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La respuesta efectiva y a tiempo a la crisis climática exige medidas como una transición del sector productivo a uno bajo en carbono, así como el desarrollo de capacidades en el Estado para trabajar alrededor de un reto nacional y no por carteras.
Helena García*
Al inicio de su presidencia, John F. Kennedy se propuso la meta poner a un hombre en la Luna. Lograrlo requirió utilizar a los mejores científicos, destinar un presupuesto significativo y tomar riesgos, además de lograr coordinación entre docenas de entidades e inspirar y movilizar a todo el pueblo de EE. UU. En julio de 1969, logró lo que diez años antes pocos creían que se podía hacer.
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Al inicio de su presidencia, John F. Kennedy se propuso la meta poner a un hombre en la Luna. Lograrlo requirió utilizar a los mejores científicos, destinar un presupuesto significativo y tomar riesgos, además de lograr coordinación entre docenas de entidades e inspirar y movilizar a todo el pueblo de EE. UU. En julio de 1969, logró lo que diez años antes pocos creían que se podía hacer.
La respuesta efectiva y a tiempo a la crisis climática requiere medidas como una transición del sector productivo a uno bajo en carbono, así como el desarrollo de capacidades en el Estado para trabajar alrededor de un reto nacional y no por carteras.
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La emergencia climática es un reto de mayor complejidad y urgencia para la humanidad que poner al hombre en la Luna. El “Sexto informe de evaluación”, publicado a principios de agosto de este año por el Grupo I del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) es muy claro en la urgencia de reducir emisiones de gases efecto invernadero (GEI). La ventana de oportunidad para evitar los efectos más drásticos del cambio climático se está cerrando y es previsible que aumentarán los fenómenos climáticos extremos, como huracanes, sequías e inundaciones. A pesar de que durante 2020 las emisiones globales de GEI se redujeron 7 % respecto a 2019 por efecto de la pandemia, no fue un cambio permanente. En la medida en que se reactivan las economías, las emisiones de GEI lo han hecho a la par.
En diciembre de 2020, Colombia presentó ante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (Cmnucc), la actualización de su contribución nacionalmente determinada (NDC, por sus siglas en inglés) en el marco del Acuerdo de París. El aporte de Colombia para evitar un aumento mayor a 2 °C de temperatura global es reducir 51 % de sus emisiones GEI para 2030 con respecto al escenario de referencia. Esto implica un compromiso en reducción de emisiones de 176 millones de toneladas de CO2 equivalente.
Lograr esta ambiciosa y necesaria meta implica un esfuerzo comparable al programa espacial de los años 60, pues implica acciones y cambios en todos los sectores de la economía y la sociedad. El plan de cumplimiento propuesto por el Gobierno comprende treinta medidas de mitigación y 29 de adaptación, así como medidas transversales. Requiere una amplia capacidad de coordinación y evaluación de los avances. Implica también usar estratégicamente los recursos disponibles y poder movilizar financiamiento del sector privado y cooperación internacional por montos alrededor del 4 % del PIB.
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Un primer paso para la implementación de esta estrategia es el uso de la información disponible para toma de decisiones. En este momento se está actualizando la curva de costos marginales (MACC, por sus siglas en inglés) de Colombia, construida en 2014, para incorporar la meta revisada de la NDC. Con esta nueva información se pueden complementar las medidas contempladas en la NDC y su plan de cumplimiento.
Sobre todo, se pueden focalizar los esfuerzos para lograr la transición del sector productivo a uno bajo en carbono. Por ejemplo, la curva MACC permite identificar medidas rentables que mejoran la competitividad de las empresas y no requieren grandes inversiones de capital. En esos casos, el rol del sector público debe ser trabajar de manera coordinada con el privado para identificar y ayudar a solucionar las barreras que impiden o dificultan que esas acciones se lleven a cabo.
Otras medidas que tienen un costo positivo, pero menor al precio del carbono (costo efectivas), requieren una estrategia de financiación integral que ayude a reducir las asimetrías de información y fomente el desarrollo de productos con las características adecuadas en plazos y tasas, utilizando recursos públicos o de cooperación internacional. Finalmente, las intervenciones que no son costo efectivas pero son necesarias para cumplir la meta de reducción de emisiones se deberán financiar con recursos públicos en su totalidad.
El segundo paso clave es la coordinación. La escala y complejidad de las acciones y cambios necesarios para cumplir la NDC implican trabajo interdisciplinario que involucre al Gobierno, el sector privado, academia y sociedad civil. Esto requiere fortalecer la institucionalidad existente para poder actualizar y utilizar la información disponible, convocar a distintos actores y trabajar de forma conjunta para eliminar cuellos de botella, y, sobre todo, evitar vaivenes políticos que se traduzcan en falta de continuidad en la implementación de la estrategia.
El tercer paso es el desarrollo de capacidades en el Estado para trabajar alrededor de un reto nacional y no por carteras. Se necesita avanzar de forma coordinada en diseño de políticas para asegurar que los incentivos estén alineados, en consecución de recursos y en acercamiento a las empresas y personas. Este tipo de enfoque requiere desarrollar capacidades, competencias y experticia en el Estado, distintas a las que tiene actualmente, de modo que pueda cumplir su rol de coordinar y dar dirección a distintos actores en la formulación e implementación de estas políticas.
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Está demostrado que Colombia es un país con buenas capacidades en el diseño y la formulación de políticas públicas. Por la solidez de sus instituciones, en la región se destacan el Departamento Nacional de Planeación y el Ministerio de Hacienda, entre otros. Sin embargo, entre el diseño y la implementación hay una brecha que el país aún debe cerrar. Existen limitaciones en las entidades para implementar de lleno políticas establecidas con anterioridad en el país. Estas limitaciones son aún más marcadas en los territorios, donde la capacidad de implementación de políticas públicas es crítica para el éxito de las acciones de mitigación y adaptación al cambio climático.
La llegada del hombre a la Luna demostró que la humanidad es capaz de responder a retos de gran complejidad si se lo propone. La pregunta hoy es no solo si somos capaces de repensar y reinventar cómo utilizamos y preservamos los recursos del planeta para evitar los peores escenarios de aumento de temperatura global, sino, además, si lo lograremos a tiempo. Colombia tiene un papel fundamental que jugar en esta tarea.
*Experta en competitividad y crecimiento verde.