Guerra comercial escaló y ahora es más que "mostrarse los dientes"

China respondió a los planes de Estados Unidos de aumentar aranceles. El país asiático gravará bienes como los automóviles con hasta 50 %.

María Alejandra Medina C. / @Alejandra_mdn
24 de agosto de 2019 - 12:00 a. m.
En diciembre China impondrá 25 % de arancel sobre los automóviles estadounidenses. / Getty Images
En diciembre China impondrá 25 % de arancel sobre los automóviles estadounidenses. / Getty Images

Ahora sí empezó la guerra comercial: ese fue el mensaje que varios analistas leyeron este viernes en la respuesta de China a Estados Unidos al imponer aranceles a US$75.000 millones en productos procedentes del país norteamericano. Se trata de la reacción del gigante asiático a los planes que tiene Donald Trump sobre la compra de bienes chinos.

Las nuevas tarifas irán en un intervalo del 5 al 10 %, sobre más de 5.000 productos estadounidenses, y se aplicarán en dos fases: una desde el 1° de septiembre y otra el 15 de diciembre. Son las mismas fechas que había escogido la administración Trump para aplicar un 10 % sobre un equivalente de US$300.000 millones de productos chinos. El viernes, luego del anuncio del gobierno de Xi Jinping, ese arancel subió a 15 %. 

Desde septiembre, habrá un cobro adicional de 5 % a las compras de soya y petróleo estadounidense y en diciembre se retomará el 25 % sobre los automóviles, además de un 10 % para casos específicos. De acuerdo con Bloomberg, sumando los existentes, habría un total de hasta 50 % de arancel sobre los vehículos del país norteamericano.

Trump, quien ya ha impuesto aranceles a US$250.000 millones en bienes importados (y cuyo arancel pasó del 25 al 30 % en contraataque a la reacción china del viernes), respondió afirmando que Estados Unidos no “necesita” a China y que su país estaría mucho mejor sin ellos. A través de Twitter “ordenó” que las compañías nacionales empiecen a buscar alternativas, incluyendo el traslado de sus fábricas a suelo norteamericano.

Para Sergio Olarte, economista principal de Scotibank en Colombia, hasta ahora ambas potencias venían mostrándose los dientes. Sin embargo, dice, la más reciente respuesta china es evidencia de que la paciencia, en espera por negociaciones que den resultado, se agotó. Esto, con efectos no solo para las dos economías más grandes del mundo, sino con repercusiones a escala global.

Algunos efectos globales

La guerra comercial es de alguna manera sinónimo de incertidumbre: no se sabe cuándo se resolverá ni si se recrudecerá aun más. En otras palabras, no es un factor de confianza para la inversión. Al mismo tiempo, permite anticipar que los productos chinos y estadounidenses que encuentren barreras de entrada buscarán, e incluso podrían inundar, otros mercados.

El efecto de lo ocurrido el viernes no se hizo esperar en los mercados. Al cierre de esta edición, el índice Dow Jones de la Bolsa de Nueva York caía 2,47 % y el S&P500, 2,57 %. La tendencia negativa también se sintió en los precios de los commodities. El petróleo Texas (WTI) caía 2,76 % y la referencia Brent (la que usa Colombia) lo hacía en 1,44 %.

El oro, en cambio, se disparó por encima de 2 %. Como explicó esta semana a El Espectador Juan David Ballén, gerente de investigaciones económicas de Casa de Bolsa, este metal precioso no es un activo riesgoso sino, por el contrario, un “refugio”, es decir, adonde puede dirigirse la inversión en tiempos de incertidumbre.

Alejandro Reyes, economista principal de BBVA Research en Colombia, señaló que las tensiones comerciales no afectan solamente el intercambio entre China y Estados Unidos, sino con otros asociados en las cadenas. En el caso de los vehículos, por ejemplo, la fabricación requiere de partes importadas de otros países. India o México pueden estar en esa lista de proveedores afectados.

Olarte, por su parte, cree que a mediano plazo veremos problemas en el comercio internacional y una desaceleración de las economías, lo que, a su vez, sugiere que precios como los del petróleo seguirán con perspectivas por lo menos débiles. Eso, sin duda, no es una buena noticia para la economía colombiana, exportadora de crudo.

¿Y Colombia?

Sin duda uno de los efectos más directos podría verse en el precio del dólar, que llegó este viernes a $3.423,3, con un alza de 0,98 % frente al cierre anterior. El nivel de la divisa dependerá en buena parte del éxito que tenga Trump en su intención de debilitar la moneda de su país, un propósito que, por cierto, lo ha enfurecido con la Reserva Federal (Fed). El presidente insiste en que la Fed debe bajar más las tasas de interés —el precio del dinero— debido a que el dólar está tan fuerte que afecta la competitividad.

La volatilidad de nuestra tasa de cambio ha estado inmersa en lo que algunos ya califican como una guerra de monedas. No hay que olvidar que el pasado 5 de agosto el dólar en Colombia rompió un récord luego de que el Banco Popular de China devaluara el yuan (rompió los US$7), lo que arrastró esta y otras divisas de economías emergentes. La estrategia consistió en que, como es más lo que China exporta a Estados Unidos que lo que importa, depreciar la moneda le genera más ganancias en el intercambio. Ahora, es evidente que Donald Trump está enfocado en debilitar el dólar a como dé lugar.

Por el momento, señaló Alejandro Reyes, en Colombia, el dólar caro puede ser positivo para quien exporta o se anime a hacerlo, así como para el turismo. El ministro de Comercio, José Manuel Restrepo, dijo en entrevista con este diario que no es solo una oportunidad para traer turistas extranjeros, sino para fomentar el turismo interno (en vista de que sale muy caro viajar al exterior).

No obstante, una alta tasa de cambio no es buena para quien necesita importar o para el que tiene deudas en dólares. Por tanto, según Reyes, si el dólar sigue subiendo, podría incluso pensarse en que habría un traslado de esos mayores costos al consumidor, aumentando la inflación.

Mientras tanto, según Jaime Tenjo, director del Departamento de Economía de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, Colombia podría aprovechar para exportar determinados productos que se vuelven más competitivos en esta guerra comercial. Esta semana, por ejemplo, Amcham destacó que las ventas externas de Colombia a Estados Unidos en puertas, ventanas, sus marcos y umbrales de aluminio hasta junio de este año van creciendo 50,7 %.

Sin embargo, este viernes Amcham expresó: “Tanto chinos como estadounidenses gravarán en su totalidad las exportaciones de su contraparte, lo que afectará a sus economías y, al ser las dos potencias más importantes del mundo, propiciarán una desaceleración más profunda del crecimiento global, además de afectar a las cadenas globales de valor, a la competitividad y al libre comercio, pues los otros países tendrán que protegerse de los excedentes que saldrán a buscar mercados”.

Mauricio Cárdenas, exministro de Hacienda, expresó en su cuenta de Twitter: “Pónganse el cinturón. Arrancó la guerra comercial en forma con el anuncio de aranceles por parte de la China. No hay mucho que pueda hacer Colombia, pero nos toca crecer por nuestra propia cuenta. La economía global no va a ayudarnos”. Jaime Tejo apunta a que fomentar el consumo interno debe ser una de las estrategias.

El fantasma de la recesión

La guerra comercial ya ha mostrado sus efectos en países que dependen en gran medida de sus exportaciones, como la economía más fuerte de Europa: Alemania. Si su PIB se sigue contrayendo el próximo trimestre, entraría en recesión técnica. Eso, sumado a otras señales como la curva negativa del rendimiento de la deuda de Estados Unidos (que la de corto plazo tenga mejor rendimiento que la de largo plazo), ha hecho temer que el mundo se esté encaminando a una recesión.

En su discurso del viernes en la convención anual de bancos centrales en Jackson Hole, Wyoming, Estados Unidos, el presidente de la Fed, Jerome Powell, manifestó seguir optimista sobre el futuro de la economía estadounidense, aunque, como reportó la AFP, señaló que hay “riesgos significativos” por el deterioro del crecimiento global. La Reserva Federal recortó las tasas de interés a finales de julio pasado, por primera vez en una década, una tendencia que han seguido los bancos centrales de Nueva Zelanda, India, Egipto y Brasil, entre otros, en un intento por estimular las economías.

Distintos analistas coinciden en que hablar de recesión en este punto es apresurado. “Por el momento la economía estadounidense no muestra signos evidentes de crisis. La inversión y la producción manufacturera han caído, pero eso no es alarmante. Además, hay datos positivos: el consumo de los hogares va bien, y también las exportaciones”, dijo Juan Carlos Echeverry, exministro de Hacienda en entrevista con este diario el 15 de agosto pasado.

Alejandro Reyes, sin embargo, reconoce que “con cada escalamiento de la guerra comercial la pregunta grande es si es necesario o no hacer inversiones para la cada vez menos demanda mundial”. Añade que si no hay esas inversiones “sí estaríamos firmando” una probabilidad mayor de un escenario de recesión global. Algo en lo que, sin embargo, coinciden los expertos es que las intenciones de reelección de Donald Trump podrían jugar a favor: nadie quisiera embarcarse en una campaña presidencial en medio de una recesión.

Por María Alejandra Medina C. / @Alejandra_mdn

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