Rodeando a Lázaro: diez años grabando el alzheimer
“Lázaro” es el resultado de 10 años de grabaciones en los que José Alejandro González se dedicó a registrar a su padre, quien estaba enfermo de alzheimer. La película se estrenará en la plataforma Mowies este lunes 21 de septiembre.
Laura Camila Arévalo Domínguez
Ver la vulnerabilidad de tus papás acentuarse ¿habrá dolor más insoportable? Ver que, además de que cada día son más frágiles, tienen miedo ¿habrá sensación más aterradora? La de entender que los que eran fuertes, los que protegían, los que se veían invencibles y siempre listos para la vida ¿necesitan de tu cuidado porque, además, les aterroriza la muerte? En “Lázaro”, película dirigida por José Alejandro González, sobresalen todas estas preguntas, pero no hay respuestas.
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Ver la vulnerabilidad de tus papás acentuarse ¿habrá dolor más insoportable? Ver que, además de que cada día son más frágiles, tienen miedo ¿habrá sensación más aterradora? La de entender que los que eran fuertes, los que protegían, los que se veían invencibles y siempre listos para la vida ¿necesitan de tu cuidado porque, además, les aterroriza la muerte? En “Lázaro”, película dirigida por José Alejandro González, sobresalen todas estas preguntas, pero no hay respuestas.
Este filme registra el deterioro de Lázaro, padre de González, quien fue diagnosticado con alzheimer. Pero esta película es más que el seguimiento de un proceso. Es más que una espera de la muerte. González decidió grabar a su papá como excusa para acercarse. Para estar junto a sus padres a medida que la enfermedad generaba en su padre lo que se supone que generaría y para lo que habían sido preparados desde que supieron qué se avecinaba. Es una historia fraccionada que va contando por partes su origen y el de sus papás.
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Lázaro y su esposa se unieron dos veces. La segunda vez fue luego de una reconciliación que se dio 18 años después del primer matrimonio. La primera etapa no fue agradable. Ella, en la película, ni siquiera quiso recordarla. La primera parte de su relación fue la reunión de los sucesos que desembocó en la separación. Pero la segunda, esa sí la pone a mirar el horizonte y suspirar de la dulzura que le trae los recuerdos de su idilio tardío. En esta fase se asomó la enfermedad y ella demostró la incondicionalidad y la fuerza que brotaron gracias al fuerte lazo con su esposo. Gracias al amor por el papá de sus hijos. Por el compañero de su vida.
En la película también hay una figura que se destaca: Gladys, la enfermera de Lázaro. Su rol va mucho más allá de mantenerlo con vida, de mermarle el dolor, de vigilar su proceso. A ella, que habla con voz suave, mira con dulzura y se ríe sin esfuerzo, se le dedicó gran parte de un filme en el que su presencia fue esencial. Fue soporte y oxígeno. Fue frescura para los años en los que todo pudo ser mucho más tortuoso. Ella fue un bálsamo para la pesadez de la familia y la enfermedad. Su actitud, la de “todo va a estar bien”, pero también la de “puede que nos estemos acercando al final” no generaba angustia. Ella siempre fue la calma.
“La memoria la tengo relacionada con las imágenes, con lo que uno recuerda. La memoria es como un libro de apuntes, eso hay que cultivarlo para que se trate de algo satisfactorio”, dijo González.
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A su padre comenzó a grabarlo sin pretensiones. No sabía que sería una película hasta la edición 57 del Festival Internacional de Cine de Cartagena, evento en el que se encontró con Paola Pérez, quien creyó en el proyecto y abrió las puertas para que estos registros se convirtieran en un largometraje. Fueron 10 años de grabaciones que se iniciaron con una llamada en la que el papá de González, Lázaro, lo llama a decirle que no quiere asustarlo, pero que es importante que se vean. Le pide que lo visite.
“Cuando nos volvemos conscientes del otro y vemos los valores de los demás. Eso fue lo que pasó conmigo y mi familia, comencé a darme cuenta de lo valiosos que eran para mí”, dice González, quien comprobó que su regreso a casa no se debía, solamente, a la calamidad, al diagnóstico de la muerte cercana de su padre, sino al amor que sentía por él y el resto de su familia. “La familia unida” es una de las partes en las que se divide la película para resaltar que, más allá del dolor por la pérdida y la ausencia, los motivos que los reúnen tienen que ver, sobre todo, con los momentos que hicieron de él un hombre que aprecia los afectos. Que los extraña.
“Pienso que la vida es el ahora mismo, ese es el que se debe trabajar para construir lo que viene, para disfrutar lo único que se puede disfrutar que es el ahora, la vida es el ahora. Y la muerte es un descanso, es el fin de un proceso, es algo natural que a todos nos va a llegar”, concluye el director, que expuso la intimidad de su casa, la fragilidad de su padre, pero también la realidad de muchas familias a las que les llega una enfermedad dolorosa que no solo desorienta al paciente, sino a todo el que lo rodea. El dolor de los amores se experimenta desde la sensación, desde la empatía. También se sufre.
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El final de las grabaciones se dio con la muerte de Lázaro el 17 de enero del año 2017. “Lo último que grabé fue un viaje en el que llevamos sus cenizas a Pijao- Quindío”.