'Discepolín': artístico y febril...
Enrique Santos Discépolo, autor de 'Cambalache' y 'Alma por un Bandoneón', nació hace 110 años y murió en 1951.
Isabella Portilla
El tanguero nació el 27 de marzo de 1901. Quince años más tarde se inició en la actuación. Día feriado, El hombre solo y El señor cura fueron sus primeras obras. En 1925 la música le tocó a la puerta. Y él le abrió. Bizcochito fue su primera composición. Le siguió Qué vachaché. Más adelante, por culpa de una flaca, de dos cuartos de cogote y una percha en el escote, escribió Esta noche me emborracho.
En 1929, año de crisis financiera mundial y el preludio de un golpe militar argentino, incursionó como actor, al tiempo que escribió obras musicales y nutrió las artes de la Reina del Plata desde todos los bandos.
En su retorno a Buenos Aires, después de un viaje a Europa, escribió sus mejores canciones: Alma por un bandoneón, Desencanto, Tormenta y Cambalache: ese himnito a la filosofía de moneda, esa colcha de retazos aforísticos que es pesimista y a la vez risueña, como la vida misma.
Decir que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos, contentos y amargaos, barones y dublés en la Argentina convulsionada por los cambios políticos y sociales de la época hizo que calificaran al tango de “sedicioso” y exagerado con el uso del lunfardo y lo censuraran junto a otros que creían “antigobiernistas”.
Un par de años más tarde, ‘Discepolín’ conoció a Juan Domingo Perón en Chile, se hicieron amigos asiduos y forjaron una amistad en la que Evita llegó a participar. El peronismo se convirtió para el artista en su consigna política, lo que le costó la antipatía de la pequeña burguesía que empezaba a ver con desdén el acceso de la clase trabajadora a lugares donde antes era invisible.
Pero como el que no llora no mama, en 1949, con la llegada de Perón al poder, Cambalache se volvió a oír en la radio como originalmente estaba escrito. Se diría entonces que el peronismo y el tango ganaron esa batalla.
Al final de su carrera viajó a México y Cuba, y compuso la última fase de su extensa obra. Santos Discépolo murió a edad temprana, a los 50 años, en 1951. Aún hoy se le recuerda como uno de los más grandes letristas del tango, el pintor realista de una época y un bastión nacional indeleble en la música popular latinoamericana
El tanguero nació el 27 de marzo de 1901. Quince años más tarde se inició en la actuación. Día feriado, El hombre solo y El señor cura fueron sus primeras obras. En 1925 la música le tocó a la puerta. Y él le abrió. Bizcochito fue su primera composición. Le siguió Qué vachaché. Más adelante, por culpa de una flaca, de dos cuartos de cogote y una percha en el escote, escribió Esta noche me emborracho.
En 1929, año de crisis financiera mundial y el preludio de un golpe militar argentino, incursionó como actor, al tiempo que escribió obras musicales y nutrió las artes de la Reina del Plata desde todos los bandos.
En su retorno a Buenos Aires, después de un viaje a Europa, escribió sus mejores canciones: Alma por un bandoneón, Desencanto, Tormenta y Cambalache: ese himnito a la filosofía de moneda, esa colcha de retazos aforísticos que es pesimista y a la vez risueña, como la vida misma.
Decir que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos, contentos y amargaos, barones y dublés en la Argentina convulsionada por los cambios políticos y sociales de la época hizo que calificaran al tango de “sedicioso” y exagerado con el uso del lunfardo y lo censuraran junto a otros que creían “antigobiernistas”.
Un par de años más tarde, ‘Discepolín’ conoció a Juan Domingo Perón en Chile, se hicieron amigos asiduos y forjaron una amistad en la que Evita llegó a participar. El peronismo se convirtió para el artista en su consigna política, lo que le costó la antipatía de la pequeña burguesía que empezaba a ver con desdén el acceso de la clase trabajadora a lugares donde antes era invisible.
Pero como el que no llora no mama, en 1949, con la llegada de Perón al poder, Cambalache se volvió a oír en la radio como originalmente estaba escrito. Se diría entonces que el peronismo y el tango ganaron esa batalla.
Al final de su carrera viajó a México y Cuba, y compuso la última fase de su extensa obra. Santos Discépolo murió a edad temprana, a los 50 años, en 1951. Aún hoy se le recuerda como uno de los más grandes letristas del tango, el pintor realista de una época y un bastión nacional indeleble en la música popular latinoamericana