el gasto para soportar el choque, sin que les preocupe el endeudamiento.

Lo cierto es que el Gobierno bien pudo haber salido a aplazar el pago de intereses, a negociar el servicio de la deuda. Pero no sucede así, y ahora lo que pasa es que para honrar obligaciones se van a destinar $75 billones, que es lo que se necesita para la reactivación.

Esto tiene un mensaje claro. Al Gobierno le preocupa más el grado de inversión, porque en el fondo esto les permite tener las puertas para endeudarse más. Pero esto pasa por olvidar que parte de la política de salvación de la economía es la inyección de recursos en la economía, sabiendo que una parte de estos no se va a recuperar. La respuesta oficial parece ser ‘que resuelvan los privados cómo le hacen y que lo hagan a través del crédito’.

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