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El final del vampiro

El actor británico dice que estará marcado durante años por su personaje en la saga.

Alejandro Millán Valencia, / Los Ángeles /
14 de noviembre de 2012 - 08:47 p. m.
Pattinson, durante la sesión de fotografías de las jornadas de promoción de la última fase de ‘Crepúsculo’.  / AFP
Pattinson, durante la sesión de fotografías de las jornadas de promoción de la última fase de ‘Crepúsculo’. / AFP

Han sido cinco años de ser un vampiro. Robert Pattinson, británico, 26 años, se convirtió en un fenómeno por interpretar a Edward Cullen, el misterioso y recatado vampiro de la saga Crepúsculo. Desde 2007 se la ha pasado de viaje en viaje, en las portadas de las revistas, en los lentes de los paparazzis. De película en película.

Ahora que la saga termina es posible que el acoso de la fama todavía le dure un poco más. Estamos en el hotel Four Seasons, en Beverly Hills, y hace poco menos de un mes la novela sobre su relación con Kristen Stewart, quien aceptó haberle sido infiel con el director Rupert Sanders, parecía haber terminado bien: estaban juntos. Pattinson la habría perdonado, y ahí se encontraban los medios, entre ellos El Espectador, en las jornadas de promoción, pendientes de su encuentro.

Pero nada pasó. Primero llegó Pattinson. Después, mucho después, Stewart. El británico, atento y cordial, comenzó la entrevista sin dejar mucho espacio para sus asuntos personales.

“¿Qué le hubiera gustado hacer durante estos cinco años, que no pudo hacer por las grabaciones?”, le preguntaron. “No sé, tal vez beber más vodka”, respondió. La saga de Crepúsculo es como el Harry Potter de las adolescentes. La historia, repartida en cinco libros escritos por Stephenie Meyer, ha sido un éxito tanto en librerías como en la pantalla grande. Hasta 2011, Meyer había vendido 100 millones de ejemplares alrededor del mundo y las cuatro entregas anteriores de las películas habían recaudado la bobada de 1.500 millones de dólares en taquilla. Para Pattinson, el final de su participación en semejante fenómeno es mucho más complejo de asimilar.

“Es gracioso, porque desde la primera película nos vienen preguntando qué sentiríamos cuando termináramos, y aquí estamos, con un mes de promoción por delante y ya. No sé, creo que me va a llevar 10 años procesarlo en mi mente... ya vamos por cinco, falta la mitad. Incluso creo que para los fans es necesario que pase el tiempo. No creo que alguien entienda lo que ha pasado con esta historia, que se ha vuelto gigante, una verdadera anomalía”, anotó.

En esta última entrega, que es en realidad la segunda parte del final de la saga, llamado Amanecer, Edward y Bella —ahora convertida en vampira después de su traumático parto— intentan proteger a su hija, Curlie, de la amenaza del clan de los Volturi, donde se pone a prueba el instinto paternal de Pattinson. “Bueno, me gusta trabajar con niños. Con niños y con animales, porque uno siente como que no está actuando. Tan pronto tienes enfrente a otro actor, la tarea se vuelve más acartonada. Los niños no tienen el sentido de alerta; cuando compartes una escena con ellos tienes que estar 100% concentrado en ellos para que salga lo que dice el guión, te vuelves un poco el guía. Yo siempre digo que hay que poner a un niño o un perro en todas las escenas, porque eso hace que los actores que están alrededor se vuelvan mejores. Y en todo caso, si no se vuelven mejores, tienes siempre la opción de filmar al niño o al perro”.

Pattinson es el actor de la saga que más ha logrado desprenderse de su papel de ídolo adolescente. Ha buscado un camino en la actuación. En los últimos años ha intentado meterse en el difícil mundo del drama, a diferencia de sus compañeros, que han preferido la acción y las películas de aventuras. Pattinson ha estado en Agua para elefantes, junto a Reese Whiterspoon, interpretó a Salvador Dalí en Sin límites, y estuvo bajo la dirección de David Cronenberg en Cosmópolis.

“No creo que se pueda mantener este nivel de popularidad. Es imposible, no creo que alguien pueda sostenerlo... salvo que seas Denzel Washington o algo así. Creo que lo único que garantiza dinero y fama global de esa escala es dedicarse a hacer películas de superhéroes en un gran estudio, una tras otra. Y ni siquiera así hay garantías. Ahora estoy tratando de firmar para hacer otra clase de cosas, de las que me sienta orgulloso y, aunque no me arrepiento de esa fama que me ha dado la saga, sería lindo poder tener un poco más de control sobre mi imagen pública”.

A pesar de que quiera evitar encasillarse en un personaje tan popular, Pattinson no puede evadir el hecho de que junto a Kristen Stewart y Taylor Lautner conformó un trío que trascendió la escena del cine. “Recuerdo que a Kristen la conocí en la audición; a Taylor creo que fue en la película. Fue una época curiosa. Yo estaba tratando de caer en cuenta de que era un actor, que estaba dedicado a esto en serio. Me acuerdo cuando empecé Harry Potter; veía a Daniel (Radcliffe) y Emma (Watson) y me parecía que estaba ante las estrellas, no que eran colegas, y todavía me impacta pensar lo famosos que son. Es extraño haber pasado por esa experiencia, dejar de pensar en ellos en términos de actores y conocerlos como personas. Algo parecido ocurrió con mis compañeros de Crepúsculo”.

Por Alejandro Millán Valencia, / Los Ángeles /

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