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Método del lenguaje humano

Fátima Toledo ha trabajado preparando actores en películas como ‘Ciudad de Dios’ y ‘Tropa de élite’, entre otras.

Santiago La Rotta
04 de septiembre de 2012 - 11:01 p. m.
Fátima Toledo, preparadora brasileña de actores.  / Andrés Torres - El Espectador
Fátima Toledo, preparadora brasileña de actores. / Andrés Torres - El Espectador

El porcentaje es incierto, pero alcanza para decir que buena parte del trabajo de Fátima Toledo es observar, analizar juiciosamente a alguien para saber en dónde está el quiebre entre la persona y el personaje.

“Siempre existe la posibilidad de encontrar la fantasía en la persona”, dice Toledo, quien ha dedicado su vida a preparar actores para cada escena, a trabajar meticulosamente el gesto, a encontrar el camino para que la sensación salga en el instante preciso.

“¿Cómo evita que el actor se salga de control?”, pregunta uno de los asistentes a la charla que dio la brasileña el lunes en Bogotá, como parte de la Semana del Cine Colombiano. Perder el control en medio de la representación.

El método que emplea Toledo, que ha utilizado con actores de cintas como Ciudad de Dios o Tropa de élite, es un asunto que va al fondo de la persona para sumergir al actor en la acción que propone el guión, el universo particular que delimita la cinta.

Su trabajo comienza por lo general dos meses antes del rodaje. En ese tiempo, Toledo se reúne con los actores (siempre con todo el elenco, porque “el elenco completo produce un trabajo en unidad”) para realizar una serie de ejercicios que le dicen qué tan cerca está el intérprete de lo que propone el guión.

En las siguientes dos etapas de su método, Toledo trabaja por momentos sin el guión, pero con el tono que necesita para la escena, que comienza a ser levantada hacia el final del trabajo, ya con algunos diálogos de la cinta. Para ese momento, afirma, el actor ya se ha conectado con la sensación que requiere una secuencia determinada.

Eso a grandes rasgos. La cosa es algo más complicada, un terreno lleno de sutilezas, de un lenguaje a veces elusivo. “No vale decirle a un actor: ‘Usted está triste’. Hay que soltarle cosas como: ‘Usted está solo. Todo lo que ha hecho lo ha alejado de los demás. Lo único que logró es tener este apartamento en el que está’. Eso es tristeza”.

La primera vez que Toledo debió acompañar a un actor fue en 1979. Todos eran niños y después de un tiempo de trabajar con ellos las cosas no se veían bien. Alguien le sugirió que involucrara animales en el proceso. A los pocos días, los llevó a un zoológico y les pidió que escogieran un animal e investigaran todo lo que pudieran de él durante el día. Luego debían actuar como el animal que habían escogido.

Después de este ejercicio, los niños comenzaron a soltarse más, a decir las líneas, claro, pero también a utilizar sensaciones para entrar en la vibración necesaria que requería el guión.

En otro rodaje, Toledo debía ayudar a un grupo de indígenas que participarían en un rodaje en México. Después de dos meses de vivir con ellos en la selva se había forjado un vínculo, un método para entregar una dirección de actuación a alguien que sólo ha interpretado su propio rol a cientos de kilómetros de distancia de un teatro o incluso sin acceso a energía eléctrica.

“No me importa si trabajo con un actor natural o con uno entrenado. Todos se deben mezclar en el universo de la película. Yo les digo que todos somos nuevos en el mundo que propone la cinta. El actor natural no es más o menos difícil para trabajar. Es un ser humano y el lenguaje que debes tener para comunicarte con el actor es ese: el lenguaje humano”.

Por Santiago La Rotta

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