El Magazín Cultural

La Cabina Literaria, una buena trampa para volver a la poesía

La Cabina Literaria es un emprendimiento cultural con base en Medellín que busca que la gente vuelva a la lectura.

Rafa G. Escalona
15 de octubre de 2017 - 02:25 a. m.
La Cabina Literaria (Cortesía)
La Cabina Literaria (Cortesía)

Imagine que está en casa. Que en su cabeza dan vueltas las preocupaciones habituales. Las deudas. La pelea con su pareja. La basura que se le olvidó botar. El caño de la cocina que sigue soltando un vaho pestilente. La muela que no deja de doler. Imagine que suena el teléfono. Imagine que alguien le saluda y le lee algo como esto “Es cosa tan pequeña nuestro llanto; son tan pequeña cosa los suspiros... Sin embargo, por cosas tan pequeñas ustedes y nosotras nos morimos”.

Lo anterior no una invención de la mente. Escenas como esa las protagonizan a menudo los miembros del proyecto La Cabina Literaria, un emprendimiento cultural con base en Medellín que retoma algunas viejas ideas para hablar de algo eterno, la lectura. Hay en su espíritu algo bohemio, trashumante, como los buhoneros que durante siglos llevaron la cultura de un lado al otro del planeta. Se les puede contratar a través del correo electrónico y las redes sociales, pero prefieren ese momento físico del encuentro.

“Somos muy de ferias”, dice María Cecilia Ramírez, una de las fundadoras del proyecto. Por estos días se les puede ver con su cabina roja y sus cachivaches literarios en el Salón del Ocio y la Fama (SOFA), que se desarrolla en Bogotá entre el 12 y el 16 de octubre. Pero en los dos años que llevan han viajado a cuanta feria del libro y evento de diseño encuentran en el que pueden plantar su tienda.

María, que trabaja en temas de promoción literaria en Medellín, conocía de la experiencia de las lecturas al teléfono -algo tan antiguo como el teléfono mismo, explica-, y la enamoró la idea. “Lo que hice fue armar una estrategia de productos que acompañaran al acto de la llamada para que fuera una experiencia redonda, literaria y emocionalmente”, dice. “El gran objetivo es acercar la gente a la literatura, porque los que no son muy lectores pueden acercarse a un texto de esta forma. Mientras eligen el poema para la persona a que se lo van a dedicar hacen un ejercicio muy lindo de lectura, y esa es una de las formas para que la gente empiece a leer”.

Los productos a los que se refiere -poemas sorpresas, relicarios con fragmentos de textos, pines de autor, dulces inspirados en distintos autores, las libretas con el rostro de escritores- son creados por ellos mismos con la idea de hacer memorable la experiencia y que los lectores puedan contemplar la literatura de otro modo.

La persona que decida participar de esta experiencia encontrará un catálogo de poemas clasificado en cuatro categorías: “Frenesí de amor” (de amor), “Vino para todos” (de celebración de la vida y la amistad), “Popurrí” (generalista, de viajes, familias, nacimientos y cumpleaños)” y “Amores negados” (para los despechados). Además, si alguien lo desea puede llevar un poema o fragmento de texto. Una vez elegido el texto, entra a la cabina acompañado por un miembro del proyecto, quien realiza la llamada, lee el texto y se retira para darle un espacio de privacidad a la persona con su interlocutor del otro lado del teléfono.

En un mundo en el que tantos claman que los libros de poesía mueren y nadie le importa, La Cabina Literaria viene a recordarnos que la poesía se hace de muchos modos, que el libro es apenas un recipiente. Uno hermoso, pero que no puede hacernos olvidar que lo importante es conectar las almas.

Por Rafa G. Escalona

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