El Magazín Cultural

La mujer que construyó un imperio

Ernestina Herrera, fallecida la semana pasada, fue la primera mujer en dirigir un periódico en nuestro continente. Asumió las riendas de “Clarín” en una época en la que el medio ya contaba con veinte años de trayectoria y era uno de los más leídos de la Argentina.

Angela Martin Laiton / @MartinaLaiton
26 de junio de 2017 - 02:00 a. m.
Ernestina Herrera asumió la dirección del diario “Clarín” cuando su esposo, Roberto Noble, enfermó. / EFE
Ernestina Herrera asumió la dirección del diario “Clarín” cuando su esposo, Roberto Noble, enfermó. / EFE

Varios medios titularon que murió la dama de hierro del periodismo, otros más discretos lamentaron la pérdida del grupo Clarín y se resignaron a recontar grandes de rasgos su vida. Clarín, en su costado, sacó el as de la manga con la heroica historia de la mujer que forjó el imperio. Mauricio Macri, presidente de la Argentina, modestamente tuiteó: “Despedimos a una figura clave del periodismo y la defensa de la libertad de prensa. Mis condolencias a su familia”.

Todo había empezado en 1946, dando un paseo en barco por Tigre, una ciudad cercana a Buenos Aires que desde antaño ha sido lugar de veraneo de las élites porteñas. En uno de los barcos viajaba Ernestina Herrera con varias amigas. Una de ellas saludó a Roberto Noble, que se encontraba a bordo del Tenondé, su propio barco. Él las invitó a pasar y desde ese día empezó a frecuentarse con Ernestina. Se casaron varios años después. Ella enviudó dos años más tarde y siempre trató de mantenerse hermética acerca de su matrimonio.

La verdadera historia se dio cuando don Roberto enfermó y Herrera de Noble tuvo que hacerse cargo de la empresa. La mujer asumió las riendas del diario Clarín, que para ese tiempo contaba con una trayectoria de veinte años como uno de los medios de información más fuertes de la Argentina. Se alió con proyectos políticos desarrollistas e impulsó su empresa al crecimiento económico, dándose a conocer internacionalmente. Cualquier dato se queda corto para hablar sobre ella. Fue la primera mujer que dirigió un periódico de tal envergadura y en ese puesto de mando se mantuvo hasta su deceso. El modesto diario que empezó a dirigir a finales de los sesenta es hoy uno de los emporios multimediales más fuertes del país.

Algo de razón tenía Macri al señalarla como una figura clave del periodismo. La mujer y su empresa estuvieron rodeados por los principales personajes de la política internacional. Fue conocida también por su visión para los negocios y su influencia en los gobiernos de turno del país. En algunas de las fotos más polémicas de sus reuniones sociales se la ve con la más alta elegancia de cualquier dama de la élite porteña, sonrisa impecable, posando al lado de Jorge Rafael Videla. Más cuestionable que sus fotografías sociales son las múltiples investigaciones que la justicia abrió en su contra por irregularidades en la compra de empresas durante la dictadura argentina y un señalamiento claro de parte de Abuelas de Plaza de Mayo porque nunca supo explicar dónde adoptó los dos hijos que la acompañaban después de la muerte de su esposo.

Así que el asunto se pone más escabroso porque, más que la muerte de una mujer insigne del periodismo argentino, o que la muerte de la directora de un diario, la que falleció era la dueña de un conglomerado mediático poderoso, responsable de gran parte de la construcción de opinión pública y posiciones políticas en la Argentina. En 1971, durante la dictadura de Alejandro Agustín Lanusse, se creó la empresa Papel Prensa, que años después fue adquirida por Clarín y La Nación. Según decía la misma Herrera, la compra de la empresa aseguraba la independencia de los medios, dada su manifiesta preocupación por hacer del medio de comunicación un lugar con sentido de independencia económica y de opinión en pro de la libertad. Como contrapeso a su discurso, años después Lidia Papaleo, viuda del antiguo dueño de Papel Prensa, denunció públicamente haber sido torturada en medio de la dictadura para firmar el papel de venta de la empresa.

En 2001, Estela Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, denunció a Herrera de Noble por la presunta apropiación ilegal de dos hijos de personas desaparecidas. Un juez de la república emitió una orden de arresto contra ella, sin la investigación pertinente. Este error de parte de la justicia fue la coartada perfecta de la directora del Grupo Clarín, quien señaló públicamente que lo que estaba ocurriendo no era en su contra sino de parte del Gobierno contra su empresa y la libertad de prensa. Pasaron varios años y mucha presión en el medio para que los hijos de Herrera de Noble aceptaran hacer las pruebas genéticas que corroboraran su identidad. Cuando los resultados salieron, el panorama resultó mucho más desalentador para los grupos querellantes. No había coincidencia con nadie. Aunque la investigación fue cerrada, Ernestina de Herrera nunca explicó de dónde había sacado dos niños en plena dictadura argentina, y Abuelas de Plaza de Mayo asegura que en el banco genético faltan muchas personas de las que nunca se pudo recobrar nada.

En la difusa historia de la periodista argentina hay algo en lo que todos están de acuerdo: la gran habilidad y el carácter absoluto con el que forjó su carrera como empresaria y líder de los medios más importantes del país. En lo demás podríamos cuestionar a qué se llama “defender la libertad de prensa”, cuando históricamente se está de la mano de los poderosos.

Por Angela Martin Laiton / @MartinaLaiton

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