Los giros de la Licorera

Hernán Valdivieso Laverde es un hombre de gusto selecto. Como banquero de inversión, ha trabajado en plazas internacionales como Nueva York y Londres, y ha estado vinculado a las más importantes firmas del sector bursátil y financiero colombiano. Desde muy temprana edad desarrolló una imagen pulida, que incluye trajes perfectamente cortados, camisas y corbatas de diseño clásico, zapatos ingleses, y, lo principal, ademanes distinguidos y controlados. Además, desde siempre le apasionan los whiskies de malta y los buenos vinos, y, también, la gastronomía bien elaborada.

De manera que cuando aceptó el nombramiento hecho por el gobernador Andrés González, como nuevo jefe de la Empresa de Licores de Cundinamarca (ELC), algunos miembros de su círculo cercano fruncieron el ceño. En cierta forma, no era su perfil.

Pero los resultados de su gestión –escasos 12 meses– están mostrando que González no se equivocó, y que Valdivieso era el hombre para los tiempos actuales de la empresa. En las últimas semanas ha encabezado, por ejemplo, las acciones de lanzamiento de Aguardiente 180, la primera bebida de su clase que rompe el molde tradicional de los destilados nacionales. Hasta hoy, estas bebidas habían sido blanco de críticas por carecer de envases atractivos y exhibir etiquetas regionales y folclóricas que invitan al rechazo de los nuevos consumidores.

El 180, en cambio, está envasado en una botella especialmente construida para el producto, además de mostrar una tipografía fresca y contemporánea. Pertenece a la gama de los licores sin azúcar y posee un contenido alcohólico más bajo. Es un giro total en la categoría.

Como era de esperarse, el nuevo aguardiente está conectándose rápidamente con aquellos consumidores que no se veían reflejados en los aguardientes habituales. Con cifras siempre a flor de labio, Valdivieso señala que la caída de la categoría del aguardiente puede llegar a detenerse e, incluso, revertirse, si los productores escuchan el mercado. “Es lo que hemos hecho”.

Este lanzamiento es, además, la primera de una serie de acciones que incluyen la modernización administrativa y tecnológica de la empresa, el remozamiento del portafolio actual, el incremento de la canasta de productos y la adopción de una estrategia que deje a la empresa en buen pie para competir en el mercado nacional.

Otro punto vital del programa de Valdivieso es el mercado externo, tímidamente explorado. Pero antes tendrá que haber puesto los productos a la altura de los clientes globales. Además de diseño y nuevas formas de comunicar, la ELC se enfocará en obtener certificaciones internacionales de calidad. “La validación de procesos será la única manera capaz de garantizar un blindaje frente a las tentaciones políticas de futuras administraciones, es decir, utilizar los recursos de la empresa para fines partidistas en vez de dedicarlos a fortalecerla para asegurar su futuro y, de esa forma, continuar prestando su apoyo a los planes de salud y educación del departamento”.

Otro de sus compromisos es darle al aguardiente un nuevo soplo de vida para que pueda legitimarse como la bebida nacional de Colombia, igual que lo han hecho el tequila en México y el pisco en Perú.

Siempre existirá, sin embargo, el peligro de que la licorera vuelva a convertirse en un botín de pocos. ¿Cómo evitarlo? “El peligro no desaparecerá mientras la empresa esté bajo control estatal. Pero debemos inspirarnos en casos como el de las Empresas Públicas de Medellín, que han logrado remontar la avaricia de las administraciones de turno”. Tampoco descarta que, en un futuro, las circunstancias obliguen a la empresa a conseguir un socio que asuma el control y asegure el porvenir de los trabajadores y las finanzas del departamento.

Hernán Valdivieso Laverde es un hombre de gusto selecto. Como banquero de inversión, ha trabajado en plazas internacionales como Nueva York y Londres, y ha estado vinculado a las más importantes firmas del sector bursátil y financiero colombiano. Desde muy temprana edad desarrolló una imagen pulida, que incluye trajes perfectamente cortados, camisas y corbatas de diseño clásico, zapatos ingleses, y, lo principal, ademanes distinguidos y controlados. Además, desde siempre le apasionan los whiskies de malta y los buenos vinos, y, también, la gastronomía bien elaborada.

De manera que cuando aceptó el nombramiento hecho por el gobernador Andrés González, como nuevo jefe de la Empresa de Licores de Cundinamarca (ELC), algunos miembros de su círculo cercano fruncieron el ceño. En cierta forma, no era su perfil.

Pero los resultados de su gestión –escasos 12 meses– están mostrando que González no se equivocó, y que Valdivieso era el hombre para los tiempos actuales de la empresa. En las últimas semanas ha encabezado, por ejemplo, las acciones de lanzamiento de Aguardiente 180, la primera bebida de su clase que rompe el molde tradicional de los destilados nacionales. Hasta hoy, estas bebidas habían sido blanco de críticas por carecer de envases atractivos y exhibir etiquetas regionales y folclóricas que invitan al rechazo de los nuevos consumidores.

El 180, en cambio, está envasado en una botella especialmente construida para el producto, además de mostrar una tipografía fresca y contemporánea. Pertenece a la gama de los licores sin azúcar y posee un contenido alcohólico más bajo. Es un giro total en la categoría.

Como era de esperarse, el nuevo aguardiente está conectándose rápidamente con aquellos consumidores que no se veían reflejados en los aguardientes habituales. Con cifras siempre a flor de labio, Valdivieso señala que la caída de la categoría del aguardiente puede llegar a detenerse e, incluso, revertirse, si los productores escuchan el mercado. “Es lo que hemos hecho”.

Este lanzamiento es, además, la primera de una serie de acciones que incluyen la modernización administrativa y tecnológica de la empresa, el remozamiento del portafolio actual, el incremento de la canasta de productos y la adopción de una estrategia que deje a la empresa en buen pie para competir en el mercado nacional.

Otro punto vital del programa de Valdivieso es el mercado externo, tímidamente explorado. Pero antes tendrá que haber puesto los productos a la altura de los clientes globales. Además de diseño y nuevas formas de comunicar, la ELC se enfocará en obtener certificaciones internacionales de calidad. “La validación de procesos será la única manera capaz de garantizar un blindaje frente a las tentaciones políticas de futuras administraciones, es decir, utilizar los recursos de la empresa para fines partidistas en vez de dedicarlos a fortalecerla para asegurar su futuro y, de esa forma, continuar prestando su apoyo a los planes de salud y educación del departamento”.

Otro de sus compromisos es darle al aguardiente un nuevo soplo de vida para que pueda legitimarse como la bebida nacional de Colombia, igual que lo han hecho el tequila en México y el pisco en Perú.

Siempre existirá, sin embargo, el peligro de que la licorera vuelva a convertirse en un botín de pocos. ¿Cómo evitarlo? “El peligro no desaparecerá mientras la empresa esté bajo control estatal. Pero debemos inspirarnos en casos como el de las Empresas Públicas de Medellín, que han logrado remontar la avaricia de las administraciones de turno”. Tampoco descarta que, en un futuro, las circunstancias obliguen a la empresa a conseguir un socio que asuma el control y asegure el porvenir de los trabajadores y las finanzas del departamento.