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Frankfurt renació de sus cenizas

Un recorrido por La casa de Goethe, la ciudad moderna y la ciudad vieja de Frankfurt.

Oscar Seidel
04 de junio de 2021 - 03:49 p. m.
La vieja ciudad de Frankfurt en verano.
La vieja ciudad de Frankfurt en verano.
Foto: Getty Images/iStockphoto - vichie81

Salimos de Heidelberg rumbo a Frankfurt a las 10 de la mañana en el S-Bahn, que es la red ferroviaria de transporte metropolitano y suburbano en Alemania, Austria y Suiza, y después de 80 minutos arribamos. Frankfurt, una ciudad central alemana en el río Meno, ubicada en el oeste de Alemania en el estado de Hesse con 800,000 habitantes, es también la quinta ciudad más grande del país.

La casa de Goethe

Frankfurt es el lugar de nacimiento del famoso escritor Johann Wolfgang von Goethe (1749 - 1832), quien fue un poeta, novelista, dramaturgo y científico alemán, referente fundamental del Romanticismo, movimiento al que influenció profundamente. En 1772 se trasladó a Wetzlar en el mismo estado de Hesse, donde conoció a Charlotte Buff, prometida de su amigo Kestner, de la cual se enamoró. Esta pasión frustrada inspiró su primera novela, Los sufrimientos del joven Werther, obra que constituyó la novela paradigmática del nuevo movimiento que estaba naciendo en Alemania, el Romanticismo. La mejor obra dramática de Goethe es sin duda Fausto, que ha pasado a ser una obra clásica de la Literatura Universal. La obra trata la historia de Fausto, doctor en teología, que en su búsqueda del conocimiento decide vender su alma al Diablo para conseguir los favores de uno de sus siervos, el demonio Mefistófeles. Su antigua casa es actualmente el museo Casa de Goethe. Al igual que la mayor parte de la ciudad, la casa fue dañada durante la Segunda Guerra Mundial. La edificación debió reconstruirse luego de finalizada la guerra a fin de devolverle su antiguo esplendor del siglo XVIII. Allí se exhiben diversos artículos pertenecientes a la vida cotidiana de Goethe, como por ejemplo sus títeres, su estudio, el salón comedor y la sala de música de la familia. En el Museo se exhiben además diversas pinturas y esculturas del periodo del Barroco hasta el primer Romanticismo. La casa fue comprada en 1733 por Cornelia Goethe, quien fuera abuela de Goethe. De hecho, fue originalmente de dos casas, que datan de alrededor de 1600 en la época medieval de madera típicos de frente estilo, hasta 1755, cuando el padre de Goethe mandó ampliarlo, remodelarlo y modernizarlo a la estructura única que vemos hoy. Desde 1998, la casa de Goethe forma parte del conjunto arquitectónico «Weimar clásica», declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco. La Casa Museo de Goethe abre sus puertas de lunes a viernes de 09:00 a 17:30, los sábados de 10:00 a 18:00 y los domingos de 10:00 a 17:30 y, además, a las 10:30 y a las 14:00 se pueden realizar visitas guiadas.

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La Ciudad Moderna

Es un importante núcleo financiero que alberga el Banco Central Europeo. Empezamos por Gallusanlage, la zona bancaria en donde la construcción de los rascacielos comenzó a finales de los años 60 y, actualmente, hay doce edificios de más de 150 metros de altura y varios más que superan los 100 metros. Observamos los rascacielos de la Eurotower, el Silvertown, la Maintower y la Bolsa de Frankfurt. El edificio de Maintower es el punto de vista más alto de la ciudad. Se necesitaron tres años para construirlo. Es el único rascacielos que tiene una plataforma de observación a 200 metros de altura. Es el cuarto rascacielos más alto de Frankfurt en sus plantas 55 y 56. La torre tiene 1.090 escaleras y el ascensor te eleva en menos de un minuto desde el vestíbulo hasta la plataforma de observación.

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La Ciudad Vieja

La ciudad tiene como sitio de interés turístico la plaza Römerberg, la cual se encuentra en la Altstadt (Ciudad Vieja), reconstruida, y es donde se realiza el mercado navideño anual. La Plaza Römerberg es el ícono de la ciudad de Frankfurt desde hace cientos de años, además de ser la plaza más bonita. Ubicada en Alstadt (Ciudad Vieja), está rodeada de edificios históricos, como el Römer (Ayuntamiento), y casas tradicionales. Römerberg fue construida en el siglo XII y era el sitio de reunión de comerciantes y viajeros, ya que allí funcionaban distintas ferias. Una de ellas, la Feria de Libros de Frankfurt, aún funciona en ese lugar. Al Oeste de la plaza está el Römer o Ayuntamiento, y al este hay un conjunto de seis edificios tradicionales, con el típico entramado de madera, llamado Oszteile. Originalmente fueron construidos en los siglos XV y XVI, pero fueron destruidos durante la guerra mundial y reconstruidos entre 1981 y 1983. El edificio central del ayuntamiento, conocido como «Haus Römer», dio el nombre al propio ayuntamiento que significa «casa de romanos», refiriéndose a los asentamientos romanos que existían aquí mucho antes de la fundación de la ciudad de Frankfurt. En el centro de la plaza está la Gerechtigkeitsbrunnen o Fuente de la Justicia, de 1543. La figura central, de frente al Römer, representa a la Justicia con su tradicional balanza, aunque sin la venda en los ojos para significar que no es ciega y ve a todas las personas con el mismo rasero.

El Sapo Rey

Luego de salir de la Ciudad Vieja, decidimos buscar dónde almorzar. Investigando en Google, mi hijo encontró la joya de la corona gastronómica: Sapo Rey. Este es un sitio donde un paisa, quien dijo haber vivido en Cali, Tuluá y Trujillo, es el propietario del restaurante y club de sapo. La jefa de cocina es una paisana de Buenaventura, y prepara la cazuela de mariscos igualita a la que se hacía en el restaurante Los Balcones en el puerto. Como estaba restringido comer dentro del sitio porque exigían la prueba rápida del Coronavirus, me quedé con las ganas de probar la sazón de la paisana. Debido a la gran concurrencia de colombianos, ecuatorianos y mexicanos, tuvimos que comprar de manera rápida la “arepa con todo” (carne deshilachada, pollo desmenuzado, y chicharrón) y empanadas crocantes de pollo con ají. Pedimos cerveza Club Colombia y una Sprite limón hecha en Colombia, y fuimos a comer al parque alrededor del río Nemo, y estando ahí nos descubrió una paisana colombiana al ver lo que estábamos comiendo.

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Por Oscar Seidel

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