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Uprep, la plataforma para no rajarse en los exámenes extranjeros

Esta es una iniciativa creada por jóvenes emprendedores que prepara a los estudiantes a la hora de aplicar a programas de pregrado, maestría y doctorado en diferentes universidades del mundo.

María Paulina Baena Jaramillo
22 de mayo de 2016 - 02:14 a. m.
Juan Mejía y Laura Cadena son los creadores de Uprep, una iniciativa para que los estudiantes se preparen antes de presentar exámenes internacionales de pregrado y posgrado. / Óscar Pérez - El Espectador
Juan Mejía y Laura Cadena son los creadores de Uprep, una iniciativa para que los estudiantes se preparen antes de presentar exámenes internacionales de pregrado y posgrado. / Óscar Pérez - El Espectador

Las personas que se han enfrentado a las aplicaciones para ingresar a una universidad en el exterior saben que es un proceso traumático y engorroso. En esa idea de estudiar por fuera se depositan muchos sueños y, si fallan, el sentimiento que viene es de frustración.

“Es abrumador: cartas de recomendación, ensayos, entrevistas. Nosotros queremos acompañar a la gente y prepararlos para los exámenes que estas universidades les piden”, dijo Laura Cadena, una de las creadoras de Uprep.

Uprep es una iniciativa de tres jóvenes bogotanos: Laura Cadena, Juan Mejía y Andrés Uribe. La idea empezó a cocinarse hace tres años, pero se concretó en mayo del año pasado.

Andrés dictaba clases particulares y preparaba a las personas para el SAT, un examen utilizado por varias universidades del mundo como requisito para entrar a programas de pregrado. Fue tanta la demanda de clases que hasta lo llamaban para dar algunas a las 3:00 a.m. Se volvió insostenible y la única forma para continuar era encontrar un lugar y aplicar su método.

Entonces se unió con Juan y Laura, dos amigos a quienes conocía de tiempo atrás. Andrés ofrecía el método que consistía en retomar los conceptos más básicos de matemáticas. Conocimientos que la gente da por sentados por el hecho de ser profesionales, pero lo cierto es que son vacíos profundos que muchas veces son la causa de los fracasos académicos.

“La idea es fortalecer las bases que tienen desde el colegio y fijarnos en cosas más técnicas, como resolver una pregunta o saber atacar un problema de matemáticas”, aseguró Juan. “La clave de esos exámenes es el tiempo. Si te demoras más de un minuto, es terrible. Lo que hacemos es dar esos tips”, complementó Laura.

Y teniendo en mente esa receta para el éxito arrancó el periplo que significa ser emprendedor en Colombia. “Uno sale muy mal preparado para hacer una empresa”, comentó Juan. Para ellos fue muy difícil empezar, porque no sabían por dónde y el marco legal de la educación era algo que desconocían por completo: licencias, impuestos, facturas.

Empezaron con la imagen. Uprep traducía “tu preparación”, pero también se ajustaba a la u, de universidad o a la u, de Uribe, de Andrés Uribe, el dueño del método. Luego vino un largo etcétera de ayudas de amigos y conocidos: un amigo abogado que les ayudó con la parte tributaria, un papá economista, una mamá comercial y algún conocido que les dio luces sobre contaduría.

Hoy, en su oficina de Bogotá, preparan a las personas para cualquier examen estandarizado de educación superior por fuera del país. Los principales son el SAT, para pregrados; el GMAT, para maestrías en administración y finanzas, y el GRE, para doctorados y posgrados en otras áreas del conocimiento. Sumado a esto, dictan clases para los exámenes de idiomas como los de habla inglesa, Toefl y Ielts, o el de lengua francesa, Delf. Además, se ofrecen cursos personalizados de tutorías para niños y jóvenes de colegios o universidades.

Los precios de los cursos incluyen todo el material oficial de libros para cada examen y oscilan entre $2’800.000 y $3’000.000. Duran de dos a tres meses y se distribuyen en clases colectivas, de dos horas y dos veces por semana, de no más de doce alumnos. Los cursos personalizados son en horarios flexibles y cuestan desde $180.000 hasta $220.000 la clase.

En últimas, Uprep no sólo se trata de hacer el proceso más liviano a la hora de decidir aplicar a una universidad internacional, ni de enviar más gente a que estudie en el extranjero. “La idea es que estemos aportando a que las personas sean felices. Hoy hay mucho profesional miserable, trabajando en lo que no le gusta”, remató Juan. Por eso, lejos de querer expertos atornillados en un puesto de trabajo, “queremos que las personas encuentren su sentido de vida”, concluyó Laura.

 

Por María Paulina Baena Jaramillo

 

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