Diatriba al teletrabajo
Texto del escritor y poeta caucano Hugo Hurtado Valencia. Una reflexión sobre el trabajo y el poder en tiempos de coronavirus.
Hugo Hurtado Valencia
Cuando el teletrabajo se metió a nuestra casa lo recibimos, le dimos abrazos y ofrecimos, en su honor, una gran cena. Su presencia era esperada, le habíamos escrito varias cartas, peleado incluso con nuestro jefe por él.
Nacido de la tecnología, era flexible, eficiente, quizás un poco chismoso, pero tolerable y además económico. Adaptado a cualquier circunstancia, el teletrabajo extendería nuestras horas de sueño, nuestra minúscula idea de la libertad y nos permitiría mayores afectos, al tiempo que nos libraría del peligro y de los riesgos del tráfico y la contaminación.
Por eso, su llegada, fue motivo de fiesta, no lo esperábamos así tan de repente y menos en semejantes circunstancias, pero “lo que va a llegar, llega”, como dice la canción, y el teletrabajo llegó y con él también sus familiares: el telestudio, la telefamilia, la teleconferencia, la tecnocracia, la teleopresión, el telepoder. Por eso ya no me aguanto a este atrevido.
Hace poco se metió en mi cama e interrumpió mi placer, el domingo me acechó en el desayuno, en la cena, en mis palabras más íntimas, la otra vez se atrevió a despertarme a medianoche. Por todo esto, si ayer lo amé hoy lo desprecio. No invites a un personaje de esta calaña a tu casa.
Cuando el teletrabajo se metió a nuestra casa lo recibimos, le dimos abrazos y ofrecimos, en su honor, una gran cena. Su presencia era esperada, le habíamos escrito varias cartas, peleado incluso con nuestro jefe por él.
Nacido de la tecnología, era flexible, eficiente, quizás un poco chismoso, pero tolerable y además económico. Adaptado a cualquier circunstancia, el teletrabajo extendería nuestras horas de sueño, nuestra minúscula idea de la libertad y nos permitiría mayores afectos, al tiempo que nos libraría del peligro y de los riesgos del tráfico y la contaminación.
Por eso, su llegada, fue motivo de fiesta, no lo esperábamos así tan de repente y menos en semejantes circunstancias, pero “lo que va a llegar, llega”, como dice la canción, y el teletrabajo llegó y con él también sus familiares: el telestudio, la telefamilia, la teleconferencia, la tecnocracia, la teleopresión, el telepoder. Por eso ya no me aguanto a este atrevido.
Hace poco se metió en mi cama e interrumpió mi placer, el domingo me acechó en el desayuno, en la cena, en mis palabras más íntimas, la otra vez se atrevió a despertarme a medianoche. Por todo esto, si ayer lo amé hoy lo desprecio. No invites a un personaje de esta calaña a tu casa.