“Lo viral”: un relato realista de anticipación, por Jorge Carrión
Carrión nos invita a evaluar nuestra relación con el mundo físico y el mundo virtual. Si sucede lo que él afirma, es posible que una parálisis de nuestra vida virtual pueda alejarnos para siempre de la familia, el amor, el trabajo, la realidad y la cordura; esperemos que no. Mientras tanto, léanlo y escúchenlo.
Isabel Cristina Arenas S
Un virus informático podría paralizar la realidad. Porque en un futuro más o menos próximo la inteligencia artificial sufrirá sus propias epidemias”, Jorge Carrión en Lo viral (Galaxia Gutenberg, 2020).
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Un virus informático podría paralizar la realidad. Porque en un futuro más o menos próximo la inteligencia artificial sufrirá sus propias epidemias”, Jorge Carrión en Lo viral (Galaxia Gutenberg, 2020).
Barcelona.
“¿Por qué en la época contemporánea nos empeñamos en convertir las grandes tragedias en nuevos comienzos?”, escribe Jorge Carrión en Lo viral. Desde 1997 este escritor y crítico literario (Tarragona, 1976) lleva un diario real llamado Días extraños, que algún día piensa publicar; mientras tanto, y una vez se dio la orden de cuarentena estricta en España debido a la COVID-19, comenzó a escribir Lo viral, su “falso diario sincero”, su “antidiario de no ficción”.
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El 15 de enero de 2020 el autor escribe que va caminando a todas partes: a recoger a uno de sus hijos al colegio, a dictar clases a la universidad, a cenar con sus amigos en el Karakala o el Betty Ford, mientras escucha pódcast de ficción. Aún no sabe que salir a caminar es un privilegio, o sí lo sabe porque su diario es una reconstrucción literaria. Jorge Carrión camina cazando librerías y pasajes en Barcelona, pensando en los muertos de la ficción, hablando con sus vagabundos de la chatarra, escribiendo su siguiente artículo para The New York Times o La Vanguardia, el tuit de mañana a primera hora o preparando su próxima clase (el máster ya es viral). Al leer las entradas de su diario, algunas muy entrañables y familiares, lo intuimos libre, como éramos todos por esos días. Pasan las hojas y sentimos el miedo de lo que vendrá, el preludio de la claustrofobia que comenzará dos meses después de esas caminatas por la ciudad, cuando solo quede la vida digital y las idas al supermercado como el mejor de los destinos.
Las entradas del diario comienzan el 17 de noviembre de 2019 con el primer hombre enfermo del que el mundo tuvo noticias, el que murió allá tan lejos, en China, por un virus todavía desconocido, y terminan cuando aún no sabíamos de nuevas olas, ni soñábamos vacunas, cuando entramos a esta normalidad extraña e intermitente que vivimos ahora. “El virus somos los que podemos viajar”, escribe el 26 de febrero de 2020. Comenzaba el año en forma y los aeropuertos estaban muy cerca de desaparecer, solo la gente rara, miedosa y exagerada iba por la calle con mascarilla. Hoy imaginamos bocas, intuimos dientes; ya no existen los raros, solo los irresponsables.
Aun sabiendo que las fechas se cumplieron y que si leemos su diario en este presente es porque estamos vivos, aun así, se siente el vértigo al advertir cómo avanza el tiempo entrada tras entrada. Hay saltos casi físicos hacia el pasado a 1922, a 1955, a 1998 que sorprenden. El tiempo transcurre y crea una especie de prisa porque pasen los días; los suyos y los nuestros. Que por favor se repitan algunos, otros no. Carrión nos enfrenta al espejo, a nuestra biografía. Al inicio y el final de un trabajo, la vida de un padre, la cordura de alguien cercano, la afirmación del amor, el vino en la nevera, la novela que llevaba años. ¿Qué hacía justo este día, ese fin de semana? ¿Qué palabra dije, cuáles escribí, cuáles borré? Después, junto a sus reflexiones, dejamos de mirarnos en el espejo y entramos en la pantalla.
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“Vivimos en la época de mayor alfabetización de la historia de la humanidad, y, sin embargo, en la que menos tiempo y concentración dedicamos a discernir lo verdadero de lo falso, lo conveniente de lo reprochable”, escribe en Lo viral. Debemos leerlo, también escucharlo, para saber por qué este autor dice que la biología, y no la tecnología, está acelerando la digitalización del mundo; por qué en las redes sociales hay espacio para cualquiera que escriba, haga fotos, videos, ilustraciones, pero no hay reconocimiento para todos; por qué afirma que “no sería extraño que Amazon fortaleciera su red de librerías o Instagram creara una red de galerías”. Y en temas más personales, saber cómo él se convirtió en el bibliotecario de su edificio durante las cuatro semanas de encierro, cómo era su vida familiar por esos días y espiar su mente de escritor leyendo la entrada del 2 de marzo de 2020.
Seguirle el ritmo, a este también periodista y profesor, es una tarea complicada, es un tópico decir que sus días no tienen veinticuatro horas como los de todo el mundo. Hace unas semanas, en la presentación virtual de Los difuntos (Ediciones Vestigio), en la librería Casa Tomada de Bogotá, comentó que también estaba trabajando en un proyecto para una serie de televisión. Ha dicho en redes que pronto saldrá la segunda temporada de Solaris, su pódcast sobre tecnología (sus ensayos sonoros), big data, inteligencia vegetal, géneros fluidos, cultura de la terapia... En Lo viral cuenta que a medida que iba dejando de escribir sobre series de televisión (es autor de Teleshakespeare, Errata Naturae, 2011) comenzó a interesarse en plataformas, tecnología y fenómenos virales: Netflix, Amazon, YouTube, WeChat, inteligencia artificial (es autor de Contra Amazon, Galaxia Gutenberg, 2019). Ese interés se convirtió en Solaris, donde cada capítulo abre varios mundos.
En la entrada del 24 de diciembre de 2019 dice que Jesucristo es el primer influencer. Después menciona a Platón, Mahoma, Gutenberg y Curie, entre otros: “Su viralidad fue mucho más lenta que la de un meme de Twitter o una foto de un famoso en Instagram, pero dura siglos”. Es “la viralidad a destiempo”, como la de dos textos que menciona el autor sobre lo preparado que podría estar el planeta para enfrentar una posible pandemia, publicados en El País y en The New York Times en 2019, leídos en forma masiva solo en 2020.
¿Ha sido la COVID-19 un nuevo comienzo? Carrión nos invita a evaluar nuestra relación con el mundo físico y el mundo virtual. Si sucede lo que él afirma, que “en un futuro más o menos próximo la inteligencia artificial sufrirá sus propias epidemias”, entonces es posible que una parálisis de nuestra vida virtual pueda alejarnos para siempre de la familia, el amor, del trabajo, la realidad y la cordura; esperemos que no. Mientras tanto, léanlo y escúchenlo.