El Magazín Cultural

Javier Zabala, dibujante en movimiento

Javier Zabala se mueve rápido: de un lugar a otro, de una técnica a otra, de un proyecto a otro y de una obsesión a otra. En esos desplazamientos siempre tiene un cuaderno a la mano. Esta es una entrevista sobre la celeridad y el papel.

Andrea Uribe Yepes - @AndreaUribeY ?
15 de mayo de 2019 - 03:44 a. m.
Javier Zabala, quien dice que para sus trabajos elige las técnicas sencillas.  / Cortesía
Javier Zabala, quien dice que para sus trabajos elige las técnicas sencillas. / Cortesía

El ilustrador español Javier Zabala (León, 1962) habla rápido —muy rápido— y cambia de tema tan de prisa que a veces no te enteras. También camina con premura hasta cuando no sabe hacia dónde va e incluso sentado se mueve con todo el cuerpo: cambia de posición, pasa de un lado a otro su cabello canoso, saca todo lo que tiene en el bolso y lo vuelve a meter. Zabala no se queda quieto. Sus ojos claros no se quedan quietos. Como es así, veloz y agitado, le gusta que parte de su trabajo sea estar fuera de casa en ferias del libro, en talleres de ilustración, en residencias para artistas, en lugares desconocidos.

En esos viajes mantiene siempre a la mano algunos materiales —acuarelas rusas con base de miel, algunos lápices de colores, grafitos, plumillas— y un cuaderno donde dibuja de su memoria y con cualquier cosa, pega etiquetas y servilletas, anota frases definitivas. Su más reciente libro se llama Carnets, publicado por la editorial española Nórdica, y es una selección de algunas páginas de esos cuadernos donde están contenidas su mirada y la versatilidad de sus trazos, un libro que condensa su dibujo más desprevenido pero también donde puede verse el detrás de cámaras de su trabajo prolífico —que incluye más de 80 libros ilustrados, portadas, ilustraciones para revistas— y todas sus obsesiones.

Parece que usted usa cualquier material. ¿Hay alguno que prefiera?

Creo que uno tiene que usar la técnica adecuada a su carácter y yo no tengo mucha paciencia en realidad. Entonces me gustan las técnicas bastantes inmediatas, coger algún acrílico con un rodillo, una plumilla.

Pero la rapidez parece ser el único filtro, porque constantemente está cambiando de técnica, de material, de tema...

Las personas cambiamos constantemente, no eres igual un día que otro. Sobre todo como artista no te puedes aburrir contigo mismo ni estancarte. Entonces, si estás haciendo lo mismo de hace 10 años, creo que estás siendo otro que eras en el pasado. Yo no puedo hacerlo, por una cuestión de carácter también, porque evoluciono conmigo.

Incluso así, ¿cree que tiene un estilo claro?

Sí, creo que sintético por obligación y ecléctico porque cambio mucho. Tengo cambios monumentales de estilos, pero siento una constante en tratar de depurar la imagen, de llegar a lo más simple. La síntesis me gusta. Siento que si puedes narrar con menos elementos es más claro.

¿Tiene un proceso creativo identificable o es también desprevenido?

Creo que en mi caso es trabajar el 80 % en la cabeza y el 20 % realmente haciendo, porque cuando tengo claro lo que quiero, llevarlo al papel o al lienzo no es ningún problema, no hay problemas técnicos.

¿Es desordenado?

No soy desordenado, cualquiera lo diría, pero me muevo en la entropía: un caldo de cultivo para mi creatividad. Lo único que me pone nervioso es no encontrar las cosas, me gusta tener todos los materiales afuera, porque si tardo mucho en encontrar algún implemento siento que se me va el momento, me corta el rollo.

Además de los cuadernos, ¿tiene algún objeto que lleve a todas partes?

Alguna vez me preguntaron cuál era mi objeto fetiche y realmente no tengo. Es decir, soy una persona fetichista, pero no a la hora de trabajar, me da igual. Yo cojo el primer pincel que veo. El que elegí como fetiche es un lienzo en blanco y un cuaderno, entonces así revertí el miedo al papel vacío. No me asusta, me provoca.

¿Puede usar cualquier cuaderno o tiene alguno favorito?

Cualquiera no, porque a veces el cuaderno termina en una exposición o en alguna pared de un amigo o algo así, entonces necesito un papel resistente que no se autodestruya. Pero no te puedo decir cuál es mi favorito porque no soy de usar una sola marca, creo que he probado todos los cuadernos del mercado español.

¿Suele registrar con dibujos lo que está viviendo en ese momento?

En un cuaderno jamás copio lo que veo en el instante. Siempre dibujo imágenes sacadas de mi pensamiento, de mi intimidad. A veces dibujo lo que ya vi, pero no en el momento en que lo estás viendo, porque siento que eso es un trabajo documental. Prefiero un trabajo más emocional que apela a los recuerdos. Me interesa más la mirada interior que la exterior.

 

En ese caso, ¿tiene buena memoria?

Tengo buena memoria, sobre todo para los objetos, y tengo una memoria muy gráfica. Creo que es un músculo que se entrena.

¿Piensa que los cuadernos son el lugar para equivocarse?

Aunque son términos un poco peligrosos, el error y el fracaso son grandes maestros. Creo que hay que hacer posible el fracaso porque allí es donde aprendes y analizas. En los cuadernos suelo no borrar, a veces tapo cosas, pero no borro ni corto páginas. También creo, como alguna vez dijo Isidro Ferrer (ilustrador español), que prefiero una ilustración que no esté perfecta pero que me haga sentir algo, que me haga cosquillas.

En “Carnets” se perciben algunas de sus obsesiones al ilustrar. ¿Cuáles reconoce usted?

Leonardo Padura hizo una pregunta en una charla en Cuba que me marcó: “¿Qué sería de los escritores sin sus obsesiones?”. Creo que es igual para los dibujantes. Alguna vez organicé mi trabajo por obsesiones y reconocí muchas: el cuerpo, los animales, escribientes o tipos sentados, bosques, casas o ciudades, desnudos.

¿Qué tanto aportan los viajes a su trabajo?

Creo que aportan todo. Como ilustrador, todo lo que ves es útil. No hay mucho más que decir.

Por Andrea Uribe Yepes - @AndreaUribeY ?

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