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Primer 20.12 sin Gonzalo Rojas

El autor y catedrático chileno obtuvo, entre otros, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, el Premio Nacional de Literatura de Chile y el Premio Cervantes.

Ricardo Bada, especial para El Espectador
19 de diciembre de 2011 - 10:19 p. m.

Es el primer 20.12. que no festejaremos su cumpleaños con él, con aquel eterno joven que fue Gonzalo. Sería el 95º, así es que vayan corrigiendo todos los archivos donde diga que Gonzalo Rojas nació el 20.12.1917. La fecha correcta es el 20.12.1916.


Hay una foto de la lápida en la tumba de Gonzalo, que me muestra su hijo Rodrigo Tomás, buen amigo mío y que vive en Alemania; una foto donde se han deslizado dos errores y se ha incluido una rectificación.


El primero de los errores es venial: CHILLAN sin una tilde en la A, licencia permitida sobre las mayúsculas. Todos los chilenos saben dónde queda Chillán, pero cualquiera no versado en la geografía chilena pronunciará “chillan”, del verbo chillar. Sólo que, en fin, esto es peccata minuta: «Peores son las temibles erratas de los editores de poesía», como habría dicho el propio Gonzalo.


El error segundo sí es grave, porque Gonzalo no murió en Chillán, sino en Santiago. Si Chillán figura en la lápida sólo es porque las autoridades municipales que la encargaron, cuando él estaba gravísimo en su casa y parecía inminente su fallecimiento, olvidaron informar a tiempo al marmolista de su posterior traslado a Santiago: «A lo mejor es esta una de las que él llamaba “pifias necesarias”», que tanto celebraba, me dice Rodrigo Tomás.


Y la rectificación: efectivamente, en todas las fuentes aparece como su fecha de nacimiento el 20.12.1917, a pesar de que, en verdad, si bien nació ese día, fue un año antes, en 1916.


La razón de la discrepancia es que sus padres recién lo inscribieron en el Registro Civil de Lebu (inscripción #31 de ese mes) el día 16.1.1917. Lo que más adelante condujo, allá por los años treinta, a que un funcionario confundiese los números y escribiera en su documento de identidad «Nacido el 20.12.1917».


«Según le oí decir a mi padre en mi infancia», me sigue contando su hijo, «alguna vez hizo un intento fallido de corregir la equivocación; más adelante no le pareció mala la idea [que lo rejuvenecía un año] y no insistió en ello. Pero no fue ésta la única variante de la fecha real de su nacimiento. Una de las más tardías data de comienzos de los noventa, cuando otro funcionario descuidado confunde el día de la inscripción en el Registro con el del nacimiento, y lo hace nacer el 16.1.1917. Pero para desmentirlo, junto a los documentos que atestiguan su natalicio en 1916, existe en nuestro poder una carta de Celia, su madre, a su hija mayor, María Elisa, que se hallaba de viaje, una carta fechada el día 15.1.1917 donde le dice: “Gonzalito muy grandecito, se ríe solito cuando lo baño todos los días a la 1 de la tarde”».


Así pues, este próximo 20 de diciembre se cumplen 95 años de su nacimiento y habría que corregir todos los libros, antologías, diccionarios, enciclopedias, resúmenes biográficos, tanto de papel como electrónicos, que circulan por el mundo con la fecha equivocada, por más que la poesía en sí no precise para nada de este tipo de exactitudes cronológicas de la vida del autor. Aunque sí es interesante resaltar que, a pesar de haber conocido ese dato biográfico, algunos investigadores que han escrito abundantemente sobre Gonzalo y su obra no quisieron abordar el hecho mientras él aún vivía.


«Por otro lado», sigue relatándome Rodrigo Tomás, «son incontables las confusiones y las aseveraciones erróneas en torno a su persona. Hay desde quienes aseguran que no habría nacido en Lebu sino en Ovalle, al norte de Chile, hasta quienes fabulan que vivió parte del exilio en la Unión Soviética. Otros aseguran que habría presidido la Sociedad de Escritores de Chile o que habría dirigido revistas literarias que nunca dirigió».


Más: hay bibliófilos que han buscado infructuosamente ejemplares del dizque fue su primer libro, publicado en 1936. Tal libro no existió. Lo que sucede es que en alguna entrevista él habló de ciertos poemas escritos en su juventud, que habría llevado en lo que llamó un cuaderno secreto. Esto fue interpretado por algunos de manera literal y se creó el mito de un libro desaparecido. Incluso hay notas biográficas donde encabezando su bibliografía se encuentra el título Cuaderno secreto, poesía, Gonzalo Rojas, Lebu —Golfo de Arauco—, 1936, con todas las de la ley.


También hay quien señala que Gonzalo Rojas le habría “puesto letra” a una composición de Violeta Parra, cuando en realidad es al revés. Se trata, como con exactitud lo destaca Ángel Parra en el libro sobre su madre, de un poema escrito por Gonzalo en 1951 y titulado Sátira a la rima (antes Vida social), que Violeta musicalizó en 1957 durante uno de los primeros Encuentros de Escritores que él organizara por aquellos años en Chile. Luego, ella hizo una grabación de ese texto en un estudio de Concepción, un disco de los de entonces, de 78 rpm, ¡el frágil acetato!, y del que desafortunadamente ya no existe ningún ejemplar. También en relación con Violeta, ella alguna vez musicalizó el poema de Neruda El pueblo, un texto tan conocido que resulta sorprendente y divertido el que ciertas discografías lo adjudiquen falsamente a Gonzalo Rojas.


«Una de las más recientes confusiones», termina de contarme Rodrigo Tomás, «que te señalo porque los dos implicados supieron de ella y la celebraron, pasó en la Biblioteca Provincial de Huelva, tu ciudad natal. Un día, buscando una referencia en internet, encontré en la página web de esa biblioteca una sección llamada Poemas del ascensor, explicando que habían tenido la original idea de colgar en sus paredes poemas de autores iberoamericanos para que quien hiciera uso del mismo los leyese durante el breve viaje. Entre los autores elegidos mencionaban a Gonzalo Rojas con un poema titulado Los cómplices, lo que me llamó la atención porque no sabía de su existencia. Mi extrañeza aumentó al leerlo y no reconocer en él ni su tono ni su ritmo. Como es natural, me puse a la tarea de encontrar su proveniencia, y constaté con gran sorpresa que ‘Los cómplices’, poema de Gonzalo Rojas, aparecía en innumerables páginas literarias especializadas, en notas críticas, en blogs, etc. Incluso existen musicalizaciones y videos de intérpretes cantando este texto dizque escrito por él. Por fin, después de larga búsqueda, descubrí que es de la destacada poeta chilena Delia Domínguez. Mi padre, en sus últimos plazos, al oír la historia, sonriendo, me pidió que le contase a Delia, quien nada sabía y reaccionó muy conmovida y honrada al enterarse después de fallecido él».


Es el primer 20.12. que no festejaremos este nuevo aniversario de su nacimiento con aquel eterno joven que fue Gonzalo. Y recuerdo de su poema Féretro y más féretro unos versos que dicen: «A ver tú, paisano mío, hijo de Catalina, Emili o Emilián, / como te digo yo, bisnieto mío / Rojas Hauser nacido ayer en Köln, Deutschland, / según ese mail ¿qué es por último / nacer?». Gonzalo Rojas está naciendo cada vez que lo leemos.

Por Ricardo Bada, especial para El Espectador

 

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