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En camino a la perdición: sin arte ni cultura

El arte y la cultura son la base de las sociedades, pilares del desarrollo. Las potencias del mundo les dan prioridad a la tecnología, la ciencia, el arte y la cultura.

Maria Fernanda Matus/ Twitter @MariaMatusV
28 de abril de 2021 - 12:21 a. m.
En camino a la perdición: sin arte ni cultura
Foto: José Alberto Martínez

Corea del Sur, Estados Unidos, Alemania, China, Inglaterra, Francia, entre otros, lo confirman. No es casual el crecimiento de la industria audiovisual coreana y su apogeo en el cine internacional. “Parásitos” fue la primera cinta extranjera en ganarse un premio Óscar a mejor película. En la entrega número 93 nominaron al film “Minari” en varias categorías, entre ellas a mejor película. Aunque es una producción estadounidense, es hablada en coreano. Este auge no es una coincidencia. Si bien es cierto que en Corea del Sur están realizando grandes películas hace décadas, el boom va más allá. La aculturación es parte clave en el posicionamiento de las potencias.

El arte y la cultura cuentan la historia de los pueblos, son su memoria e identidad. Las potencias entran a otras culturas e imponen la propia. Es imposible ser potencia sin aculturación. Por ejemplo, Estados Unidos son maestros de la aculturación. La influencia de la cultura estadounidense se siente con fuerza en los países latinoamericanos y en el mundo, así como los países colonizadores lo han hecho a lo largo del tiempo. Es un dominio silencioso.

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El lenguaje también lo demuestra. El inglés es el idioma que prima en el mundo. Actualmente se impone el mandarín y anticipamos para dónde va China. Las potencias entienden la necesidad de defender su cultura, el poder económico que representa. Ahora, Colombia no lo comprende. Todo lo contrario, es una sociedad que niega su identidad. Desconoce su historia.

Mientras el mundo y las potencias progresan, invierten en tecnología, ciencia, arte y cultura, Colombia retrocede con medidas que atentan contra la identidad, historia, memoria y razón de ser del país.

Es urgente comprender que acabar con la Cuota para el Fondo de Desarrollo Cinematográfico, no sólo afecta a la industria audiovisual, a cientos de miles de familias que dependen de ella y a la economía nacional que se beneficia de su crecimiento, sino también a todos los colombianos. El arte y la cultura no son únicamente entretenimiento, nos definen como sociedad.

Un país que desprotege el arte y la cultura está perdido. Está atado al subdesarrollo. Se dejará influenciar por otras culturas que borrarán su identidad. La aculturación de Estados Unidos y otros países predominan en nuestros pueblos, como si todavía fuéramos colonias, como si nuestra riqueza cultural no fuera valiosa.

Dejar que el Fondo de Desarrollo Cinematográfico (FDC) dependa del presupuesto General de la Nación pone en riesgo a la industria audiovisual nacional. Es un atentado contra el arte y la cultura, contra toda la sociedad. La cuota parafiscal que se maneja en la actualidad, gracias a la Ley 814 o Ley de Cine, se nutre de la misma industria y funciona. Antes de la Ley era casi imposible hacer cine en Colombia.

Aunque en la reforma dicen que van a respetar el fondo, depender del presupuesto General de la Nación es un peligro. Buscarán la manera de relegar al cine al último lugar de prioridades, en un país en donde las prioridades son muchas y para todas ellas el dinero es escaso. De promesas falsas está llena la triste realidad nacional, así que el fondo no lo terminarán respetando y pasará lo mismo que en el pasado: el abandono total de la industria audiovisual, el fin del cine en Colombia y, en consecuencia, otra herida de muerte a la cultura.

A eso súmenle depender del Gobierno de turno, que sean ellos quienes manejen el presupuesto y los proyectos requieran del lobby y de su agrado. Se perdería la independencia y la eficacia en el proceso. Además, ya se demostró que es difícil estar sujeto al presupuesto General de la Nación, en el pasado era así y no funcionó.

La Cuota para el Fondo de Desarrollo Cinematográfico anda bien, es incomprensible que quieran acabarla. No afecta al presupuesto General de la Nación, como lo haría si pasa la Reforma. En este momento, gracias a Ley 814 el cine es autónomo, va en crecimiento y aporta a la economía nacional. ¿Por qué destruir lo que ya funciona y además contribuye al desarrollo económico y cultural del país?

Acabar con el arte que más le llega a la gente, el arte que de manera directa les habla a las masas, sería como arrancar un pedazo de lo poco que construye identidad y cuenta la historia del país. Eso, dejando de lado, que es una industria que aporta a la economía nacional.

La primera y única película colombiana nominada a los Premios de la Academia fue “El Abrazo de la Serpiente”, un film que contó con el apoyo del FDC. Si la Ley no existiera, ni la posibilidad de acceder al fondo, tal vez es un proyecto que jamás hubiese visto la luz. Por supuesto, el auge que hoy tiene el cine colombiano a nivel internacional tampoco sería una realidad.

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“El Abrazo de la Serpiente” nos recuerda a una región abandonada. Cuenta la historia del último sobreviviente de una tribu. La llegada de dos extranjeros al Amazonas en tiempos distintos. La explotación. La naturaleza. Los indígenas y sus culturas milenarias. El olvido. Es una película que le dio la vuelta al mundo y llamó la atención de la crítica. Es un pedacito de nuestra historia, de lo que somos. Más allá de entretenernos y de posicionar al cine colombiano a nivel internacional, ratifica el inicio de este texto: la importancia del arte y la cultura en el desarrollo de las sociedades.

Estar en contra de esta reforma no es sólo asunto de la industria, es una prioridad de todos los colombianos. Es difícil explicar con palabras el valor del arte y la cultura a una sociedad obtusa, herida, enceguecida, a veces mezquina e indolente. A los colombianos nos han robado todo. Es una tierra llena de vacíos y dolor. Aquí hasta la vida perdió su valor. Y no culpo el actuar fantasmagórico de una sociedad que tiene el alma en coma. Los explotadores, corruptos y asesinos nos han arrebatado todo, hasta la capacidad de entendimiento y reacción.

Pisotean la educación, la tecnología, la ciencia, el arte y la cultura porque les conviene una sociedad incapaz de pensar por sí misma. Siempre han querido borrar nuestra memoria, historia e identidad. El desarrollo del que nos hablan es una falsedad. Nos condenan al atraso, al miedo y a la ignorancia. Entonces, nos corresponde a nosotros empezar a ser críticos, reflexionar y entender la gravedad de este tipo de reformas. Es momento de dejar de ser egoístas y repetir frases equívocas como: “pero a quién le interesa el cine, cuando el país está tan mal y hay otras prioridades”.

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Y sí, estamos tan graves que ni siquiera se respetan los derechos fundamentales. Sin embargo, el arte y la cultura, que están tan abandonados y además cuentan con la indiferencia de una sociedad que demerita o desconoce su valor, son fundamentales para el progreso; también son prioridad. Sin estos dos pilares jamás avanzaremos, seguiremos condenados al subdesarrollo, a la incapacidad de reconocernos como un país que comparte más que un fragmento de planeta, a nunca poder vernos en el dolor de los otros, a permanecer en la indolencia, en la ignorancia y en la queja cíclica por desconocimiento de nuestra historia.

La Ley de Cine y su Cuota para el Fondo de Desarrollo Cinematográfico deben respetarse. Es urgente que empecemos a proteger el arte y la cultura. Es un asunto que nos corresponde a todos, no sólo a la industria audiovisual.

#SOSCINECOLOMBIANO

Por Maria Fernanda Matus/ Twitter @MariaMatusV

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