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Este martes en la noche se desarrolló el anunciado debate de control político de las bancadas de oposición a la reforma laboral y, en general, a las políticas económicas del gobierno de Iván Duque.
En particular, los senadores que hablaron pusieron en el foco de sus críticas a la reforma tributaria (que hace su curso en el Congreso) y las ideas que orbitan alrededor de una reforma laboral que debe ser realizada, pero que aún no ha sido presentada oficialmente.
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Uno de los grandes puntos de crítica de senadores como Gustavo Bolívar, Alexander López, Antonio Sanguino y Aída Avella son las exenciones tributarias que la reforma establece para las empresas. Este punto ha sido ampliamente discutido, pero no deja de ser polémico.
Bajo los cálculos de los legisladores, lo que se pretende dar en estímulos a las empresas (con la idea de dinamizar la producción y acelerar la creación de empleo) no se equilibra con lo que la reforma busca recaudar en el ramo de las personas naturales.
Para la senadora Avella, “el gran negocio en Colombia es contribuir a las campañas políticas o tener un fondo de pensión privada, que se hacen autopréstamos y le prestan dinero al Estado con altísimos intereses bancarios”. A su turno, Gustavo Bolívar aseguró que “hoy paga más IVA una lavadora que un bien suntuoso como una camioneta de más de US$30.000”.
De fondo, lo que los legisladores establecen es parte de una corriente que se opone a la forma de pensar del gobierno Duque y, en particular de Alberto Carrasquilla, ministro de Hacienda: las empresas y el capital privado deben contribuir más, especialmente en un país como Colombia, con amplias brechas de desigualdad.
No es un debate nuevo, en realidad. Y tampoco es una discusión enteramente local. Se trata de tensiones ampliamente divulgadas en el pensamiento económico, con críticos y defensores de peso.
Por ejemplo, Abhijit Banerjee, quien ganó el premio Nobel de Economía este año junto con Esther Duflo, del Instituto de Tecnología de Massachusetts, y Michael Kremer, de la Universidad de Harvard, asegura que “la reducción de impuestos para impulsar la inversión es un mito difundido por las empresas: están dando incentivos a los ricos que ya están sentados en toneladas de dinero. Un mejor enfoque sería subir algunos impuestos y distribuir el dinero a las personas para que lo gasten”.
Ahora bien, una de las grandes sombras de la actual Ley de Financiamiento (cuya caída en la Corte Constitucional precipitó el tránsito de una nueva reforma tributaria) es que aloja una paradoja: crecimiento económico de 3,3 % del PIB (mucho mejor que el promedio de la región) y un desempleo que en casi todo el año se ha ubicado en una tasa de doble dígito.
A su turno, el ministro Carrasquilla aseguró que “comparto la visión sobre las desigualdades en Colombia, pero no estoy de acuerdo con las conceptualizaciones de por qué sucede esto”. Y continuó: “No estoy de acuerdo con pensar que si las empresas pagan más es progresivo y si las personas pagan más entonces es regresivo. Si queremos luchar contra la desigualdad tenemos que tributar más; tributar más con base en tributación empresarial no es la salida”.
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Y defendió la idea que en Colombia “la tributación es muy baja, deberíamos estar tributando más para nuestro nivel de ingreso. Si miran las cifras internacionales la tributación es completamente distinta. El 80 % de los ingresos por vía del impuesto de renta lo tributan las empresas y en otros países, con niveles de ingreso similares, es al revés”.
Por su parte, Alicia Arango, ministra de Trabajo, aseguró que el Gobierno no tiene redactada una reforma laboral y que lo que ha salido son ideas, de muchos sectores: “Este Gobierno ha sostenido mesas de trabajo, pero es falso que tengamos una reforma laboral y que la vayamos a meter por debajo. Ese no es el estilo de este Gobierno, ni el mío personal”.