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Textos pandémicos

“Diarios de pandemia” es una iniciativa de la Universidad Nacional de Colombia, en alianza con El Espectador, un proyecto de acogida de toda suerte de relatos acerca de las experiencias del encierro en Colombia. Empezamos a publicar obras que dan cuenta de las diversas experiencias del confinamiento, con el fin de darle visibilidad a la vida privada y social que late en la pandemia.

Alberto Blandón Schiller
14 de diciembre de 2021 - 01:58 a. m.
Textos pandémicos.
Textos pandémicos.
Foto: El Espectador

Así que si el arte no nos salva,

como desearíamos, de las guerras,

las privaciones, la envidia, la codicia,

la vejez ni la muerte,

puede en cambio revitalizarnos en medio de todo.

Le sugerimos leer: Convocatoria al proyecto “Diarios de pandemia”, de la Universidad Nacional de Colombia en alianza con El Espectador

-Ray Bradbury

1

La ciudad se ha vuelto terriblemente sola. Calles con dolor y tristeza tiñen de olor a muerte cada puerta. Ciudad lacerada por el silencio. En las sombras el eco dolorido de quienes mastican su hambre con el afanoso grito de la súplica.

Ciudad del menudeo. Inquietas esquinas aguardan el paso de los indolentes mientras la niebla cubre las agobiantes búsquedas. ¿Qué distopía caminamos con el corazón apretado y el miedo tatuado en la oblicua mirada?

Agoreras aves salidas de ampulosos ventanales atraviesan la noche para apagar la lámpara de la esperanza encendida por jóvenes entusiastas.

2

Las preguntas no resueltas vendrán escritas en la lluvia. El viento carga las voces y los silentes pasos de los enfermos que claman por un milagro que no les llegará. Largos días cubiertos de temor anticipan la catástrofe.

Andrajosos seres cocinan sus hambres en míseros fogones, humeantes tarros expelen el dolorido aroma de la soledad. En la hoguera está presente lo que ignoramos.

El nuevo amuleto se llama hipoclorito, sin él no se transita el lamentable camino de la “nueva realidad”, nos protege y nos guía con su oloroso escudo que mancha el presente con el límpido color de la asepsia.

3

Cenizas visten mi cuerpo. Las llagas de los caminantes duelen en mis pies, heridos exiliados habitan cuevas urbanas de olores nauseabundos. Innombrables dolores reflejan su mueca desesperada y suplicante. Angustioso día que no termina de llegar, qué encrucijada nos esperará mañana.

Tras muros aguardamos el fin. Incolora asepsia invadida de virus. Excluidos seres cansados de andar duermen sobre harapos y perros muecos. ¿Qué silencio nacerá de esta confusa mezcla de miedo y cobardía?

4

El aleteo de las flores viaja desde jardines coloridos. Tus manos anudan una caricia con el perfume del jardín. Mariposas bailan sobre expectantes flores. La música dibuja, de la mano del viento, los deseos más ocultos que sólo los sordos no mirarán. Las flores volarán tras el sol y sus aromas de colores.

5

Gris mañana, un sol lejano cubierto de nubes trae el frío y la lluvia. En el jarrón, la rosa que trajimos del jardín abandonado. Ungidos transeúntes, cargan la tristeza y el mísero mordisco en sus rotos bolsillos.

La luz interrumpió su curso, la noche se instaló sobre el desesperanzado sol. Una ventana deja escapar la música largamente encarcelada.

Dolor sobre las abandonadas calles donde yacen los parias de la ciudad. Intocados seres claman por un bocado, gritan en las ventanas y estiran sus manos dadivosas.

6

Sangrante lluvia teje en las calles el dolor. Luciérnagas eléctricas titilan a lo lejos. Derramada lluvia de desamparadas palabras, ¿quién nos secará esta escarcha dolorida?

Música taciturna derrama sonidos sobre la fría noche, una raída manta cubre la desnudez, nos deja con el hambre pegada al cuerpo.

7

Oscuro tiempo cubierto de silencio. Siento sus lianas de frío atadas a mis pasos. Una mujer yace sobre el asfalto, el frío cuerpo tiene una manta sobre sus pies. Embadurnado de dolor, el rostro recuerda el muriente abandono de los despojados.

Junto a mí viaja la noche.

¿Qué lagrimas llorará nuestro dolor?

¿Qué urgencias oculta esta realidad?

¿Quién enterrará los muertos?

8

La desesperanza habita estas calles que recorro con el aliento contenido. Mis zapatos, viejos y agujereados, reclaman un lugar donde el sentido de la vida florezca.

¿Qué desmemoriado dios nos dejó sin destino? Acaso un demonio juguetón salvará la partida liberando de ignorancia y sumisión estas tierras de odio y muerte.

Croquis de un anhelo, fragmentado mapa de dolor. Mortajas, mortajas sobre nuestras cabezas. Mortajas en el alma…

9

Sobre un foso de mentiras se mantienen las promesas olvidadas. ¿Qué lenguaje nacerá cuando esta pesadilla termine y podamos recorrer las asustadizas calles, ahora de miedo llenas?

¿Cuándo en una hoja trazaremos las palabras nacidas en medio de la soledad y el dolor?

¿Acaso habrá tiempo para el poema o quizás los destellos de la muerte cubran estos deseos de nuevo lenguaje?

10

Qué plegaria se requiere cuando la muerte atroz recorre campos y ciudades. Con sus alas extendidas, viene el horror martirizando la vida. Una hoguera de miedo y terror cubre estas noches solitarias.

Calles de brumosa angustia invaden la temerosa realidad.

Retorcidas almas ahuyentan las brasas renacidas en estas noches de frío mortal. En soledad podemos sentir cómo se desnuda la tarde y callar.

Igualadora guadaña nos reconoce similares en la mortalidad y la precaria defensa ante el invisible bicho que ataca.

11

Podridas imágenes se esparcen por doquier, viajan con el miedo impregnado en cada tono, en cada forma. Destellos de vida escapan de estos cuerpos antes de que comience el hedor.

El pronto olvido cae sobre los cuerpos que serán incinerados al atardecer. La pestilencia de discursos desde el poder y el albur de los amaneceres.

Huérfanas palabras arrancadas del abandono quedarán como mudos testigos de este trance. Horrendos cantos entonan las vacías iglesias y las oficinas de los gobernantes. A su paso, vapores de hipoclorito y las zalemas de los dolientes.

12

De filisteos se llenan los vacíos espacios donde moraban las preguntas y nuestras urgentes búsquedas. Viejos traidores de maleable pensar insultan y se pavonean.

Su indumentaria olorosa a Judas toca la canción del converso mientras baten incienso y zalemas. Huérfanos de ideas transitan los pasillos del poder, presos de pedantería van recogiendo migajas e insultando a sus contradictores.

Qué vacía es su alma y cuán grotescos sus insultos. Apenas un destello de su pasado los delata, cargan el atribulado manto del desprecio y sus palabras como oxidados y romos cuchillos anidan en su boca.

Zoquetes y serviles, su parasitismo hace que giman antes de pensar.

Disparan insultos sobre sus babas de conversos. Quedan invadidos del vacío que deja sus huecas palabras impresas en el hielo del medio día.

Borrosas imágenes y el canto moribundo del gobernante y sus acólitos.

Zánganos y burócratas sin esperanza lamen la bota de su verdugo; ostentan el arribismo como escudo y sueñan con reinados en el más allá, mientras viven la orgía de las deslealtades.

13

Vacío tiempo sin pausa. Multitud temerosa recogida en sus miedos. El polvo de las paredes se adhiere al reloj de monótonas horas. Vaivén de días muerde el vacío de la espera.

Monocorde canto de angustia y miedo, desentonado color, paisajes del abandono. Civilización precaria, de llantos llena. Abandonadas gentes siguen los ecos de frases huecas.

14

Cifras, cifras y reportes señalan las muertes presentes y las que vendrán. Este nuevo mundo sufre de la antigüedad de sus pestes. Delirio de pasado, escape del presente y un porvenir inundado del viento antiguo.

El dedo que señala a los culpables oculta el rostro de los sufrientes. Crece la fiebre conspira-nóica con ropaje de ciencia y el autoritario martillo da mazazos a los desobedientes, a los incrédulos y los críticos.

15

Qué poco hemos andado en estos siglos. La sombra del dinosaurio aún relata nuestra adversidad y la llama de Ícaro amenaza con perecer.

Miedo y contingencia recuerdan nuestros ancestros. De antiguos dolores traemos las rosas que encendemos. Apenas a un paso de las cavernas nos sabemos mortales y temerosos. Desvalidos, imploramos la lejanía de los infectados. Ocultamos la cara con la frágil tela de nuestras súplicas.

16

Desvencijada realidad. Melancolía sobre las sombras de acero de esta noche solitaria. Un llanto abandonado acompaña a seres resquebrajados que caminan encorvados y temblorosos.

Territorio de cenizas y miedo. Entonados cantos dan paso a murmullantes quejas y a los desesperados gritos de los empobrecidos.

Agobiante día: Cómo salir del desasosiego cuando los bordes de la razón viven temerosos de las sombras.

17

Miedo y fatalidad recuerdan nuestros ancestros. De antiguos dolores traemos las rosas que encendemos.

El ancestral mito de la creación fue vencido por un bicho invisible al que todos tememos. Otros ritos se ejercen y nuevas oraciones se entonan como epítetos ante la fragilidad y el miedo.

18

Crisis sin gestión, gestión sin sentido y un bicho que nos acorrala. Solo el lenguaje señala nuevos caminos, los sumisos ensordecen de miedo y vulnerabilidad.

Crecen las ganancias y la economía resuelve, nuevamente su crisis con los cuerpos, nuestros cuerpos y su acendrado temor a la muerte y su estigma.

Cada amanecer, pájaros mudos levantan vuelo dejando una estela de lamentos y la promesa de nuevos tiempos.

19

Rumores y artíficos viajan por la velocidad del chip. Nada sano se siembra, acaso algún libro se escriba a escondidas.

Intimidados y sumisos suplican la pócima salvadora. Obedientes y esclavizados aguardan el incierto fin del miedo y la imposición. Perverso juego que lleva al aislamiento y la desconfianza.

Sólo unos cuantos rompen el silencio impuesto, salen del rebaño y con euforia toman las calles. Danza multicolor, tiempo que viaja al inicio, donde los ancestros tejen nuevos mundos más allá del espesor del tiempo y sus enigmas de espera y dolor.

20

Las paredes, libros mutantes donde se traza la geografía del desamparo y la transitoriedad del precario presente y sus enigmas miedo espera.

Rescoldos se agitan en tiempos taciturnos. Bebemos el escaso licor de la esperanza mientras burócratas mienten y pasean sus miserias. Moriremos de pie, alzando la voz y pintando un camino sin recorrer. Encenderemos el relámpago de la desobediencia para emprender el viaje hacia el tiempo del origen.

El ombligo de la noche dará un respiro, veremos su cara oculta, donde se baila la silenciosa música de las estrellas con sus tonos y ritmos de avasallador deleite.

Por Alberto Blandón Schiller

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