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Los oscuros recovecos del terror

La película recorre episodios de la vida del director cuando empezaba a fraguar ‘Psicosis’, su producción más exitosa, y a la vez revela quién era la mujer que lo apoyaba.

Liliana López Sorzano
08 de marzo de 2013 - 10:00 p. m.
Los ganadores del Óscar, los británicos Helen Mirren y Anthony Hopkins, interpretan a la pareja Alma Reville y Alfred Hitchcock.  / Cortesía - Cine Colombia
Los ganadores del Óscar, los británicos Helen Mirren y Anthony Hopkins, interpretan a la pareja Alma Reville y Alfred Hitchcock. / Cortesía - Cine Colombia

Era 1959 y Alfred Hitchcock, aún con los aplausos pegados por el éxito del estreno de North by Northwest (Intriga internacional), tenía la ansiedad de encontrar una nueva película, un nuevo proyecto que reanimara su interés por el cine. Lo encontró en el libro de turno de mesa de noche, Psycho, una controversial novela de crimen de Robert Bloch. La película Hitchcock está basada en esta época, recogida en el libro de Stephen Rebello Alfred Hitchcock and the Making of Psycho (Alfred Hitchcock y el detrás de cámaras de Psicosis).

Los estudios Paramount, que hasta ahora habían apoyado los proyectos de Hitchcock, no creen en esta cinta y se niegan a financiarla. El director decide entonces hipotecar su casa, con el apoyo de su esposa, Alma Reville, para poder conseguir el dinero y hacer la película. Al final, Paramount accede a distribuirla, pero en muy pocos teatros. “Creen que perdí mi toque, quieren que repita una y otra vez lo mismo”, advierte el personaje de Hitchcock en la película. A contracorriente y con el impulso que da la toma de riesgos, el maestro del suspenso se embarca en el proyecto para experimentar nuevas maneras de hacer cine y así sentir esa libertad de nuevo. Hitchcock, el director que sabía hacer del suspenso y de los repudiados asesinatos escenas con elegancia y discreción, se va en contra de todo el mundo y empieza a rodar Psicosis.

Como el nombre de Hitchcock tenía tanto peso, las personas que lo acompañaban tenían poca visibilidad. Ese era el caso de Alma Reville, su esposa, socia y apoyo incondicional. Lejos de la figura de ama de casa, Reville trabajaba incansablemente al lado de su esposo y participó en 19 producciones como directora asistente y guionista tanto en películas de él como en proyectos externos. En esta ficción, se sugiere que Hitchcock no solía tomar decisiones sin antes contar con el visto bueno de su esposa. La historia recalca la relación con Reville, tanto en lo laboral como lo sentimental, y revela lo que pocos saben, el rol que jugó esta mujer en la vida del director, en la que la trillada frase “detrás de un gran hombre hay una gran mujer” resultaría cierta.

“Tenían una relación dinámica, compleja, contradictoria, bella y dolorosa, que no fue simplemente un matrimonio sino una auténtica colaboración creativa. Estaba realmente interesado en la forma como dos personas muy decididas vivían y creaban juntas, y eso le aportó una perspectiva totalmente nueva a la historia de cómo se realizó Psicosis”, sentencia Sacha Gervasi, director de la película.

En estas imágenes, no hay mayor profundidad en darle sentido a las obsesiones y miedos de Hitchcock o a dar razones que den cuenta de su proceso de creación o dar explicaciones sobre su mirada intrigante al mundo de suspenso y horror. En todo caso, resulta una película entretenida, hecha con fino humor y con diálogos bien elaborados. Sin embargo, quien espere entrar en la psique del director se defraudará.

Las actuaciones de Helen Mirren y Anthony Hopkins son destacadas. Para un espectador desprevenido, será difícil reconocer a Hopkins bajo el excelente maquillaje, aplicado impecablemente (estuvieron nominados en los premios Óscar por el mejor maquillaje).

Alfred Hitchcock hizo seis películas después de Psicosis, un thriller por el que nadie daba un peso y que al final logró ser su más exitosa y recordada producción. Prueba de ello es la escena de la ducha y el cuchillo acompañada de la música truculenta que parece instaurada en el inconsciente colectivo.

Por Liliana López Sorzano

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