La caída de los colosos de la infraestructura

La reorganización de Conalvías, la corrupción campante de Odebrecht, la fallida terminación del túnel de La Línea con Collins y una advertencia de Vargas Lleras que puso en el ojo del huracán a Conconcreto por, al parecer, participar en un cartel, tienen al sector en la mira. La CCI dice que son casos aislados y que son más las cosas buenas que hay en el país.

Edwin Bohórquez aya
26 de febrero de 2017 - 02:00 a. m.
Bloomberg
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La cronología es más o menos así: Conalvías, una organización que nació en 1980, con proyectos en Estados Unidos, Colombia, Perú y Panamá, presente en transporte, minería, infraestructura urbana, saneamiento básico, hidrocarburos y gas, anunció su caída el 22 de septiembre de 2015. Era una de las fuertes del sector, tanto que el nerviosismo copó al Gobierno, a los gremios, a los analistas... Ese día la empresa, que contaba con 35 años de vida, estaba con el agua al cuello, los sobrecostos en sus obras calculados en $250.000 millones les habían costado lágrimas y habían solicitado entrar en proceso de reorganización empresarial.

Un año largo después, el escándalo pasó a ser el de Carlos Collins y el túnel de la Línea, una obra de más de un billón de pesos que cruza la cordillera Central precisamente con un túnel principal de 8,6 km, al que se le suman 24 puentes aledaños y 18 túneles secundarios, con los que se pretende reducir la distancia de viaje entre Buenaventura –la principal zona portuaria del sur del país– con la capital de los colombianos. A eso se suma el facilitar el tráfico para los turistas que buscan el Eje Cafetero, otro de los grandes atractivos para nacionales y extranjeros. Pero la obra, incluso hoy, no se ha terminado. El Invías le negó la prórroga al empresario costeño, que pedía más plazo. La cosa va en acusaciones de lado y lado, tribunales de arbitramento y, para completar, la Supersociedades ordenó la liquidación de la constructora que lleva el mismo nombre del empresario.

No había pasado un mes y el 22 de diciembre, cuando todo el mundo andaba en las carreras de Navidad, estalló el escándalo de corrupción más grande del continente y que relacionaba directamente a funcionarios públicos colombianos. Desde Estados Unidos se reveló, en el indictment de la Corte del Distrito Este de Nueva York, cómo Odebrecht, la todopoderosa constructora de infraestructura brasileña, desde su Division of Structured Operations, conformó una unidad “en la que se pagaron millones de dólares en sobornos durante 15 años, cometidos por ejecutivos de alto nivel de la compañía”. En el país sobornaron con US$11 millones. La Cámara Colombiana de la Infraestructura expulsó a la empresa del gremio. Hay un exsenador y un exviceministro tras las rejas. Y el caso judicial crece como espuma. En ese momento Ruta del Sol 2 y Navelena quedaron en el limbo. El escándalo no para.

Pero había otra para sumar. La semana pasada, el mismo vicepresidente, Germán Vargas Lleras, fue el que salió a denunciar otra estela de oscuridad en el sector. “Surgen enormes dudas de que todas las firmas que participaron en esta licitación (tercer carril Bogotá-Girardot) incurrieron en prácticas colusorias agrupadas en dos bandos”. En el ojo el huracán quedó Estructura Plural Vías a Girardot, integrada por Constructora Conconcreto (75 %) e Industrial Conconcreto (25 %), quienes tienen en sus manos una inversión de $1,71 billones. Acto seguido Vargas Lleras, que ha sido catalogado como el líder del sector nombrado por el presidente Juan Manuel Santos, sentenció: “Reitero la necesidad de priorizar esta investigación y adoptar las decisiones pertinentes, a la mayor brevedad, habida cuenta de la importancia de este proceso contractual y la magnitud de la obra”.

Cuatro colosos del sector, de los más importantes en el negocio de la infraestructura, contra las cuerdas. La cosa es tan seria que al ministro de Transporte, Jorge Eduardo Rojas, le tocó salir esta semana a dejar las cosas claras: “No queremos a Odebrecht en Colombia, contratistas como esos no deben estar en el país, es un pésimo ejemplo para la construcción y los contratos de obra pública”. Y después de que el Gobierno decidiera terminar el contrato de Ruta del Sol 2, advirtió: “esto es una manzana podrida, ¿ustedes han escuchado de otro proyecto donde haya corrupción? No. Esto es un proyecto de hace mucho tiempo, es una concesión de primera generación que se adjudicó hace muchos años, los proyectos de 4G no tienen manto de duda, no hay contratista diciendo que lo timaron, no hay uno de los que hayan perdido y hayan denunciado, no hay nadie hablando de corrupción, y eso es un tema muy importante, esta es una manzana podrida en un bulto de manzanas que están bien pintonas, entre verdes y maduras. No hay que generalizar la corrupción en los demás proyectos”.

¿Son casos aislados?

Temor sí hay. De eso no hay duda. Empezando por los bancos, que vienen mirando con detalle lo que está pasando, no solo los internacionales, sino los nacionales pues, por lo menos los más grandes e importantes del país, ya están todos metidos en la financiación. Al final, si son ellos los que ponen la plata, ese dinero que están exponiendo a un riesgo es la plata de los ahorradores, de todos los colombianos. O por el lado de los fondos de pensiones, los pesos que se están prestando y que pasan por la ventanilla son de los ahorradores que buscan, algún día, tener los ingresos de su jubilación asegurada. Temor también hay en las aseguradoras, en los proveedores del sector, en los trabajadores. Incluso a El Espectador han llegado cartas de empleados en terreno de Odebrecht pidiendo que la empresa no se vaya porque les ha dado empleo durante mucho tiempo, desconociendo que tejían sus negocios a punta de corrupción.

Luis Fernando Andrade, presidente de la Agencia Nacional de Infraestructura, tiene su propia visión de la realidad: “El índice de obras civiles dice que el crecimiento fue modesto en el 2016: 2,2 %. Pero hubiera sido negativo si no fuera por las concesiones de infraestructura. Esas concesiones el año pasado crecieron 35 %, en el año 2015 invirtieron $4,8 billones y el año pasado $6,5 billones, eso compensó la caída en inversiones de energía, transporte y minería, que fue del 17 %. Lo que estamos viendo es que el desarrollar esta gran infraestructura a través de concesiones nos está salvan de caer en una recesión en la construcción, es lo que nos da futuro. En Colombia, sin infraestructura no tenemos competitividad. El año pasado fue supremamente exitoso para el desarrollo de la infraestructura de transporte, a pesar de Collins, de Conalvías, de todo esto”.

Desde el gremio más importante del sector, la Cámara Colombiana de la Infraestructura (CCI), su presidente, Juan Martín Caicedo Ferrer, presenta una postura certera sobre si estos son o no casos aislados: “Por supuesto que son casos aislados, pero eso no me impide reconocer que son casos graves y que se han visto afectadas obras estratégicas para el país. Afortunadamente el acuerdo logrado con Ruta del Sol 2 despeja el camino como para pensar que esa obra se puede reanudar a la mayor brevedad. Y sobre el río Magdalena, abrigamos la posibilidad de que aparezca un nuevo jugador en los próximos ocho días. Son hechos graves, pero son casos aislados”. Sobre Conconcreto, Caicedo fue claro: “No puedo dar una opinión en mi condición de presidente del gremio sobre la advertencia del vicepresidente Vargas Lleras sobre un presunto entendimiento entre los participantes del tercer carril Bogotá - Girardot, haría mal en dar una opinión. Esperamos que esa investigación avance con celeridad y despeje dudas sobre una firma que para nosotros es paradigmática en materia de transparencia y en materia de seriedad, que además está en bolsa como es Conconcreto”.

¿Y entonces...?

De los cuatro colosos en caída se sabe que, por ejemplo, Conalvías, que fue aceptada por la Supersociedades en proceso de reorganización, va cumpliendo con el cronograma. El pasado 4 de mayo de 2016 el superintendente Francisco Reyes Villamizar le dijo al país: “Este es el proceso de reorganización más importante que se ha llevado a cabo en Colombia”. El 1º de diciembre del mismo año el grupo confirmó el pago anticipado por $19.000 millones a sus acreedores y se espera con atención al siguiente pago, que se debe hacer antes del 20 de marzo. De Collins no hay mucho más allá de que aseguró que no volverá a participar en obra pública y se va a dedicar a la obra privada. De Odebrecht, como dijo el presidente de la CCI, no se espera ni que vuelva a aparecer para contratar la construcción de un puente peatonal. Y Conconcreto, que en el tercer trimestre del 2016 registró un aumento en sus utilidades netas del 23 %, espera con ansias el resultado de la investigación en donde lo vinculan por colusión, después de ver que su acción cayó 7,69 % el pasado martes.

En un comunicado de prensa colgado en la información relevante de la Superintendencia Financiera, Conconcreto aseguró que “durante el proceso licitatorio no sostuvimos ningún tipo de acuerdo ni convenio con las otras empresas que participaron en la licitación del tercer carril (Bogotá-Girardot) que pueda violar las leyes de competencia. No ha sido, ni es, ni será una práctica de nuestra compañía”.

Caicedo Ferrer es enfático en que el país no se puede quedar solo en estos casos. “31 obras se han adjudicado sin que exista una sola tacha de que se han entregado mal, que no han sido transparentes los procesos. 19 son de 4G, 12 iniciativas privadas, eso suma $40 billones adjudicados de manera transparente. Le cuento más: de esos proyectos, 8 tienen cierres financieros definitivos por $11 billones, el 30 % de la financiación de todos esos proyectos. Y le digo más para tranquilidad del país: 17 de esos proyectos ya están en etapa de construcción. Esos proyectos de 4G quedaron en manos de 76 empresas nacionales y 21 internacionales, de manera que cifras más contundentes que estas no existen y esto sí contrasta con cuatro problemas que nos han afectado, que han afectado la marcha del sector, que son Ruta del Sol, Navelena, el túnel de La Línea y el traspié estruendoso de Conalvías”.

Y aprovecha para seguir la lista recordando que el Invías ha manejado en los últimos años tres programas que se llaman Vías para la Prosperidad, los Corredores de Mantenimiento Integral y Vías para la Equidad, por cerca de $9 billones, programas que se han desarrollado con pliego tipo y de los que no hay cuestionamientos. Acotó que se están haciendo inversiones por US$400 millones en puertos y no se ha escuchado ninguna observación. En aeropuertos se invierten $3 billones en la modernización de 48 terminales, y tampoco. “Y además hay un listado de 20 obras estratégicas en todo el país, como las de Bogotá-Villavicencio, que incluso se han entregado o se van a entregar antes de tiempo. Infortunadamente surgió el problema de corrupción de Odebrecht y dos problemas adicionales. Desde la CCI siempre advertimos que lo del túnel de La Línea estaba cantado, porque fue un proyecto mal planteado de comienzo a fin, responsabilidad del Estado y del contratista”.

Luis Fernando Andrade, quien le ha tocado lidiar con el escándalo de Odebrecht e incluso rendir interrogatorio en la Fiscalía, le dijo a El Espectador que “hay que ver el mundo con dos lentes. Es muy tentador concentrarse solo en el lente de la corrupción y decir: démosle un palazo a Collins, uno a Conalvías y siete a Odebrecht. Eso hay que hacerlo, pero no podemos olvidarnos del resto del país. Debemos encontrar la fórmula, como se hizo el año pasado, de castigar a los corruptos, pero simultáneamente de proteger a los terceros de buena fe, a los trabajadores, a los proveedores, a los bancos que prestan la plata y a todos los colombianos que nos beneficiamos de estas obras. Queremos mantener ese buen rimo de construcción que tuvimos el año pasado”. Tiene razón. Lo que pasa es que en un sector donde la danza de los millones va de un lado para otro, la corrupción ha puesto la música por años y los colombianos están agotados de siempre ver la peor parte del show.

Por Edwin Bohórquez aya

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