Noticias

Últimas Noticias

    Política

    Judicial

      Economía

      Mundo

      Bogotá

        Entretenimiento

        Deportes

        Colombia

        El Magazín Cultural

        Salud

          Ambiente

          Investigación

            Educación

              Ciencia

                Género y Diversidad

                Tecnología

                Actualidad

                  Reportajes

                    Historias visuales

                      Colecciones

                        Podcast

                          Opinión

                          Opinión

                            Editorial

                              Columnistas

                                Caricaturistas

                                  Lectores

                                  Blogs

                                    Suscriptores

                                    Recomendado

                                      Contenido exclusivo

                                        Tus artículos guardados

                                          Somos El Espectador

                                            Estilo de vida

                                            La Red Zoocial

                                            Gastronomía y Recetas

                                              La Huerta

                                                Moda e Industria

                                                  Tarot de Mavé

                                                    Autos

                                                      Juegos

                                                        Pasatiempos

                                                          Horóscopo

                                                            Música

                                                              Turismo

                                                                Marcas EE

                                                                Colombia + 20

                                                                BIBO

                                                                  Responsabilidad Social

                                                                  Justicia Inclusiva

                                                                    Desaparecidos

                                                                      EE Play

                                                                      EE play

                                                                        En Vivo

                                                                          La Pulla

                                                                            Documentales

                                                                              Opinión

                                                                                Las igualadas

                                                                                  Redacción al Desnudo

                                                                                    Colombia +20

                                                                                      Destacados

                                                                                        BIBO

                                                                                          La Red Zoocial

                                                                                            ZonaZ

                                                                                              Centro de Ayuda

                                                                                                Newsletters
                                                                                                Servicios

                                                                                                Servicios

                                                                                                  Empleos

                                                                                                    Descuentos

                                                                                                      Idiomas

                                                                                                      Cursos y programas

                                                                                                        Más

                                                                                                        Cromos

                                                                                                          Vea

                                                                                                            Blogs

                                                                                                              Especiales

                                                                                                                Descarga la App

                                                                                                                  Edición Impresa

                                                                                                                    Suscripción

                                                                                                                      Eventos

                                                                                                                        Pauta con nosotros

                                                                                                                          Avisos judiciales

                                                                                                                            Preguntas Frecuentes

                                                                                                                              Contenido Patrocinado
                                                                                                                              20 de diciembre de 2008 - 05:00 p. m.

                                                                                                                              ‘Cuando Santa cayó del cielo’

                                                                                                                              En la noche del diez de diciembre una terrible tempestad se abatió procedente del norte. Mil relámpagos lanceaban las estrellas y el estruendo retumbaba por el cielo negro como un tren de mercancías descontrolado.

                                                                                                                              Fragmento del cuento de Cornelia Funke *

                                                                                                                              Nicolás Reyes, de profesión Santa, no se daba cuenta de todo eso. Yacía en su carromato roncando apaciblemente, mientras Estrella Fugaz, su reno, lo arrastraba a través de las nubes muy alto por encima del mundo dormido. Los relámpagos lamían el carromato destartalado como lenguas de serpientes, pero Nicolás Reyes soñaba con almendras y mazapán como acostumbran los Santa.

                                                                                                                              Estrella Fugaz corría cada vez más rápido entre las nubes negras, pero no podía escapar de la tormenta. La tronante oscuridad se tragaba las estrellas y los relámpagos le pasaban siseando entre los cascos. Estrella Fugaz se encabritó, rompió las riendas y se precipitó hacia el suelo. El carromato sin reno de Reyes se balanceó de un lado a otro como una barca en el mar embravecido y luego volcó precipitándose hacia la nada. Reyes se cayó de la cama con estrépito, se golpeó la cabeza contra la pata de una silla y rodó debajo de la mesa.

                                                                                                                              -¡Aaaalto! —gritó—. Cielos, ¿qué sucede?

                                                                                                                              Read more!

                                                                                                                              Pero entonces se precipitaba ya junto con su vehículo hacia el suelo.

                                                                                                                              La cabeza de Nicolás zumbaba y rugía como si estuviera a punto de estallar. El carromato rozó con las ruedas las copas de los árboles, chocó contra una chimenea, dobló dos antenas de televisión y aterrizó ruidosamente en el arroyo de una calle estrecha.

                                                                                                                              Una bandada de cuervos alzó el vuelo desde un tilo desnudo con furioso graznidos. Un gato gordo y gris casi resbala del susto del caballete del tejado. Y las personas que estaban despiertas en sus camas porque la tormenta les impedía conciliar el sueño, pensaron: “¡Vaya trueno! Es como si la luna se hubiera caído del cielo”.

                                                                                                                              El carromato de Nicolás rodó un corto trecho, después se apoyó en un costado, gimiendo, y se detuvo. Nicolás apartó las manos de sus oídos y escuchó atentamente. Ya no se oían zumbidos ni rugidos, ni estrépito, sólo el retumbar del trueno. Salió a gatas de debajo de la mesa.

                                                                                                                              –¿Matilda? ¿Emmanuel? ¿Están bien? —gritó tanteando a oscuras en busca de su linterna de bolsillo.

                                                                                                                              Pero, claro, ya no estaba en el lugar acostumbrado. Nada estaba ya en su sitio.

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              –¡Ay, ay! —gorjeó alguien—. ¡Ay, ay! ¿Qué ha sido eso? Reyes, ¿qué ha pasado?

                                                                                                                              –¡Ojalá lo supiera! —murmuró Nicolás Reyes palpándose el enorme chichón de su frente.

                                                                                                                              Un cerillo flameó en la oscuridad y una pequeña y oronda mujer ángel descendió aleteando desde el armario con una vela en la mano. Un segundo ángel atisbaba, horrorizado, por encima del borde el armario.

                                                                                                                              –¡Oh, qué desgracia! —exclamó la mujer ángel, aleteando nerviosa alrededor de Nicolás.

                                                                                                                              Éste seguía completamente turulato, sentado en medio de libros y vajilla rota.

                                                                                                                              Read more!

                                                                                                                              –Matilda, por favor, echa un vistazo a los duendes, ¿sí? —rogó—.

                                                                                                                              –¡Ah, ésos! —Matilda depositó la vela encima de la mesa—. Ya están otra vez mascullando maldiciones. ¿No los oyes? Puaj.

                                                                                                                              En el cajón superior de una cómoda volcada se oía barullo. Varias voces excitadas despotricaban todas a la vez.

                                                                                                                              –¡Sí, sí! —gritó Matilda—. Pero primero dejen de maldecir. O no moveré un ala, ¿entendido?

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Nicolás se incorporó y caminó tambaleándose hacia la puerta por el suelo inclinado del carromato. Miró hacia la noche, cauteloso. No se veían personas ni animales. Nicolás se puso su abrigo rojo y con las piernas temblorosas bajó los peldaños de madera podrida del vehículo. Casi tropezó con un letrero de la calle que asomaba por debajo del carromato. “Camino de la Niebla”, se leía. El carromato se apoyaba, ladeado, en el arroyo. Se le habían roto dos ruedas.

                                                                                                                              –¡Ay señor, ay señor! —Nicolás meneaba la cabeza—. Mira qué desastre. ¡qué suerte la mía! —acechó a su alrededor sin saber qué hacer.

                                                                                                                              De su reno no se veía ni rastro. No era de extrañar. Estrella Fugaz era invisible como todos los renos navideños. Invisible y glotón. Nicolás sacó de su abrigo unos panecillos de especias y los blandió, esperanzado, en la oscuridad.

                                                                                                                              –¿Estrella Fugaz? —llamó en voz baja chasqueando la lengua—. Estrella Fugaz, comida. ¡Vamos, ven de una vez, penco desleal!

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Nada. Ni chacoloteo de cascos, ni campanitas, ni resoplidos, ni chasquidos de lengua, sólo un postrero retumbar del trueno. Una gota de lluvia aterrizó sobre la nariz de Reyes. Plas. Al momento siguiente llovía a cántaros. Reyes retrocedió a trompicones hasta su carromato.

                                                                                                                              La lluvia caía, fragorosa, sobre el Camino de la Niebla y los cuervos buscaron cobijo en las ramas desnudas.

                                                                                                                              * Primer capítulo de ‘Cuando Santa cayó del cielo’ . Fondo de Cultura Económica.

                                                                                                                              Cornelia Funke

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Esta alemana nació en 1958 en Dorsten. De pequeña quería ser astronauta, sueño que fue truncado porque la formación requería entrenamiento militar. Terminó estudiando pedagogía e ilustración en Hamburgo y laboró mucho tiempo como trabajadora social ayudando a niños con problemas familiares. Este hecho fue el punto de inspiración para escribir cuentos infantiles e ilustrarlos al mismo tiempo, siempre con la idea en mente de crear un mundo mejor. Quería hacer de este mundo un lugar mejor ayudando a otros.

                                                                                                                              Hoy en día, Funke es una de las escritoras contemporáneas más importantes de la literatura infantil y juvenil. Sus cuentos están llenos de fantasmas, castillos, ladrones y dragones, todo con mucho suspenso, aventura e imaginación. Ha sido galardonada con varios premios y dentro de sus más exitosos libros están: Detrás de las ventanas, El jinete del dragón, Corazón de tinta, Cuando Santa cayó del cielo, entre muchos otros.

                                                                                                                              Nicolás Reyes, de profesión Santa, no se daba cuenta de todo eso. Yacía en su carromato roncando apaciblemente, mientras Estrella Fugaz, su reno, lo arrastraba a través de las nubes muy alto por encima del mundo dormido. Los relámpagos lamían el carromato destartalado como lenguas de serpientes, pero Nicolás Reyes soñaba con almendras y mazapán como acostumbran los Santa.

                                                                                                                              Estrella Fugaz corría cada vez más rápido entre las nubes negras, pero no podía escapar de la tormenta. La tronante oscuridad se tragaba las estrellas y los relámpagos le pasaban siseando entre los cascos. Estrella Fugaz se encabritó, rompió las riendas y se precipitó hacia el suelo. El carromato sin reno de Reyes se balanceó de un lado a otro como una barca en el mar embravecido y luego volcó precipitándose hacia la nada. Reyes se cayó de la cama con estrépito, se golpeó la cabeza contra la pata de una silla y rodó debajo de la mesa.

                                                                                                                              -¡Aaaalto! —gritó—. Cielos, ¿qué sucede?

                                                                                                                              Read more!

                                                                                                                              Pero entonces se precipitaba ya junto con su vehículo hacia el suelo.

                                                                                                                              La cabeza de Nicolás zumbaba y rugía como si estuviera a punto de estallar. El carromato rozó con las ruedas las copas de los árboles, chocó contra una chimenea, dobló dos antenas de televisión y aterrizó ruidosamente en el arroyo de una calle estrecha.

                                                                                                                              Una bandada de cuervos alzó el vuelo desde un tilo desnudo con furioso graznidos. Un gato gordo y gris casi resbala del susto del caballete del tejado. Y las personas que estaban despiertas en sus camas porque la tormenta les impedía conciliar el sueño, pensaron: “¡Vaya trueno! Es como si la luna se hubiera caído del cielo”.

                                                                                                                              El carromato de Nicolás rodó un corto trecho, después se apoyó en un costado, gimiendo, y se detuvo. Nicolás apartó las manos de sus oídos y escuchó atentamente. Ya no se oían zumbidos ni rugidos, ni estrépito, sólo el retumbar del trueno. Salió a gatas de debajo de la mesa.

                                                                                                                              –¿Matilda? ¿Emmanuel? ¿Están bien? —gritó tanteando a oscuras en busca de su linterna de bolsillo.

                                                                                                                              Pero, claro, ya no estaba en el lugar acostumbrado. Nada estaba ya en su sitio.

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              –¡Ay, ay! —gorjeó alguien—. ¡Ay, ay! ¿Qué ha sido eso? Reyes, ¿qué ha pasado?

                                                                                                                              –¡Ojalá lo supiera! —murmuró Nicolás Reyes palpándose el enorme chichón de su frente.

                                                                                                                              Un cerillo flameó en la oscuridad y una pequeña y oronda mujer ángel descendió aleteando desde el armario con una vela en la mano. Un segundo ángel atisbaba, horrorizado, por encima del borde el armario.

                                                                                                                              –¡Oh, qué desgracia! —exclamó la mujer ángel, aleteando nerviosa alrededor de Nicolás.

                                                                                                                              Éste seguía completamente turulato, sentado en medio de libros y vajilla rota.

                                                                                                                              Read more!

                                                                                                                              –Matilda, por favor, echa un vistazo a los duendes, ¿sí? —rogó—.

                                                                                                                              –¡Ah, ésos! —Matilda depositó la vela encima de la mesa—. Ya están otra vez mascullando maldiciones. ¿No los oyes? Puaj.

                                                                                                                              En el cajón superior de una cómoda volcada se oía barullo. Varias voces excitadas despotricaban todas a la vez.

                                                                                                                              –¡Sí, sí! —gritó Matilda—. Pero primero dejen de maldecir. O no moveré un ala, ¿entendido?

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Nicolás se incorporó y caminó tambaleándose hacia la puerta por el suelo inclinado del carromato. Miró hacia la noche, cauteloso. No se veían personas ni animales. Nicolás se puso su abrigo rojo y con las piernas temblorosas bajó los peldaños de madera podrida del vehículo. Casi tropezó con un letrero de la calle que asomaba por debajo del carromato. “Camino de la Niebla”, se leía. El carromato se apoyaba, ladeado, en el arroyo. Se le habían roto dos ruedas.

                                                                                                                              –¡Ay señor, ay señor! —Nicolás meneaba la cabeza—. Mira qué desastre. ¡qué suerte la mía! —acechó a su alrededor sin saber qué hacer.

                                                                                                                              De su reno no se veía ni rastro. No era de extrañar. Estrella Fugaz era invisible como todos los renos navideños. Invisible y glotón. Nicolás sacó de su abrigo unos panecillos de especias y los blandió, esperanzado, en la oscuridad.

                                                                                                                              –¿Estrella Fugaz? —llamó en voz baja chasqueando la lengua—. Estrella Fugaz, comida. ¡Vamos, ven de una vez, penco desleal!

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Nada. Ni chacoloteo de cascos, ni campanitas, ni resoplidos, ni chasquidos de lengua, sólo un postrero retumbar del trueno. Una gota de lluvia aterrizó sobre la nariz de Reyes. Plas. Al momento siguiente llovía a cántaros. Reyes retrocedió a trompicones hasta su carromato.

                                                                                                                              La lluvia caía, fragorosa, sobre el Camino de la Niebla y los cuervos buscaron cobijo en las ramas desnudas.

                                                                                                                              * Primer capítulo de ‘Cuando Santa cayó del cielo’ . Fondo de Cultura Económica.

                                                                                                                              Cornelia Funke

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Esta alemana nació en 1958 en Dorsten. De pequeña quería ser astronauta, sueño que fue truncado porque la formación requería entrenamiento militar. Terminó estudiando pedagogía e ilustración en Hamburgo y laboró mucho tiempo como trabajadora social ayudando a niños con problemas familiares. Este hecho fue el punto de inspiración para escribir cuentos infantiles e ilustrarlos al mismo tiempo, siempre con la idea en mente de crear un mundo mejor. Quería hacer de este mundo un lugar mejor ayudando a otros.

                                                                                                                              Hoy en día, Funke es una de las escritoras contemporáneas más importantes de la literatura infantil y juvenil. Sus cuentos están llenos de fantasmas, castillos, ladrones y dragones, todo con mucho suspenso, aventura e imaginación. Ha sido galardonada con varios premios y dentro de sus más exitosos libros están: Detrás de las ventanas, El jinete del dragón, Corazón de tinta, Cuando Santa cayó del cielo, entre muchos otros.

                                                                                                                              Por Fragmento del cuento de Cornelia Funke *

                                                                                                                              Ver todas las noticias
                                                                                                                              Read more!
                                                                                                                              Read more!
                                                                                                                              Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
                                                                                                                              Aceptar