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El legado literario de Eduardo Mantilla Trejos

El COVID19 se llevó al escritor más reconocido de los Llanos Orientales. Semblanza de su vida y obra.

Petrit Baquero * / Especial para El Espectador
11 de agosto de 2021 - 06:00 p. m.
Eduardo Mantilla Trejos nació en Paz de Ariporo en 1943 y murió en Bogotá el pasado 29 de julio. Además de literatura, había estudiado periodismo y fue funcionario en el departamento de Arauca.
Eduardo Mantilla Trejos nació en Paz de Ariporo en 1943 y murió en Bogotá el pasado 29 de julio. Además de literatura, había estudiado periodismo y fue funcionario en el departamento de Arauca.
Foto: Foto de la emisora Meridiano70

Eduardo Mantilla Trejos fue, tal vez, el escritor más importante de los llanos orientales colombianos. Nacido en 1943 en Paz de Ariporo, Casanare, criado en Arauca y habitante, por varios años, de otros lugares como San Cristóbal (Venezuela) y Bogotá, tuvo una voluminosa obra entre la que se encuentran novelas, cuentos, ensayos, poemas y crónicas en la que las personas y la cultura de los llanos colombo-venezolanos están siempre presentes, de manera vital y de forma transversal. (Le puede interesar: texto de Petrit Baquero sobre la muerte del escritor Germán Castro Caycedo).

A pesar de haber sido alguien cercano a mí, muy amigo de mi papá y con quien compartí en numerosos eventos culturales y sociales, de él solamente he leído dos libros: “Historia Verídica de los Tumbatiranos”, una novela histórica que relata los momentos en que José María Vargas Vila, el siempre provocador y -orgullosamente- excomulgado escritor liberal, ante la represión en su contra, huyó hacia la Venezuela del dictador Juan Vicente Gómez. En su viaje, se fue cruzando con un variopinto elenco de intelectuales “modernos”, curas con varios intereses, traficantes extranjeros (“musius”), mujeres luchadoras, militares radicales, aventureros varados, asesinos a sueldo y soñadores rebeldes, muchos metidos en una avanzada conspiración que, desde Arauca (porque Arauca miraba más a Caracas que a la lejana Bogotá), buscaba tumbar al gobernador del estado del Amazonas, el tiránico y criminal Tomás Funes.

Y leí la colección de cuentos “Hombres de Casabe”, una notable compilación que tiene un estilo que me recordó -y es notable la influencia- a algunas de las figuras del promocionadísimo “boom latinoamericano”, pues, de hecho, no es gratuita la analogía de su título con el célebre “Hombres de Maíz” de Miguel Ángel Asturias. Ese libro -el de Eduardo-, me cautivó por su temática urbana que me recordaba algunas historias de “La Dimensión Desconocida” de finales de los años cincuenta, con un estilo que exudaba una técnica depurada en la que se experimentaba abiertamente con el lenguaje y la estructura de los textos.

Esto, para mí, que, con bastantes prejuicios, esperaba encontrarme con un relato regional costumbrista, fue una grata sorpresa. Mejor dicho, esos dos libros me encantaron, pero Eduardo Mantilla dejó muchos más y, ante su muerte, el 29 de julio, me pregunto por qué no habré leído otros. No sé la respuesta, pero puedo suponer que es porque, tal vez, lo tenía muy cerquita, considerándolo alguien de mi cotidianidad, a quien conocía bastante y al que le vi algunas embarraditas, por lo que posiblemente sentí que no era necesario leerlo.

Pero eso no es cierto, porque lo que leí de él me sorprendió por una calidad que sentía al nivel de -o mejor que- muchos escritores consagrados por la prensa nacional (e internacional), a veces tan farandulera cuando se trata de la “cultura” que se confunde con “entretenimiento”. Mejor dicho, los textos de Eduardo Mantilla Trejos, si bien estaban enmarcados, generalmente, en un escenario específico, trascendían su contexto y tiempo, relatando historias universales, atractivas y complejas. Y eso no es sencillo de lograr.

Infortunadamente, conseguir sus libros no es fácil, pues nunca fue un escritor publicado por las grandes editoriales comerciales, algo que ha ocurrido con muchos escritores regionales sin contactos con el establecimiento político, económico y editorial del centro del país, que solo mira, por determinadas causas, a unas regiones, pero ignora deliberadamente a otras (aunque les saca todo el provecho económico posible). Por eso, ni él ni otros como él han estado, por ejemplo, en el Hay Festival y en otros eventos similares que realmente son más sociales que literarios, en los que los que cachacos en guayabera se pasean bacaneados por la ciudad amurallada de Cartagena y van a oír las corticas charlas de algunos escritores con Roberto Pombo (u otro personaje por el estilo), antes de la comilona y posterior rumba que les espera (y es sabroso el plan, no me malentiendan, además, allá he estado unas cuantas veces y volveré).

Claro que él sí recibió algunos honores regionales, como ser miembro de número de las academias de historia del Meta y Arauca, además de ser condecorado por algunos políticos (y algunas políticas), la verdad, de dudoso pelambre. También, estuvo muchas veces en la Feria del Libro donde, en el estand de Arauca, le hicieron un bonito homenaje. Vale decir que, generalmente, los libros de Eduardo Mantilla fueron publicados luego de ganar convocatorias regionales o de conseguir el patrocinio de alguna entidad pública, muchas de las cuales los sacaban, pero no los distribuían y menos reeditaban, con lo cual pasaban desapercibidos e ignorados, incluso en su propia tierra que, a veces, lee poco y mira para otros lados para sentirse universal y “moderna”.

Sin embargo, sé que la colección de su obra (¡33 libros!) fue publicada hace poco, aunque no tengo idea de cómo conseguirla, pues no se encuentra en las librerías, lo cual es una lástima. Seguramente, está disponible en las bibliotecas públicas de los municipios de los llanos orientales y, según me han dicho, se puede solicitar en instancias gubernamentales de Arauca. Por todo esto, y ante la muerte de este notable creador que vivió siempre en pos de sus libros, buscando siempre publicar uno más, que sea un motivo volverlo a leer, invitando a quienes no lo conocen a que lo hagan para que descubran una obra que no merece quedarse en el olvido. Les aseguro que vale la pena, así ya sea tarde para decírselo a su autor personalmente.

* Petrit Baquero es historiador y politólogo. Es autor de El ABC de la Mafia. Radiografía del Cartel de Medellín (Planeta, 2012) y La Nueva Guerra Verde (Planeta, 2017).

Por Petrit Baquero * / Especial para El Espectador

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