El Magazín Cultural
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Convocatoria a “desarmar las palabras para amar la palabra”

Estudiantes del taller que dirige el escritor Julio César Londoño desarrollan una propuesta de creación llamada “Desarmar las palabras”. Reciben colaboraciones hasta el 08 de diciembre del 2022.

16 de agosto de 2022 - 03:15 p. m.
Según el escritor Julio César Londoño, “la idea es mirar el sentido polisémico de las palabras para extraerles el veneno que les ha inoculado el uso unívoco y tendencioso de nuestros más bajos instintos”. Una forma de revisar y, tal vez, cambiar narrativas sociales.
Según el escritor Julio César Londoño, “la idea es mirar el sentido polisémico de las palabras para extraerles el veneno que les ha inoculado el uso unívoco y tendencioso de nuestros más bajos instintos”. Una forma de revisar y, tal vez, cambiar narrativas sociales.
Foto: Getty Images/iStockphoto - ThitareeSarmkasat

Esta es la invitación que nos hicieron llegar estudiantes del taller que dirige desde la ciudad de Cali el escritor Julio César Londoño, columnista de El Espectador:

Somos un grupo de personas interesadas en contribuir desde nuestro compromiso con la palabra a la construcción del camino de cambio que acaba de inaugurarse en nuestro país. Durante los últimos años hemos sido testigos y partícipes, a veces cómplices, en ocasiones indiferentes, casi siempre inermes, de un “odio a muerte” que degradó nuestra vida en común. Habitamos un espacio cuya estela de destrucción requiere de acciones conjuntas para acompañar el giro que estamos dando. Ese odio, instilado durante décadas, se fijó a través de un singular conjunto de palabras que animaron toda suerte de rechazos y temores. Las siniestras iniquidades cometidas durante los últimos veinte años contra la vida fueron precedidas por fantasmagorías alentadas con palabras que justificaron las formas de la ignominia. Algunas de esas palabras acudieron prontas a nuestra memoria: patria, refundar la patria, comunista, terrorista, guerrillero, paraco, mamerto, facho, negro, indio, castrochavismo, gente de bien, limpieza social, por algo sería, sapo, zorra, marica... Estas son apenas unas cuantas tomadas de un arsenal de términos mucho más vasto. Seguramente a quien lea estas líneas se le ocurrirán otras tantas expresiones de un calibre semejante, palabras que cobraron un carácter unívoco, inapelable, “seco como un disparo” —para recordar la certera imagen de Álvaro Mutis—, y que nos llevaron a un espacio sin matices, minado de sentencias, mientras perdíamos de vista la levedad y los equívocos del lenguaje. (Recomendamos: La Universidad Nacional y su propuesta del “Pequeño diccionario de antintelectualismo”, para revisar cómo usamos palabras como vandalismo).

Queremos extender la invitación a ser parte de este proyecto que anhelamos colectivo. Nuestra propuesta consiste en tomar algunas de esas palabras para desarmar el artefacto, desentrañar sus usos y arrojar luz sobre los escenarios que proyectaron y las pasiones perversas que engendraron. Tenemos la esperanza de que con ello podremos apreciar el limo fecundo que se pierde al emplearlas solo para señalar y dictaminar.

Les pedimos su ayuda para encontrar esos términos y trazar el mapa del ardor mortífero que durante años se adueñó de nuestras vidas. Así como aspiramos a que el proyecto sea conjunto, también queremos que el resultado llegue a muchas personas. Por ello, esperamos que los términos y las reflexiones que nos propongan se expresen en un lenguaje sencillo, ágil, sin tecnicismos y ojalá de manera creativa: los usos de una palabra pueden ser explicados con una anécdota, un chiste, un despliegue de agudeza verbal o de poesía, todo en el empeño de darle una vuelta de tuerca a las sevicias del odio y deslastrar de ese peso las palabras o, por lo menos, entender cómo perdieron su levedad...

Les hacemos este llamado para que, desde oficios y prácticas distintas, nos ayuden a delinear la cartografía verbal del odio. Proponemos elaborar textos que no sobrepasen la cuartilla (500 palabras aproximadamente) para cada entrada. Los estaremos recibiendo hasta el 08 de diciembre del 2022 en el correo desarmarlaspalabras@gmail.com. Los aportes que seleccionemos y editemos serán difundidos a través de redes sociales como parte de una publicación electrónica.

A manera de provocación, les presentamos los siguientes ejemplos que ilustran con especial claridad —creemos—, la ruta del veneno inoculado.

Patria

¿De cuál patria me hablas? ¿La de los abuelos, que murió con ellos, la del ejército, con su mensaje de exterminio; la que vislumbro por la tele, llena de luces, seres perfectos, sonrientes; o la mía, que lucho y padezco día a día?

¿Hablas del lugar donde queda mi hacienda, mi banco, mi centro comercial, mi empresa; el lugar de donde me echaron a tiros, desde donde pregunto por mis muertos al lado de los ríos, donde apenas sobrevivo; ese lugar del oso lector que usa anteojos, del chigüiro de ojos inquisitivos, de las palmas altas como una oración, del manglar que agoniza bajo todas las lluvias, los derrames de petróleo, los atardeceres de sangre?

¿De la patria que refundaron sobre los huesos de la gente amada, acribillada en las veredas, secuestrada en los campamentos? ¿O del lugar donde quiero que hallemos consuelo y vuelo?

Paramilitar

Es una palabra acuñada perfectamente: sigue el modelo de construcción de vocablos análogos, como paramédico. Así, paramilitar es la persona que trabaja en paralelo con el militar.

Su uso debe reservarse para esta situación específica de connivencia entre mercenarios de naturaleza privada y fuerzas oficiales. El uso indiscriminado del vocablo para-militar tiene dos efectos indeseados: legitima al mercenario, porque el sufijo «militar» le confiere cierto tinte de legalidad, y atenta contra la dignidad del soldado regular. Es más precisa y más fuerte la sigla Bacrim, bandas criminales. El apócope «paraco» traduce muy bien, no sabría decir por qué, el asco que nos inspiran esos sujetos (¡y rima con «¡… el pueblo está berraco!»).

Tombo

“Si no estudiaste –porque eres bruto– tienes dos opciones: ser tombo o ser bandido”. Al final es lo mismo. Los tombos son poco más que peones agrandados por un uniforme y un palo. El sentido del epíteto depende de quién lo emplee: para los mamertos son unos ignorantes y obedientes borregos que detestan el progreso y que acabarán con el reino del mañana a punta de bolillo. El tombo no tiene sueños ni aspiraciones y le guía tan solo una sed de sangre o lucro alimentada por el prestigio de las medallas y el servilismo. Para la gente de bien son unos ignorantes y obedientes borregos que deben destinarse a proteger individuos y propiedades, pues de otra manera estarían de terroristas o atracando gente de bien. En este caso, las aspiraciones y sueños de los tombos no pueden ni deben ir más allá del brillo de una medalla adornada con palabras como patria, orden, Dios, y del reconocimiento de la jerarquía militar o civil. Es cuando pueden ser llamados héroes. “El tombo siempre serás tú, nunca yo”.

Limpieza social

Lo dijo Lissette, con una voz de caricia brava ante los comisionados que fueron hasta su exilio en Dinamarca a entrevistarla. Ella y sus amigas trans se entusiasmaron tanto cuando escucharon que en Cali harían limpieza social. Seguramente iban a recoger la basura de las calles, a pintar las paredes de colores bien drag, a llevarse a los machos vociferantes que las cogían a palo. Se organizaron en brigadas de carnaval para ayudar, compraron pinturas, salieron a los andenes, se desplegaron en arcoíris. Alcanzaron a matar a tres del combo antes de darse cuenta de que ellas eran la basura.

India igualada

̶̵̶̶̶ ̶̵̶̶̶̶̵̶̶̶̶̵̶̶̶ ¡¿Y esta qué hace desayunando en el comedor?! ¿Es que no sabe que eso es para la gente? ¿Quién la viera, encima comiendo con los cubiertos de la familia?

̶̵̶̶̶ ̶̵̶̶̶̶̵̶̶̶̶̵̶̶̶ ¿Y es que los cubiertos no son para comer?

̶̵̶̶̶ ̶̵̶̶̶̶̵̶̶̶̶̵̶̶̶ ¡Además, contestona! ¡India igualada! Se me larga ya de esta casa.

̶̵̶̶̶ ̶̵̶̶̶̶̵̶̶̶̶̵̶̶̶ ¡Humpf! De mejores casas me han echado.

¡India igualada, con dignidad, con coraje! Mis ancestros hablan desde todos los tiempos. Soy la suma de ellos. Por eso sé de sus anhelos, los reivindico, a ellos me debo. Tu odio me añade estatura, me reafirma. Amplía mi lucha por extinguirlo y me hace más fuerte.

Lavo los platos de otros y una voz de frío cae en mis espaldas. No entiendo este idioma. Soy nasa, sé lo que es resistir hasta morir.

Tal es nuestra convocatoria; esa es, sin más, nuestra invitación.

Cordialmente,

Beatriz Arana, Belén del Rocío Moreno, Julio Roberto Arenas y Marta Renza.

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