Siete minutos para “vender” su empresa
La historia de cómo cuatro jóvenes compañías y sus creadores se la juegan frente a empresarios de primer nivel para entrar al movimiento de emprendimiento de alto impacto, líder en el mundo.
Edwin Bohórquez Aya / @EdwinBohorquezA
¿Qué tipo de presentación haría si le dicen que tiene siete minutos para hablar de su emprendimiento frente a dos jurados de primer nivel en el mundo empresarial, explicar por qué es distinto a los demás, detallar su modelo de negocio consistente, comprobar que el equipo que lo acompaña es el adecuado, que puede o está en los mercados con más potencial para su producto o servicio, que sabe generar empleo de calidad, que usted no es solo una persona de ideas, sino que sabe ejecutarlas, logra generar riqueza para la sociedad y que, para completar la fórmula, es capaz de reinvertir sus conocimientos, credibilidad y ganancias en la próxima generación de emprendedores multiplicando de esa forma su influencia?
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¿Qué tipo de presentación haría si le dicen que tiene siete minutos para hablar de su emprendimiento frente a dos jurados de primer nivel en el mundo empresarial, explicar por qué es distinto a los demás, detallar su modelo de negocio consistente, comprobar que el equipo que lo acompaña es el adecuado, que puede o está en los mercados con más potencial para su producto o servicio, que sabe generar empleo de calidad, que usted no es solo una persona de ideas, sino que sabe ejecutarlas, logra generar riqueza para la sociedad y que, para completar la fórmula, es capaz de reinvertir sus conocimientos, credibilidad y ganancias en la próxima generación de emprendedores multiplicando de esa forma su influencia?
“Buenos días, soy Santiago Botero y me considero un soñador con alma de niño. Estoy aquí porque mi objetivo es construir país y generar empleo, que yo sea la motivación de mi hijo para que él sea una gran persona. Aprendí a prestar plata porque vengo de familia de comerciantes con una red de venta de motos a segmento base de la población. Pero no quiero ser su sombra. Soy ingeniero agrónomo de El Zamorano, en Honduras, con MBA y programa de alta dirección bancaria en Incae Business School, en Costa Rica. Soy innovador, persistente y apasionado por lo que hago. Tengo más de 15 años de experiencia en la originación y administración de cartera de créditos de consumo. Creé Finsocial en 2012, una entidad de intermediación financiera para prestar dinero, por medio de libranzas, a profesores y pensionados. Ya somos 350 colaboradores y estamos en 23 ciudades de Colombia”.
Así comenzó Santiago su presentación. Sus siete minutos de protagonismo. Fue el miércoles 20 de febrero, sobre las 11 de la mañana, en un salón de un lujoso edificio al norte de Bogotá. Vestido con una camisa informal que llevaba tejido su nombre y el de su empresa. Su pitch, como prefieren llamarles a las presentaciones en este ecosistema de nuevas empresas, o como es reconocido a nivel internacional, tenía que ser contundente. Al frente tenía a dos “toros”, como dicen en el mundo de los negocios, quienes se encargaban de su evaluación. Eran Anabel Pérez, CEO y cofundadora de Novopayment, y Mariano Markman, CFO J.P. Morgan Colombia / Senior Country Business Manager Región Andina, Centroamérica y el Caribe.
Fue claro, soltó información privilegiada para exponer su negocio, pero también argumentó lo que para él lo hacía diferente: “No capto dinero del público”, “le prestamos plata a la gente que no le presta la banca tradicional”, “no trabajo, juego a ser el número 1”, “las empresas rápidas son las que van a triunfar”, “el cliente pide el dinero para ayer y no para hoy”. Luego vinieron los 38 minutos de preguntas y respuestas. Diez más de retroalimentación. Un total de 48 minutos en los que el emprendedor iba tan rápido, que terminaba atropellando a sus jurados con sus argumentos. Al final, cinco minutos de evaluación.
La misma escena se vivía en otras tres salas del mismo edificio. Esteban Velasco y Felipe Llano, de Sempli; Octavio Echeverri, Yuji Kiriki y Jean Philip Zucchet, de S4N, y Andrés Villaquirán con Mauricio Gutiérrez, de Alkanza, se jugaban la misma suerte. Debían hacer lo propio en siete minutos. Contar cómo querían escalar su negocio a futuro. Una variable muy importante, pues estos empresarios están buscando pasar al siguiente nivel. Tocar la puerta de las grandes ligas. Para estar sentados allí, en este panel local de Endeavor -la organización que lidera el movimiento de emprendimiento de alto impacto alrededor del mundo-, debían facturar mínimo US$1 millón al año. Varios de ellos estaban muy por encima de ese monto.
Esteban y Felipe crearon un modelo para hacer préstamos a pequeñas empresas apoyados en un desarrollo tecnológico que analiza la data, la información. Trabajaban en una banca de inversión y decidieron salir a hacer empresa. Lo están logrando. Octavio, Yuji y Jean Philip hablan de concepto. Montaron una empresa de software, crean soluciones para sus clientes a partir de una relación cercana con sus ingenieros. Hablan de la psicología del deporte aplicada a los proyectos de desarrollo en los que los programadores puedan contar con habilidades de comunicación, que vayan más allá de la pantalla donde trazan líneas de código. Operan en Colombia, Panamá y EE. UU. Y Andrés con Mauricio, que pusieron en marcha la idea de que la gente del común pueda invertir su dinero de forma intuitiva intermediando en el mercado B2B.
Tras el almuerzo, solo los jurados -ya no estaban los emprendedores-, que en este panel nacional tenían la misión de evaluar a las cuatro empresas y a sus emprendedores, debían deliberar y votar para definir si pasaban al panel internacional, y si allí también pasan, tendrían acceso inmediato a la red Endeavor. La que tiene más de 3.000 mentores de primera línea mundial, acceso a programas ejecutivos en Harvard & Stanford, eMBA, Bain & EY Fellows y también al Mentor Capital Program Investor Network y Endeavor Catalyst.
El debate se puso bueno. No solo se tenían en cuenta los números, era muy valorado el ser humano detrás de cada negocio. Qué tan innovadora era la idea. Qué tan bien se entendían los emprendedores a la hora de repartir responsabilidades en algo tan sencillo como responder una pregunta. Se habló de márgenes. Del balance con números rojos. De deuda como fondeo. Del retorno sobre la inversión. De si el negocio era sostenible o, más importante aún, si el candidato tenía la pista, el combustible y la ambición de crecer diez veces con la ayuda de Endeavor.
Para muchos que fuimos observadores, algunas de estas cuatro candidatas tenían todas las de ganar. Pero para los jurados no fue así. De pasar al panel internacional -Colombia tiene cupo para el de Atlanta y el de la Riviera Maya-, allí se deben enfrentar a empresarios de primera línea mundial para poder convertirse en emprendedores de alto impacto y recibir el apoyo de la red. En la primera ronda una votación clara de 6-0 produjo aplausos. Dos se quedaron en el camino y otra, con una puja más, justo a las 6:20 de la tarde, recibió el aval para seguir adelante. En una jornada tan corta, pero con preparación, es como se juegan el futuro estos nacientes empresarios. No se trata solo de utilidades, la actitud es determinante en momentos decisivos como este. Así que los números de su empresa pueden estar en verde, pero usted, ¿tiene la actitud? Sempli y Finsocial lo reunieron todo. Lo lograron.